La homosexualidad y el catolicismo se refiere a la postura de la Iglesia católica con respecto a la homosexualidad, el lesbianismo y la transexualidad (LGBT), así como la intersexualidad y, en general, otras orientaciones, identidades y prácticas sexuales.
El papa Francisco ha dejado en claro que, para la Iglesia católica, "ser gay, en sí mismo, no es un pecado", pero sí lo es promover la homosexualidad. La Iglesia católica, históricamente, ha sostenido que la homosexualidad y el lesbianismo impulsan un comportamiento sexual no natural, contrario al orden establecido por Dios. Para la Iglesia las relaciones sexuales deben tener una finalidad reproductiva y realizarse dentro del matrimonio, que solo pueden contraer una mujer y un hombre. En los últimos tiempos el catolicismo ha mostrado una mayor tolerancia hacia la homosexualidad y demás sexualidades LGBT, sobre todo cuando la misma no se expresa en actos sexuales, a la vez que han aparecido grupos organizados de católicos con una valoración positiva de la homosexualidad y las sexualidades LGBT en todas sus formas, como la asociación DignityUSA fundada en 1968, el grupo de católicos LGBT New Ways Ministry —fundado en 1977 por la monja Jeannine Gramick y el sacerdote Robert Nugent—, o el sacerdote jesuita James Martin, recibido en 2019 por el Papa Francisco, quien lo designó asesor de comunicación y lo invitó a hablar en la Cumbre de la Familia, patrocinada por la Santa Sede.
A lo largo del tiempo se ha registrado una considerable cantidad de sacerdotes y monjas homosexuales. El padre jesuita Donald Cozzens estimó el porcentaje de sacerdotes homosexuales en 2000 entre 23% y 58%, considerando que su proporción es mayor que en la sociedad general.Benedicto IX, Paulo II, Sixto IV, León X, Julio II y Julio III.
Se encuentra documentado que algunos papas fueron homosexuales o tuvieron compañeros sexuales varones, comoEn la actualidad, el catecismo vigente de la Iglesia católica distingue entre homosexualidad y actos homosexuales. La homosexualidad en sí misma no es considerada incompatible con el catolicismo, pero es definida como "objetivamente desordenada", razón por la cual las personas homosexuales deben mantenerse castas. El catecismo ordena también que los homosexuales "deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta". No obstante, el catecismo católico desaprueba los actos homosexuales:
Esta postura no está limitada a la homosexualidad. Uno de los diez mandamientos que reconoce la Iglesia católica prohíbe la fornicación, entendida como todas las formas de sexo que no permitan la procreación dentro del matrimonio, tales como la contracepción, el adulterio, las relaciones sexuales entre personas no casadas, la pornografía y la masturbación. En materia de sexo oral y anal dentro del matrimonio, algunas fuentes sostienen que "la Iglesia está en contra del sexo anal", mientras que otras sostienen que está permitido en la medida que el hombre no eyacule en la boca o en el ano de la mujer. El matrimonio es considerado como un sacramento administrado entre un hombre y una mujer, por ello las relaciones sexuales son consideradas un acto sagrado del amor conyugal que debe estar abierto a la fecundidad.
En 2019 la Congregación para la Educación Católica (CEC), perteneciente a la curia romana, publicó un documento titulado «Varón y mujer los creó: para una vía de diálogo sobre la cuestión del gender en la educación». El documento cuestiona la existencia del género y considera que se trata de una ideología. Partiendo de la frase bíblica "Varón y mujer los creó", la CEC sostiene no debe admitirse el cambio de género, ni la percepción personal del propio género. El documento fue criticado por los colectivos LGBT católicos por constituir "una contribución al fanatismo y a la violencia".
En el caso de la personas intersexuales, la Iglesia Católica sostiene que se trata de una «alteración patológica» que debe ser corregida quirúrgicamente o por cualquier otro método en el sentido que dispongan los médicos, ya que es la "medicina la que interviene para una terapia. En estas situaciones específicas, no son los padres ni mucho menos la sociedad quienes pueden hacer una elección arbitraria". En el caso de las personas transexuales y la decisión de realizar tratamientos hormonales o quirúrgicos con el fin de hacer coincidir las características anatómicas con el sexo autopercibido, no ha habido ningún pronunciamiento oficial del Magisterio de la Iglesia. La Iglesia católica tampoco se ha pronunciado explícitamente sobre otras orientaciones sexuales como la asexualidad —muy cercana a la castidad, que es una práctica aceptada y recomendada por el catolicismo— y el BDSM —aunque algunas prácticas BDSM como las flagelaciones y cilicios han sido aceptadas y practicadas sistemáticamente por diversas órdenes.
Con respecto a la poligamia y el poliamor tampoco hay una opinión explícita de la Iglesia católica, aunque contemporáneamente ve "con malos ojos la práctica, pero ocasionalmente permitió segundos matrimonios de líderes políticos". San Agustín se refiere explícitamente a la poligamia, sin condenarla, y muchas iglesias cristianas la han aceptado, incluso en la actualidad.
