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Intervenciones militares estadounidenses en Cuba



A lo largo de la historia se han dado varias intervenciones militares Estadounidenses en Cuba. El primer dato fue en el año de 1898, en el que el Ejército Mambí luchaba por la independencia de Cuba. Para dicho año, Estados Unidos declara la guerra a España y la derrota en breves meses.

En la Conferencia de París, celebrada en octubre, España se ve obligada a ceder a Estados Unidos los territorios de Cuba, Guam, Filipinas y Puerto Rico. Los estadounidenses establecen entonces una ocupación militar en Cuba, que se prolonga hasta 1902.

Las fuerzas de la ocupación militar estadounidense hacen incluir en la Constitución de la República de Cuba un documento elaborado por Orville H. Platt, denominado Enmienda Platt por la cual se arrogaban el derecho de intervenir en los asuntos internos de Cuba cuando ellas lo estimaran conveniente. Asimismo, se garantizaban el arriendo de territorios para bases navales y carboneras, cual la Base Naval de Guantánamo, que aún en 2021 permanece ocupada.

En agosto de 1906, después de un gran incremento de las inversiones estadounidenses en la isla, el presidente de Cuba Estrada Palma solicita la intervención debido al estallido de una insurrección en contra de su gobierno. Los estadounidenses nombran a William Taft como interventor. Esta intervención duraría hasta 1909, cuando toma el poder tras elecciones el segundo presidente de Cuba, Mayor General José Miguel Gómez.

Para los años 1912 y 1933, Estados Unidos mantiene actitudes de injerencia en las acciones de los gobiernos cubanos, los cuales manipulan a su antojo con el pretexto de proteger los intereses económicos estadounidenses en la isla.

En abril de 1961, tropas de mercenarios reclutados, entrenados, financiados y dirigidos por los Estados Unidos invaden por la Bahía de Cochinos, lo que se conocería como la invasión a Girón. El pueblo cubano, organizado en milicias y bajo la dirección del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, derrotaría a los mercenarios en menos de 72 horas.

En octubre de 1961 un avión espía de las fuerzas estadounidenses detecta misiles nucleares de procedencia rusa en Cuba. Entonces, Estados Unidos desencadena un bloqueo naval a la isla. Este hecho se recuerda en la historia como la Crisis de los misiles o Crisis de octubre, como se le conoce en Cuba.

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La primera intervención estadounidense en Cuba es el resultado del Tratado de París entre España y los Estados Unidos, el 10 de diciembre de 1898, donde se acuerda la cesión de las colonias de Guam, Filipinas, Puerto Rico y Cuba a Estados Unidos.

El 1 de enero de 1899 se efectúa el cambio de poderes; el mayor general John L. Brooke asume la función ejecutiva de la isla, en representación de la Cancillería de Estados Unidos[2]​ El 20 de mayo de 1902 termina la intervención con el traspaso de poderes al recién electo gobierno cubano.

Se designan los gobernadores civiles de las provincias:[2]​El general Demetrio Castillo Duany en Santiago de Cuba; el general Lope Recio Loynaz en Camagüey; el general Pedro Betancourt Dávalos en Matanzas; el general Federico Mora, sustituido después por el general Juan Rius Rivera en La Habana. El 20 de octubre de 1899 se designa al general Emilio Núñez Rodríguez para este puesto. Guillermo Dolz Arango fue designado en Pinar del Río, y es reemplazado por Joaquín Quílez, mientras el general José Miguel Gómez en Santa Clara (Las Villas) es después reemplazado por Salvador González Téllez.

Además se crean 7 Departamentos Militares, designándose a:[3]​George W. Davis en Pinar del Río, Fitz Lug Lee en La Habana, James Wilson en Matanzas, George J. Bates en Las Villas, L. H. Carpenter en Camagüey, Leonard Wood en Oriente y William Ludlow en la ciudad de La Habana.

Se crea el primer Consejo de Secretarios compuesto por destacadas figuras políticas cubanas. Domingo Méndez Capote ocupa la cartera de Estado y Gobernación; Pablo Desvernine, Hacienda; Adolfo Sáenz Yáñez, Agricultura, Industria y Comercio y José A. González, Justicia e Instrucción Pública.

