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Juan de Zumárraga



¿Qué día cumple años Juan de Zumárraga?

Juan de Zumárraga cumple los años el 14 de agosto.


¿Qué día nació Juan de Zumárraga?

Juan de Zumárraga nació el día 14 de agosto de 548.


¿Cuántos años tiene Juan de Zumárraga?

La edad actual es 1476 años. Juan de Zumárraga cumplió 1476 años el 14 de agosto de este año.


¿De qué signo es Juan de Zumárraga?

Juan de Zumárraga es del signo de Leo.


Juan de Zumárraga, O.F.M. (1468-1548) fue el primer obispo de la diócesis de México donde llegó en 1528 y el segundo de la Nueva España tras Julián Garcés. Llevó la primera imprenta al Nuevo Mundo. Fundó la Real y Pontificia Universidad de México. Fue consagrado el 27 de abril de 1533 y nombrado arzobispo en 1547. Fue superior local y provincial de la Orden de los franciscanos en España, represor de brujas en el País Vasco.

Juan de Zumárraga nació en 1468 en la localidad de Durango perteneciente al entonces Señorío de Vizcaya, actual Vizcaya en el País Vasco (España), entonces perteneciente a la corona de Castilla. Su madre procedía de la familia Muntsaratz que habitaba la torre que lleva su nombre en Abadiño (Vizcaya).

Ingresó en la Orden Franciscana, también llamada "Orden de Frailes Menores", pasando al Scala Coeli en El Abrojo cerca de Valladolid, capital en aquel entonces del reino de Castilla y perteneciente a la provincia franciscana de la Concepción, donde fue Padre Guardián.

En 1527, con 60 años de edad, conoció a Carlos I al acudir este a unas sesiones de las Cortes Generales y alojarse en su convento con intención de pasar en él la Semana Santa. El Emperador, al marchar, quiso hacerle una cuantiosa limosna que Fray Juan de Zumárraga rechazó en un primer momento y luego, cuando se vio obligado a aceptarla, destinó a los pobres.[2]

El encuentro con el Emperador le vale a Zumárraga para ser nombrado Visitador de Navarra y actuar en un proceso sobre brujería en compañía de Fray Andrés de Olmos. Cuando se erige el obispado de la diócesis de la Ciudad de México, recién conquistada por Hernán Cortes, Carlos I propone a la Santa Sede el nombre de Fray de Zumárraga para el mismo, así como, recordando el Testamento de su abuela la reina Isabel, lo nombra Protector de los indios el 12 de diciembre de 1527. Tras una resistencia inicial, el franciscano acepta el nombramiento. Partió a América con Fray Andrés de Olmos y los miembros de la primera Audiencia de México que estaba presidida por Nuño de Guzmán y los oidores Parada, Maldonado, Matienzo y Delgadillo en enero de 1528, llegando a México el 6 de diciembre de ese mismo año.[2][3]

Tras la muerte de los oidores Parada y Maldonado poco después de su llegada, la Audiencia cae en un periodo de irregularidades que la enfrenta a Zumárraga, quien, como Protector de los Indios, recibía multitud de reclamaciones de abusos a los cuales no podía dar curso y resolución. El enfrentamiento llega a su punto álgido en 1530, cuando el presidente Nuño de Guzmán viola el derecho de asilo al sacar por la fuerza a unos presos de la iglesia y Fray Juan de Zumárraga responde excomulgando a todos los oidores y suspendiendo el rito en la capital. En el marco de estos enfrentamientos y en la frustración en las resoluciones de abusos a los indios, Zumárraga intentó ponerse en contacto con el Emperador Carlos I, al que, tras muchos intentos fallidos, logró exponer los problemas a los que se enfrentaba. El Emperador intervino con la creación del Virreinato en México, nombrando virrey a Antonio de Mendoza y creando una nueva Audiencia presidida por Ramírez de Fuenleal. Fray Juan de Zumárraga recibió orden de presentarse en la corte para dar cuenta de los conflictos habidos. Sale para la metrópoli en mayo de 1532.

