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Historia de las formas



Por historia de las formas (su nombre original en alemán es Gattungsgeschichte o Formgeschichte), es mucho más que un método exegético se entiende una escuela exegética que estudia las formas literarias de la Biblia y que comenzó a desarrollarse en el ámbito protestante a partir de 1900 con el descubrimiento de nuevos textos de literaturas elaboradas en zonas cercanas al ámbito judío: Babilonia, Asiria, Egipto, Canaán, etc.

La expresión «historia de las formas» fue extendida por su principal promotor, el teólogo protestante Martin Dibelius.

La escuela de las Formgeschichte nace como un modo de afrontar la búsqueda del Jesús histórico. La crítica del s. XIX sobre las fuentes de los evangelios sinópticos había llegado a la conclusión de que los evangelistas Mateo y Lucas se basaron, para la composición de sus obras, en el Evangelio de Marcos y en otra fuente común a ambos pero desconocida por Marcos (la Fuente Q). Se asumía sin gran dificultad que el Evangelio de Marcos fuese un documento que narraba la historia de Jesús, y que, por tanto, a partir de esta fuente, se tuviera un acceso bastante confiable a la vida y hechos de Jesús de Nazaret. Sin embargo, tras la obra de Wrede sobre el secreto mesiánico en san Marcos Wilhelm Wrede,[1]​ A. Schweitzer,[2]​ Johannes Weiss[3]​ o Julius Wellhausen,[4]​ esta visión se va revisando y el segundo Evangelio se ve cada vez más como una colección de tradiciones (no escritas) sobre Jesús conservadas por la Iglesia primitiva y organizadas con criterios más teológicos que históricos por Marcos.[5]

Siendo así, se imponía hallar una metodología que, a partir de estas tradiciones sobre Jesús se pudiera llegar al Jesús histórico, y sin duda una pista para esto sería la obra de Hermann Gunkel, que años antes, en su introducción al comentario del Génesis había hecho un trabajo análogo sobre las tradiciones orales que hay detrás de las fuentes del Pentateuco.[6]​ Karl Ludwig Schmidt.[7]

Se considera que el primero en aplicar sistemáticamente la crítica de las formas a los evangelios es Martin Dibelius.[8]​ Dibelius considera que los diversos episodios de los evangelios se pueden clasificar en "formas" y que, a través de estas formas, se puede llegar a reconstruir la historia de la tradición.[9]​ Es decir, que por la "forma" de ese texto se podía deducir el contexto en el que se formó y trasnformó, y por lo tanto cómo tendría la forma original, si es el caso el dicho o hecho del mismo Jesús.

Dibelius clasifica las formas de los evangelios del siguiente modo:[10]

Rudolf Bultmann hace su propia clasificación de formas,[13]​ y es mucho más escéptico que Dibelius en cuanto a la historicidad que hay detrás de la tradición. Bultmann divide las formas entre discursos y relatos:[14]

La aplicación de la crítica de las formas aplicada a los Evangelios fue acogida con distintos grados de entusiasmo. Mientras algunos hicieron caso omiso (como Arthur Headlam, que en 1923 publica una obra sobre la vida y enseñanzas de Jesús basándose únicamente en la crítica de las fuentes confiando en la credibilidad de estas y, por tanto, ignorando la crítica de las fuentes[15]​), otros, como Charles H. Dodd y Joachim Jeremias, la aplican con general aplauso a las parábolas de Jesús.[16]​ No obstante, incluso los detractores del método reconocen que no se puede seguir confiando en la historicidad de las fuentes de los evangelios como se confiaba antes.

Un género (Gattung) o forma (Form) literario es un tipo o especie de texto que se distingue por su estructura, contenidos y contexto vital (Sitz im Leben).

La investigación de las formas literarias de la Biblia se realiza comparando los textos con otros textos bíblicos y con otros textos de culturas contemporáneas a ella. Por tanto, para apoyar el estudio de las formas se requiere un profundo conocimiento de las culturas del período «bíblico».

La finalidad es identificar las tradiciones contenidas en el texto mediante los siguientes procesos:

El fruto principal del uso de esta técnica exegética es descubrir los elementos históricos del relato.

La técnica ha sido aplicada especialmente a los libros del Pentateuco y a los Evangelios. Se considera a Hermann Gunkel pionero en la aplicación del método al Génesis.[17]​ Como se ha visto, Dibelius y Bultmann son los primeros en aplicarlo a los Evangelios.

En el caso de las cartas de Pablo este método se ha utilizado para descubrir himnos litúrgicos y profesiones de fe que el autor de la carta estaría citando o habría utilizado en la redacción.

La Pontificia Comisión Bíblica de la Iglesia católica publicó en el año 1964 una instrucción en la que anima a los teólogos católicos a usar esta metodología pero con cautela, dados los presupuestos filosóficos o teológicos que no pueden admitirse pues en su conjunto adolecen de falta de fe o retiran totalmente el elemento sobrenatural.[18]​ Años más tarde, la misma Comisión afirmará que "este método, en sí mismo, ha dado como resultado manifestar más claramente que la tradición neotestamentaria tiene su origen y ha tomado su forma en la primera comunidad cristiana, pasando de la predicación de Jesús mismo a la predicación que proclama que Jesús es el Cristo".[19]



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