La Iglesia ha declarado que los «deseos» o «atracciones» homosexuales no son necesariamente pecaminosas en sí mismas. Son «trastornos» en el sentido de que son tentaciones para hacer algo que es pecaminoso (es decir, el acto homosexual), pero las tentaciones, si van unidas al autocontrol, no son consideradas pecaminosas. Así, mientras la Iglesia se opone a las tentativas de legitimar actos sexuales entre personas del mismo sexo, también proclama oficialmente respeto y amor por aquellos que tienen atracción por personas del mismo sexo.
Por lo tanto la Iglesia Católica se opone oficialmente a la persecución y la violencia contra ellos:
Para aquellos que tienen atracción por personas del mismo sexo, la Iglesia Católica ofrece el siguiente consejo:
La Iglesia llama a la castidad universal para todas las personas de acuerdo con su estado en la vida. Sin embargo, los católicos heterosexuales tienen la opción de expresar su castidad a través del amor en el matrimonio y los homosexuales pueden tener relaciones interpersonales unos con los otros, con tal de que sean célibes.
En documentos más recientes, el Magisterio de la Iglesia ha vuelto a ocuparse del tema de forma más concretas y actual.
Así, en el año 2003, la congregación para la doctrina de la fe publicó, con el consentimiento del papa Juan Pablo II un documento titulado Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales. En la introducción aclara que se trata de un documento que retoma lo ya afirmado en el magisterio sobre la homosexualidad para −a partir de ello− dar orientaciones a los políticos católicos sobre el tema. Luego de recordar las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio, afirma que no se puede establecer una analogía entre el designio divino sobre el matrimonio y las uniones homosexuales que irían contra la ley natural. Así mismo recuerda la condena que desde la Sagrada Escritura existe sobre los actos homosexuales.
Según el documento, aun cuando en ocasiones el Estado pueda asumir una actitud de tolerancia en relación con estas uniones, conviene que busque contener el fenómeno dentro de “los límites que no pongan en peligro el tejido de la moralidad pública”. Invita a los políticos católicos a oponerse clara e incisivamente ante cualquier intento de reconocer legalmente las uniones homosexuales.
A estas indicaciones prácticas siguen algunas de carácter más teórico sobre la función de la ley civil y su relación con la ley moral, la imposibilidad de adopción de niños por parte de estas parejas y las consecuencias de una posible redefinición de la noción de matrimonio. Dado que las parejas homosexuales siempre pueden acudir al derecho común para que sus derechos y reivindicaciones en situaciones jurídicas de mutuo interés sean tutelados, el documento afirma que no se puede invocar este motivo para normar tales uniones al estilo del matrimonio.
Finalmente ofrece a los políticos católicos las pautas de acción: ha de expresar clara y públicamente su desacuerdo y votar en contra de cualquier propuesta de ley en favor de la legalización de uniones homosexuales. Si la ley estuviera ya en vigor, se ha de oponer a ella con todos los medios legales a su disposición y, si esto no fuese posible, la Congregación para la doctrina de la fe recuerda una frase de la Evangelium Vitae:
La congregación para la educación católicaCongregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos− afirma que se prohíbe que sean admitidos a las sagradas órdenes las personas que practiquen la homosexualidad, presenten tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostengan la así llamada cultura gay. Afirma el documento que tales personas no están en condiciones de relacionarse correctamente con los demás al modo de Cristo. Si se trata en cambio de tendencias homosexuales que son expresión de una dificultad transitoria, los candidatos podrían ser admitidos a los ministerios siempre y cuando lleven al menos tres años de superación de esta prueba. Ahora bien, aunque la responsabilidad de llamar a los candidatos es del obispo y del rector del seminario, compete al director espiritual y al confesor, desaconsejar vivamente a quienes presenten disturbios sexuales incompatibles con el sacerdocio que sigan adelante o reciban las sagradas órdenes.
−junto con laEn 2008 el observador permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas, Celestino Migliore, ha comentado que la Iglesia Católica se opone a una proposición de Francia en la ONU, en nombre de la Unión Europea, para legalizar la homosexualidad en todos los países. En palabras de Migliore,
Una posición similar fue tomada por la Iglesia en la India en 2009, uniéndose a las declaraciones de representantes de las religiones hindú y musulmana, tras la decisión del Tribunal Supremo de declarar nula la sección 377 del código penal indio, que condenaba el "sexo contra natura", un resto de la legislación colonial británica. La ley, que no había sido empleada con frecuencia, era una espada de Damocles para los homosexuales. El portavoz de la conferencia episcopal de la India, Joseph Babu se posicionó en contra de la decisión del Tribunal Supremo. Preguntado por los derechos individuales de los homosexuales respondió,
El cardenal Varkey Vithayathil, arzobispo mayor de la iglesia sirio malabar y presidente de la conferencia episcopal católica de la India, en un comunicado afirmó que,
Hay individuos, tanto hombres como mujeres, con una orientación sexual hacia su mismo sexo que es adquirida por las circunstancias, y una pequeña sección de ellos tienen una inclinación sexual innata. En ambos casos es una condición patológica, de las que la adquirida puede ser revertida por métodos terapéuticos. [...]
