La jota castellana es una manifestación del folclore castellano (propio de Castilla y León, Madrid y Castilla-La Mancha) de un género musical, la jota, presente en la mayor parte de la geografía española. El término no se remonta más allá del siglo XVIII.
Se suele acompañar con guitarras, bandurrias, laúdes, dulzaina y tambor, mientras la pareja de bailarines danza manteniendo las manos encima del larguero cabeza o con las manos en cruz, ocasionalmente acompañados de castañuelas. Estos tipos de jotas se bailan con los característicos pasos saltados, un poco picadas, y son más sobrias y menos movidas y airosas que la aragonesa. La música va frecuentemente acompañada por canciones que reciben el nombre de coplas. Estas a veces tratan del amor, de las bodas (en las que se daban consejos y alabanzas a los novios), de la vida o de su religiosidad, pero casi siempre se caracterizan por su picaresca y gran sentido del humor.
En las Aventuras en verso y prosa de Antonio Muñoz (1739), aparece una primera referencia a la palabra cuando unas mujeres de Valladolid le piden a un poeta que haga unas coplas “para cantar a la almohadilla, a la Jota, al suspiro, a la Nanita y a otras tonadillas”. En el sainete La Junta de los Payos, de Ramón de la Cruz (1761) aparece una referencia a la jota como baile.
Parece claro que el término procede de sotar, esto es, saltar o bailar. Su estructura rítmica, según ciertos autores, puede provenir del “Canario”, danza con ritmo ternario y airoso zapateado.
Se distinguen diferentes tipos:
Los dos primeros tipos tienen una introducción instrumental que se suele repetir en los intermedios entre copla y copla.
La jota exclusivamente instrumental tiene cuatro partes divididas de la siguiente manera: A/B/A/C (dos veces) D/E/D/F (dos veces) G/H/G/I/G/J (dos veces) K/L/K/M (dos veces). Esta estructura se repite completa dos o tres veces.
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