El 27 de abril de 1533, tras la intervención del Emperador ante el papa Clemente VII, es consagrado en el convento de San Francisco de Valladolid y regresa a la Nueva España en junio de 1534, llegando a México en octubre de ese año. El viaje de regreso lo hace con algunas familias de artesanos, aunque su plan era que lo acompañaran una trentena de frailes franciscanos. Fray Juan de Zumárraga vuelve a México como obispo consagrado pero desposeído del cargo de Protector de Indios.

En 1537 el papa Paulo III autoriza los bautismos colectivos de indios y en 1539 Zumárraga organiza una Junta de Prelados junto a los obispos de Oaxaca, Michoacán y Guatemala para establecer una ordenación sobre esta materia.

En 1535 es nombrado inquisidor apostólico, cargo que mantendría hasta 1543. En su labor como inquisidor llevó 183 causas contra los sospechosos de idolatría; la mayoría de los acusados eran líderes indígenas, curanderos, y también españoles, incluso dueños de grandes propiedades que eran confiscadas.

En 1539 actúa contra Carlos Ometochtzin, hijo del señor de Texcoco, Nezahualpilli, acusado de apóstata, instigador de la idolatría y de la realización de sacrificios humanos, aunque en realidad fomentaba el alzamiento general de los naturales en contra del gobierno virreinal. Carlos Ometochtzin fue considerado culpable y quemado vivo el 30 de noviembre de ese año en la Plaza Mayor de la ciudad de México. Su actuación en este caso se vio criticada abiertamente por el Inquisidor General y el Emperador Carlos I por haber actuado contra los paganos conversos como si fueran de otra religión (la Inquisición solo actuaba con los fieles católicos) al plantear con claridad los alcances de la jurisdicción inquisitorial, determinándose dejar fuera de la misma a los indígenas, al considerarlos neófitos antes que herejes.[3]​ Las amonestaciones que Fray Juan de Zumárraga recibe por su labor como inquisidor le hacen plantearse el dejar México y partir para China, aunque finalmente desiste de ello.

En 1544 el Visitador e Inquisidor Francisco Tello de Sandoval llega a México para imponer las Leyes Nuevas de 1542 que prohibían esclavizar a los indios e incluso, en un principio, la perpetuidad de las encomiendas (revocada luego). Zumárraga apoyó al virrey para pedir que se suspendiera temporalmente la ley, mientras se realizaban las consultas oportunas, ante el malestar causado entre los encomenderos y relajar así la tensión creada. Ese mismo año presidió la junta en la que se delimitaron las diócesis mexicanas.

El 8 de julio de 1548 el papa Paulo III lo nombró primer Arzobispo de México aunque para cuando la bula llegó a México Fray Juan de Zumárraga ya había fallecido.[3]

Murió en la ciudad de México el 3 de junio de 1548 y está sepultado en la cripta de los Arzobispos de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. El Arzobispo contribuyó con Luis Fernando.

En 1533 solicitó al Consejo de Indias una imprenta y un molino de papel para instalar en México, aunque en 1536 escribió una misiva a Carlos V alertándole de que tenían obras preparadas para imprimir pero que no podían hacerlo por la carestía del papel.

En 1539 hace que Juan Cromberger monte una filial de su imprenta de Sevilla en una casa propiedad de Zumárraga en la Ciudad de México. Al cargo de esa imprenta pone a Juan Pablos. La primera obra editada fue la Breve y más compendiosa doctrina cristiana en lengua mexicana y castellana.

Esta fue la primera imprenta del continente americano.[4]

Fray Juan de Zumárraga colaboró activamente en la construcción del colegio Santa Cruz de Tlatelolco, que se inaugura en 1536 y estaba destinado a la formación de la población de la capital azteca. Luego fundaría el colegio de San Juan de Letrán y el primer hospital, al que nombró hospital de Amor de Dios. Inició gestiones para la creación de la universidad. Asimismo, fundó en el Convento de San Francisco de la Ciudad de México la primera biblioteca del continente americano.

Fray Juan de Zumárraga ha sido acusado, de acuerdo a las investigaciones de Wade Davis, de ser el responsable de la quema de miles de códices aztecas referentes al uso ritual del peyote y otras plantas de uso sagrado y medicinal en auténticos actos de fe.[5]

El interés de Zumárraga por la cultura indígena llevó a incitar a Andrés de Olmos a investigar sobre las antigüedades indígenas.

