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Hidacio



Hidacio o Idacio de Chaves (Lemica, actual Ginzo de Limia, provincia de Orense, c. 400 - c. 469) (En latín Hydatius) fue un obispo e historiador hispanorromano.

Nacido en el seno de una familia acomodada de los alrededores de Lemica, una ciudad romana situada cerca de la actual Ginzo de Limia (Orense), en la provincia romana de Gallaecia, viajó de niño (infantulus) a Palestina, donde conoció durante su estancia en Belén a San Jerónimo. Parece que se hizo clérigo en el 416,[1]​ y se hizo obispo de Aquae Flaviae, la actual Chaves (Portugal), desde el año 427. El desempeño de su cargo coincidió en el tiempo con la llegada de los suevos a Gallaecia, donde se enfrentaron de forma frecuente con los grandes propietarios gallegos de los que Hidacio fue uno de sus principales representantes.

En el año 431 encabezó una delegación a la Galia para solicitar del representante imperial Flavio Aecio ayuda contra los suevos opresores en Gallaecia. Aecio, que utilizaba las luchas entre tribus bárbaras para sostener el entonces debilitado poder imperial, no pudo socorrer a Hispania y fue Hidacio, junto con otros obispos, quien tuvo que mediar entre suevos y gallegos, corría el año 433.[2]

En el terreno religioso, fue un importante perseguidor del priscilianismo, doctrina asentada con fuerza en la Gallaecia de entonces, y colaboró con el obispo de Astorga Toribio en 445 para perseguirlos.[3]​ En el 447 convocó un sínodo galaico por orden del papa San León.[4]​ En 460 permaneció tres meses preso por orden del rey suevo Frumario.

Casi al final de su vida, Hidacio escribió una crónica al estilo de Jerónimo de Estridón y Eusebio de Cesarea, siguiendo en su estilo un modelo muy popular por entonces, consistente en ubicar la historia de la Humanidad en el contexto de una progresión lineal partiendo de la creación bíblica y cuyo final pretendía ser el segundo advenimiento de Cristo. Hidacio escribió sobre los acontecimientos sucedidos entre 379 y 468. Aunque su intención inicial era escribir una crónica universal, lo cierto es que terminó centrándose en los sucesos de Gallaecia, dando una lóbrega visión del siglo V al describir los problemas surgidos a raíz de la herejía priscilianista y de la implantación en el territorio gallego y peninsular de las tribus bárbaras, como los suevos y los visigodos.

Es importante también destacar que, con mucha probabilidad, Hidacio fue el primero en inaugurar una nueva forma de datación cronológica conocida como la Era Hispánica, que tiene como año 1 el 38 a. C., año en el que Augusto da oficialmente por conquistada Hispania.

Asimismo, Hidacio es la primera fuente escrita que se conserva acerca de los suevos en Gallaecia, de forma que muchas de sus apreciaciones negativas acerca de este pueblo, que él definiría como «nación inicua y enfurecida»", terminarían por fijarse en la historiografía tradicional, que tuvo a este pueblo por violento y destructivo.

Actualmente, historiadores como Casimiro Torres o Reinhart tienden a minimizar esta imagen negativa, relativizándola en el papel que Hidacio tenía como representante de los terratenientes gallegos, enfrentados a los nuevos gobernantes de facto suevos.

También la comparación con otros cronistas de la época, como Orosio, así como los estudios arqueológicos contradicen en parte la visión negativa legada por Hidacio sobre el pueblo suevo.

Coetáneo de Orosio, comparte su formación espiritual en Oriente, donde ambos vieron en su retiro de Belén al erudito Jerónimo de Estridón; pero uno y otro siguieron diferentes caminos, mientras Orosio en su juventud opta la obra filosófica de Agustín de Hipona, Hidacio continúa la Crónica de San Jerónimo. Orosio mira con optimismo a los bárbaros como providencial sostén del Imperio Romano, Hidacio es pesimista, para él los tiempos van empeorando.[5]

Entre sus obras se encuentran:



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