La regencia temporal de Brooke impulsó la ejecución de obras públicas y de saneamiento en la isla. Organizó la Enseñanza Superior, creando la Universidad Nacional cuyo rectorado asume Leopoldo Berriel y el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana dirigido por el coronel Manuel Sanguily. Se crea el Poder Judicial y es nombrado presidente del Tribunal Supremo el licenciado Antonio González de Mendoza.

Se organiza la Policía de La Habana confiando su jefatura al general Mario García Menocal, asumiendo la de la Guardia Rural el general Alejandro Rodríguez. El 20 de diciembre de 1899, Brooke resigna su cargo a Leonard Wood.[3]

El general Leonardo Wood organiza un nuevo Consejo de Secretarios, conformándolo de la siguiente forma:[4]

También se nombran a varias figuras del separatismo criollo en otros importantes cargos públicos, como:[4]

También se crea el Departamento de Sanidad, que asistido de la colaboración científica de Carlos J. Finlay erradica la fiebre amarilla. Se establece en el Castillo de la Fuerza la Biblioteca Nacional. Se establece la Enseñanza Primaria, Juntas de Educación y Juzgados Correccionales. Se crean los municipios de San Luis, Puerto Padre, Campechuela, Niquero y Santa Cruz del Norte y se realiza un censo de población, que dio como resultados 1,572,577 habitantes y 417,933 electores.[5]

El 18 de abril de 1900 se sanciona la Orden Militar número 164, que dispone la celebración de comicios municipales, el día 16 de junio de 1900 para elegir a los alcaldes, tesoreros y jueces municipales por una duración de 1 año.[6]

La Ley Electoral que regula el desarrollo de estos comicios, dispone que sólo podrán votar los cubanos mayores de 21 años con instrucción y que hayan servido en el Ejército Libertador, y que posean bienes con una valoración mínima de 250 pesos.[6]

Las propuestas para los cargos de alcalde eran elevadas a los alcaldes de facto nombrados por el Gobierno Interventor. Era necesario la firma de 250 electores para proponer a un candidato para el cargo ejecutivo en la ciudad de La Habana; no menos de 100 para candidato en Santiago de Cuba, Matanzas, Cienfuegos, Santa Clara, Pinar del Río y Camagüey y de 50 en el resto de los municipios de la Isla.[7]

El 16 de junio de 1900 a las 8 de la mañana comenzaron los primeros comicios municipales, finalizando a las 6 de la tarde del mismo día. Ejercieron el voto un total de 110,156 de los 150,648 electores. Es natural que la mayoría de los cargos recayeran en los supervivientes del Ejército Libertador.[7]

Alcaldes electos en los principales municipios del país:[8][9][10][11]

Leonardo Wood, el 11 de agosto de 1900, sanciona la Orden Militar 316, disponiendo la celebración de elecciones a la Convención de Constituyentes para el 15 de septiembre de 1900,[12]​clausurando sus deliberaciones el 14 de abril de 1902. Conforman la Mesa de Gobierno el general Domingo Méndez Capote, presidente; Juan Ruis Rivera y Pedro González Llorente, vices y secretarios Enrique Villuendas y Alfredo Zayas.[13]

Las Juntas Provinciales de Escrutinios, tras totalizar los sufragios emitidos, proceden a proclamar 31 delegados a la Asamblea Constituyente con sus respectivos candidatos suplentes. Los partidos Republicano Federal, Unión Democrática y Nacional eligieron referidos cargos.[12]​ El cupo electoral de la Isla de Cuba en las elecciones concernientes a la integración de la Asamblea Constituyente ascendía a 185,501 electores, de los cuales hacen sufragio 131,627.

