Justicia Democrática fue una asociación de jueces, fiscales y secretarios judiciales de España, que se dio a conocer en 1971 de forma anónima y clandestina durante la dictadura franquista. Agrupaba a los miembros de la judicatura de creencias democráticas (una minoría frente al aplastante sesgo conservador del resto de jueces y fiscales) y tenía como objetivos implantar el estado de derecho en España y democratizar las estructuras de la administración de justicia.
En su informe de 1973, dos años antes de la muerte del dictador Francisco Franco, denunció que «la tortura se sigue empleando, aunque es difícil determinar su frecuencia y hay muchos interesados en que no se determine. En particular en la llamada lucha contra la subversión». En el mismo informe Justicia Democrática señalaba los obstáculos prácticamente insalvables a los que se enfrentaban los jueces y fiscales que querían detener a sus responsables, como le ocurrió al fiscal de Barcelona y miembro de Justicia Democrática Carlos Jiménez Villarejo que no pudo procesar al jefe de la Brigada Político Social (BPS) de Manresa y pagó su osadía con su traslado a Huesca.
Fue impulsora de las asociaciones Unión Progresista de Fiscales y Jueces para la Democracia. Durante la mayor parte de su existencia su actividad fue clandestina. Su primer y único Congreso se celebró en enero de 1977 en Madrid, todavía ilegal, a pesar de que se había aprobado la Ley para la Reforma Política, y en el verano de ese año se celebrarían las primeras elecciones democráticas. Llegó a aglutinar a unos doscientos miembros, aproximadamente el 10 por 100 de las plantillas de jueces, fiscales y secretarios judiciales de aquel momento. Fue miembro de la Junta Democrática de España y fundadora de Coordinación Democrática.
Se disolvió tras la aprobación de la Constitución de 1978.
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