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Inmaculada Concepción (El Greco, Toledo)



La Inmaculada Concepción es una obra del Greco, realizada circa 1613 durante su último período toledano.

La Inmaculada Concepción no está narrada explícitamente en los Evangelios, aunque algunos exegetas lo infieren de [Lc 1: 26-38]. Aunque no fue decretada como dogma de la Iglesia católica hasta 1854, las alusiones a esta devoción datan del cristianismo antiguo y sus conmemoraciones se llevaron a cabo intermitentemente en los países católicos, con el correspondiente impacto en la iconografía cristiana.

La Inmaculada Concepción es muy poco abundante en el corpus pictórico del Greco. Esta temática a menudo se ha confundido con la Asunción de María. Pero, en el caso de este lienzo, no están representados los Apóstoles que estuvieron presentes durante la Asunción y, además, la inclusión en la pintura de los atributos propios de las letanías lauretanas no deja lugar a dudar de que se trata de una Inmaculada Concepción. [1]

La Inmaculada Concepción fue una de las imágenes favoritas del arte de la Contrarreforma. Este lienzo es el más lírico de los últimos años del Greco. La Virgen María parece ser empujada hacia el Cielo por un ángel que aparece a sus pies, con las alas desplegadas. La luz y el color tienen un carácter sobrenatural, con una extraordinaria intensidad y vibración, creada por algunos seres incandescentes, los cuales reciben, y al mismo tiempo reflejan, la luz divina, tal vez siguiendo las teorías del Pseudo Dionisio Areopagita. [2]

Partiendo de las flores, los pies del ángel conducen a una espiral que avanza y retrocede suavemente, formando una línea serpentinata que termina en la cara de la Virgen. Los contornos parecen flamear y las proporciones están distorsionadas, con cambios de escala que solo se explican porque las figuras están fuera del espacio real, por lo que sus troncos se vuelven pequeños y sus piernas tienen un tamaño irreal. Al llegar al rostro de la Virgen, parece haberse alcanzado un punto de equilibrio, y cede el ritmo ascendente. Alrededor de su rostro hay un semicírculo formado por las cabezas y los brazos de un coro angélico, con algunos instrumentos musicales. Centrado el coro, despliega sus alas la paloma del Espíritu Santo, de un blanco deslumbrante, rodeado de querubines que cierran la composición. [3]

El paisaje muestra unas verdes colinas y las murallas de Toledo, que descienden hacia una paraje de formas semi-abstractas, llegando al Puente de Alcántara, que cruza el río Tajo. En la parte inferior, a la derecha, un barco con las velas desplegadas atraviesa un puerto blanquecino. El elemento más concreto son las rosas y lirios, pintados con exquisitas texturas y colores. En el centro y debajo, el Greco representa una luna glacial y brillantes salpicaduras de un tono amarillo blancuzco, sobre un fondo azul. Los lirios, las rosas, el espejo, la Luna, el Sol, el pozo y la fuente son símbolos de la Inmaculada Concepción. [4]

En el siguiente enlace se halla cumplida información sobre el retablo donde se aloja este lienzo, así como de la Capilla Oballe, donde anteriormente se ubicaba dicho retablo:



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