En la designación de los delegados, se prescribió el derecho de sufragio a los electores que no hubiesen pertenecido al Ejército Libertador, y aquellos que careciesen de instrucción primaria.[14]

Los republicanos de la Habana ofrecieron una postulación constituyentista a Tomás Estrada Palma, quien desde Central Valley declinó el señalamiento. En igual actitud se produce Máximo Gómez renunciando la nominación que le otorgan los nacionales habaneros.[13]

Entre los electos figuran importantes figuras del independentismo como: Juan Rius Rivera, José Lacret Morlot, Emilio Núñez Rodríguez, Alfredo Zayas, Manuel Sanguily, Domingo Méndez Capote, Pedro Betancourt Dávalos, José Miguel Gómez, José de Jesús Monteagudo, José Luis Robau López, Salvador Cisneros Betancourt, Rafael Portuondo Tamayo y Juan Gualberto Gómez Ferrer.


La segunda intervención estadounidense en Cuba se produjo cuando el presidente Tomás Estrada Palma pidió nuevamente la intervención militar de Estados Unidos en Cuba, el 12 de septiembre de 1906. El gobierno de Estados Unidos aceptó la solicitud y el 29 de septiembre de 1906 el Secretario de la Guerra de Estados Unidos, William H. Taft, asumió el cargo de gobernador provisional de Cuba.

En esta segunda ocupación estadounidense, Taft suspendió las funciones del Congreso y se arrogó las facultades legislativas; disolvió las fuerzas insurrectas y las milicias creadas por Estrada Palma, nombró un supervisor y varios asesores estadounidenses en la Guardia Rural y dio paso a quien ocuparía la gobernación del país mientras durara la intervención: Charles E. Magoon.

La intervención se caracterizó por el derroche de los fondos públicos, la corrupción política y administrativa, el endeudamiento de la República y las transacciones onerosas. Estableció el uso ilimitado del soborno, la compra de conciencias y la botella (cargo por el que una persona cobra sin trabajar). Las obras públicas constituyeron una rica fuente de peculado.

Del Tesoro de la República, Magoon pagó prolijamente los gastos ocasionados por la «Guerrita de Agosto (1906)», aumentó los sueldos a la Guardia Rural, cobró los costos de la intervención yanqui y entregó a la Iglesia Católica una elevada suma por concepto de indemnización de los bienes que le había ocupado el gobierno español en el siglo XIX, no obstante que España había indemnizado con creces a la Iglesia y Leonard Wood le había entregado otra gruesa suma.

Por otro lado, Magoon dejó comprometido un empréstito de $16 500 000 para obras en el alcantarillado de La Habana. Habiendo recibido del gobierno anterior fondos por la suma de $13 625 539, Magoon dejó a su sucesor sólo unos $2 800 000, de los cuales un millón estaba en bonos de la deuda exterior.

La segunda intervención estadounidense en Cuba sentó las bases de la corrupción desenfrenada, que sería desde entonces uno de los más graves males de la República Neocolonial. Otra característica negativa de este período, fue la violenta represión contra los obreros que reclamaban demandas como jornada de ocho horas, salarios justos, seguridad en el empleo, trato adecuado.

La única acción proletaria que se desenvolvió normalmente fue la llamada «huelga de la moneda», en demanda de que se pagaran los salarios en moneda estadounidense porque la española estaba devaluada. El gobierno se mostró receptivo porque lo que le interesaba a Magoon era generalizar el uso de la moneda estadounidense para contribuir al afianzamiento del control de los Estados Unidos sobre la economía cubana.

La huelga fue ganada por los obreros. No ocurrió lo mismo, sin embargo, con las huelgas de los ferroviarios, tabaqueros, azucareros y otros sectores. En estos casos, la represión ocasionó golpes, detenciones, cesantías, muertos y heridos, y hasta se trajeron esquiroles de Nueva York.

No faltaron tampoco los intentos armados contra la intervención. Uno de ellos, encabezado por un grupo de oficiales del Ejército Libertador, se descubrió el día anterior al levantamiento, en septiembre de 1907, y sus principales líderes fueron condenados a la cárcel. Al mes siguiente se produjo otro en la región oriental (Manzanillo), que fue aplastado por las fuerzas de la Guardia Rural.