Sin embargo, esto no significa que los actos homosexuales sean morales; son intrínsecamente malvados. El llamado matrimonio homosexual es inmoral en cualquier contexto; [...] «Derechos gays» es un término equivocado, al igual que no hay «derecho» para una minoría de personas que son cleptómanas o asesinos en serie, que dicen que tienen tendencias innatas a robar o matar. Incluso todas las personas heterosexuales no tienen derecho a casarse si son impotentes, dementes o personas con enfermedades peligrosas incurables.
En 2016 la Conferencia Episcopal de Malawi emitió una carta pastoral en la que consideran que «la homosexualidad es uno de los principales problemas del país» y solicitan al gobierno que acabe con la moratoria del uso de las leyes que criminalizan la homosexualidad; moratoria insegura que el gobierno introdujo en 2012 por presiones internacionales y mientras la Corte Constitucional de Malawi delibera sobre el caso de tres hombres cumpliendo penas de entre 10 y 14 por practicar la homosexualidad:
Al igual que ha ocurrido con la mayoría de las denominaciones cristianas, las enseñanzas oficiales con respecto a la homosexualidad han sido cuestionadas por católicos laicos, teólogos prominentes y clérigos ordenados de la alta jerarquía. A menudo, individuos que promueven formas de disidencia o discordancia con la posición oficial de la iglesia han sido retirados de sus posiciones de influencia, si estaban ordenados. De forma general, existe un cierto debate dentro de la Iglesia católica en cuanto a la importancia de la posición actual sobre la homosexualidad, algunos buscando su reforma, otros buscando su preservación.
Ha habido varios casos de individuos que han cuestionado o promovido visiones diferentes de la compatibilidad de la fe católica con una identidad o estilo de vida homosexual. Ejemplos importantes de teólogos que han sido críticos de las enseñanzas de la Iglesia respecto a la homosexualidad incluyen el excura católico Charles Curran, que fue retirado seguidamente de la Universidad Católica de América (Universidad Católica de Estados Unidos). Curran declaró que era inapropiado analizar la moralidad de las acciones desde una perspectiva física, diciendo que:
Curran también comentó que la Congregación para la Doctrina de la Fe sistemáticamente intentó silenciar autores críticos de los enseñanzas sobre la homosexualidad.
El sacerdote católico James Alison argumenta que la comprensión propuesta por el Cardenal Ratzinger en la obra Sobre el cuidado pastoral de las personas homosexuales es «incompatible con el Evangelio» y sintetiza que «no puede ser la enseñanza de la Iglesia». Alison dice que:
Además de eso, en A Question of Truth, el sacerdote dominico Gareth Moore critica a la Iglesia por estar obcecada por asuntos sexuales y su supuesto «significado» moral, argumentando que podrían significar lo que queremos que signifique. Moore concluye que: «no hay buenos argumentos, ni en las Escrituras ni en la ley natural, contra lo que se ha dado en llamar relaciones homosexuales. Los argumentos presentados para mostrar que tales relaciones son inmorales son malos.».
Ha habido también académicos que han realizado publicaciones desafiando la manera como la homosexualidad es tratada por el catolicismo. El más notable es posiblemente John Boswell, que escribió el libro Christianity, Social Tolerance and Homosexuality (Cristianismo, Tolerancia Social y Homosexualidad), en el cual se coloca contra las enseñanzas contemporáneas de la Iglesia en cuanto a la homosexualidad. En el libro siguiente, Same Sex Unions in Pre Modern Europe (Uniones Homosexuales en la Europa Pre-moderna) Boswell dice que el propio Jesús fue a una ceremonia de unión entre personas del mismo sexo.
Así como ha habido discordancia académica en la Iglesia, también ha habido discordancias prácticas y ministeriales en el clero y la jerarquía eclesiástica. Un ejemplo notable de católicos ordenados que causaron controversia debido a sus acciones y ministerio respecto a los homosexuales, han sido fray Robert Nugent y Jeannine Grammick, que crearon el New Ways Ministry, por lo que ambos fueron fuertemente castigados por la Congregación para la Doctrina de la Fe, a causa de una alegada ansia por disentir de la posición oficial de la Iglesia y hasta por engañar personas homosexuales.
De forma parecida, los obispos estadounidenses Thomas Gumbleton de la Arquidiócesis de Detroit y Matthew Clarke de la Diócesis de Rochester fueron condenados por su asociación con el New Ways Ministry y la promoción del concepto teológico de primacía de la conciencia cómo alternativa a la enseñanza de la Iglesia.
La disposición del obispo francés Jacques Gaillot de predicar un mensaje sobre la homosexualidad contraria a la posición oficial es considerada como uno de los factores que causó la remoción de sus deberes para con la diócesis.
Para el sacerdote Pedro María Reyes Vizcaíno, el derecho canónico de la Iglesia católica establece que:
En fecha reciente, al opinar sobre el uso del preservativo, el papa Benedicto XVI habló específicamente sobre el caso de los homosexuales que practican la prostitución.
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