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Industrializada



La industrialización consiste en la producción de bienes y servicios a gran escala, mediante la utilización de máquinas accionadas por nuevas fuentes de energía. Se conoce como industrialización al proceso por el que un Estado o comunidad social pasa de una economía basada en la agricultura a otra fundamentada en el desarrollo industrial y en el que este representa, en términos económicos, el sostén fundamental del producto interno bruto y, en términos de ocupación, ofrece trabajo a la mayoría de la población. Supone, además, una economía de libres cambios.

El proceso de industrialización inició cuando se liberó mano de obra del campo, gracias a las mejoras en productividad agrícola, obligando a la población a migrar a las ciudades. Estas mejoras de productividad se debieron al desarrollo de la industria química. El crecimiento de las ciudades y los nuevos procesos productivos provocaron cambios sociales, tales como: el paso a la familia nuclear, la estandarización de los horarios laborales, el aumento de la importancia de las instituciones en la regulación de la vida económica y social, el individualismo y la competitividad, entre otros. La producción en masa de bienes deriva hacia un capitalismo agresivo, ya que requiere un incremento de ventas y reducciones de costos, entre otros.

Las fábricas, con grandes muestras de avances tecnológicos, aumentan la productividad (y así aumentan el capital); en realidad, ahora son fábricas, antes se desarrollaban en el espacio doméstico de los campesinos, como pueden ser tejidos, utensilios, cerámica. Dicho de una manera más simple: ‘dar predominio a las industrias en la economía de un país’[1]​ o ‘desarrollo del sistema económico y técnico necesario para transformar las materias primas en productos adecuados para el consumo’.[2]

La Revolución Industrial fue un periodo histórico comprendido entre la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX, en el que Gran Bretaña en primer lugar,[3]​ y el resto de Europa continental después, sufrieron el mayor conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales de la Historia de la humanidad, desde el Neolítico. La industrialización surgió como consecuencia directa de la invención de la máquina de vapor, pero también influyeron decisivamente los cambios jurídicos en la propiedad, el incremento del comercio y la competitividad entre países como Gran Bretaña, Alemania y Francia. Los motores de la industrialización fueron la minería, la metalurgia y la química.

El proceso de industrialización no fue homogéneo, es decir, no fue todo en un solo paso, sino que primero ocurrió en Gran Bretaña en el siglo XVIII; otros países como Estados Unidos, Hungría, Bohemia, Japón y Rusia se industrializaron en el siglo XIX y actualmente hay países de África o Asia que están muy poco industrializados.

Se pueden identificar varias transiciones en este proceso:

Por extensión, se habla de industrialización para referirse a cualquier modelo de sociedad muy desarrollada, si bien desde la década de los 50 del siglo XX las sociedades con mayor poder económico son aquellas que poseen unos altos niveles de desarrollo tecnológico.

Hoy en día, el proceso de industrialización ha cambiado. En los países en vías de desarrollo como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), la migración del campo a la ciudad no está acompañada de la industrialización. Las instituciones públicas no pueden fortalecerse con los aumentos en la recaudación impositiva que esta conlleva, lo que ha derivado en un aumento de la conflictividad social. La industrialización en estos países se produce gracias a la mano de obra barata y a las economías de escala que presentan (la deslocalización de empresas supone la pérdida de puestos de trabajo en los países desarrollados, pero los crea en los que están en vías de desarrollo).

En muchos casos, la industrialización en estos países no aparece de forma natural, como ocurrió en Gran Bretaña gracias al aumento del comercio y el desarrollo de la industria pesada como la minería, sino que aparece debido al impulso que las instituciones nacionales o internacionales le dan a la economía. India y Corea del Sur reciben o lo han hecho gracias a ayudas importantes tanto del FMI, Banco Mundial como de Estados Unidos debido a su importancia geopolítica y como respuesta a la industrialización de China. Por otro lado, China y Brasil se han industrializado gracias a las políticas que han adoptado sus gobiernos y a la intervención del estado en la economía.

Uno de los aspectos más importantes es que el desarrollo del sector terciario ha precedido a la industrialización en estos países, no como en la industrialización de Europa, donde primero se desarrolló el sector primario. Esto se debe principalmente al aumento del turismo mundial, al crecimiento del sector público (como oferente de servicios tales como sanidad, defensa...) y al desarrollo del sector financiero; este último es el caso de China, que se ha industrializado gracias al control del capital y de la cotización de su moneda.

Los primeros sectores industriales en desarrollarse son los que proveen de bienes al sector de servicios, por el impulso que se supone dan a la economía, o aquellos sectores que poseen ventajas competitivas en el mercado internacional, como son los intensivos en mano de obra. Estos sectores canalizan el impulso hacia el sector de productos intermedios y de bienes de equipo.




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