Un aspecto aceptable de esta administración estadounidense en la isla, fue la elaboración de una serie de leyes complementarias a la Constitución de 1901, como la ley municipal, la ley orgánica del Poder Judicial, la ley del servicio civil, una ley electoral y otras disposiciones necesarias para el regreso a un gobierno dirigido por los cubanos.

A fin de elaborar esas leyes, se creó una Comisión Consultiva integrada por tres estadounidenses, uno de los cuales la presidía, y por nueve cubanos de diversas tendencias políticas. En esa Comisión desempeñó un papel decisivo el viejo combatiente independentista Juan Gualberto Gómez, que logró importantes victorias democráticas en asuntos como el sufragio universal y la autonomía de los municipios, frente a la tesis de sufragio limitado y de organización centralizada que defendían los tres delegados estadounidenses y algunos cubanos reaccionarios.

Pacificada la isla, terminada la labor de la Comisión Consultiva y garantizada la continuidad del dominio estadounidense, fueron convocados comicios provinciales y municipales para el 1 de agosto de 1908 y comicios presidenciales para el 14 de noviembre del mismo año. Realizados los primeros con mayoría para los liberales —que fueron divididos a la contienda—, la atención se concentró en las elecciones generales.

El Partido Conservador (antiguo Moderado) llevó como candidato presidencial a un típico representante de la oligarquía nativa, el general Mario García Menocal. El Partido Liberal (unidas sus dos facciones) postuló al general José Miguel Gómez. Realizadas las elecciones, la candidatura liberal triunfó por amplio margen, y el 28 de enero de 1909 tomó posesión de la Presidencia de la República el general Gómez.

Terminó así la segunda intervención estadounidense, que había durado dos años y cuatro meses.

En 1912 estalló una breve "guerra racial" encabezada por el Partido Independiente de Color, conformado por negros y mestizos. La situación estuvo a punto de salirse de control y terminó en una serie de masacres de los miembros del partido por parte del ejército cubano.

Dicha situación provocó una advertencia del gobierno estadounidense de la época al gobierno del general José Miguel Gómez (1909-1913) de que, si no controlaba la situación pronto, se produciría una tercera intervención militar en la isla. Afortunadamente, el gobierno logró normalizar la situación en el país.

Posteriormente, durante el gobierno del general Mario García Menocal (1913-1921) se produjo otra amenaza de intervención militar estadounidense en Cuba. La fraudulenta reelección de Menocal en 1917, provocó el estallido de una brevísima guerra civil conocida como la "Guerrita de la Chambelona".

Dicho levantamiento, fue la reacción del Partido Liberal a la reelección fraudulenta del conservador general Menocal para la presidencia de la república. Pese a la amenaza estadounidense de intervenir en los asuntos internos de la isla, nuevamente se logró tranquilizar la situación: el gobierno aplastó el levantamiento liberal en muy poco tiempo.

Tras el retiro del poder de Menocal en 1921, gobernó el presidente Alfredo Zayas (1921-1925) y, tras el, el dictador Gerardo Machado (1925-1933). Tras el virulento derrocamiento de Machado en agosto de 1933, los Estados Unidos pretendieron amenazar a Cuba con una nueva intervención. Sin embargo, corrían nuevos tiempos, y el presidente Franklin Delano Roosevelt promulgaba la Política de buena vecindad, cosa que impidió una nueva intervención militar en la isla.

En 1959 triunfó la Revolución cubana, la cual afectó los intereses estadounidenses en la región, por lo que, a inicios de los '60, se perfiló nuevamente la amenaza de intervención militar. Todo esto llevó al país y al mundo a la Crisis de los misiles en 1962, pues Cuba buscaba, con la colocación en la isla de misiles nucleares soviéticos, impedir así el aplastamiento violento de la revolución por parte del gobierno estadounidense. La solución de la crisis aseguró el compromiso de Estados Unidos de no invadir militarmente la isla, a cambio de la retirada de los misiles.

Sin embargo, la URSS desapareció en 1991 y, con ella, volvió a hacerse presente la amenaza de una nueva intervención militar estadounidense en Cuba.



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