Fray Juan de Zumárraga tuvo que responder a un total de 34 acusaciones de abusos contra los indígenas similares a los que él denunciaba.[6]

Personalmente escribió:

En 1537 escribió a su familia una carta redactada en dialecto vizcaíno y en castellano. Esta carta ha sido publicada por la revista Euskera, órgano oficial de la Real Academia de la Lengua Vasca. Es probablemente el texto vasco en prosa más largo conocido anterior a los primeros libros en euskera.[7]

Según la tradición católica, el principal testigo de las apariciones de la Virgen de Guadalupe fue Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Sin embargo, otro testigo fue su tío, a quien le reveló su nombre, Santa María de Guadalupe, así como al momento de estamparse la imagen, a Fray Juan de Zumárraga (obispo de México) y otros más.

El relato en que se ha fundamentado el culto guadalupano cuenta que la Virgen María, en su advocación de Virgen de Guadalupe, se apareció en varias ocasiones ante el indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin entre el 9 y el 12 de diciembre (el calendario se llevaba de forma desordenada, por lo que se sabe que fue exactamente el día del equinoccio de 1531 en el cerro del Tepeyac. En sus primeras apariciones, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el obispo Zumárraga y le expresara su deseo de contar con un templo en ese mismo sitio. Según la misma narración, Juan Diego acudió en repetidas ocasiones ante Zumárraga para contarle la petición de la Virgen y este no creyó en las apariciones. Finalmente, condicionó la construcción del templo a la presentación de una señal, para lo cual la señora del Cielo instruyó a Juan Diego para que cortara unas rosas de Castilla en el cerro y las llevara al obispo como prueba de la intervención divina. El indígena obedeció cortando dichas rosas en pleno mes de diciembre, sin saber que dichas flores no se daban en la Nueva España y menos en esa zona o esa época del año. La última aparición de la Virgen, el 12 de diciembre de 1531 (calendario castellano, 21 de diciembre calendario mexica), obró el milagro: las rosas aparecieron en el Tepeyac, Juan Diego procedió a cortarlas y las transportó en su tilma (vegetal) o ayate (tipo de toga abierta por los lados) a la casa del obispo. Al estar frente a Zumárraga, Juan Diego abrió el ayate y cayeron las flores, momento en que se imprime la imagen de la Virgen a la vista de los presentes. Consta que el Obispo llevó la imagen a su casa hasta que una pequeña ermita fue construida muy rápidamente en el lugar indicado, el cerro del Tepeyac, lugar donde ha permanecido casi 500 años, una tilma hecha de fibra de maguey que es imposible que subsista por más de 50 años.

A partir de la aparición, y solamente 5 años después, 8 millones de mexicanos se convirtieron a pesar de que solo había un puñado de sacerdotes y religiosos. A partir de la aparición, los indígenas que tenían diversas deidades y gustaban de hacer sacrificios humanos entendieron que ya no necesitaban hacer más sacrificios humanos a sus dioses porque Dios mismo ya se había sacrificado por ellos, que la señora del ayate era una persona del cielo y de la tierra, que era una reina, que era Virgen y que estaba en espera de ese salvador. Dicho pictograma o forma de escribir de los indígenas de esa época no era conocido por ningún español, por lo que pensar en una manipulación suena muy improbable.

Hoy la Villa de Guadalupe, como es conocida, es el lugar religioso que más fieles recibe de todo mundo. Los milagros que se le imputan tanto a la Virgen como a san Juan Diego no podrían contarse en libro alguno.

Este suceso se redactó originalmente en el Nican Mopohua de Antonio Valeriano, en la lengua nahuatl y puede consultarse. Para más información, el procurador de la causa de canonización de san Juan Diego y encargado del Centro Guadalupano, Eduardo Chávez, escribió un libro titulado La Verdad de Guadalupe, donde se explica en detalle el momento de la Conquista, así como el estado que guardaba la iglesia y la sociedad en ese momento.

Numerosos estudios se han hecho a la tilma. Uno de los aspectos que más llaman la atención es que no se sabe cómo está impresa o pintada la imagen; no existen esos pigmentos, es decir, no se ve que esté pintada, sino flotando.




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