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La Borinqueña



La Borinqueña es el Himno Nacional del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. La música fue compuesta como una danza popular y sin connotaciones políticas en 1867 por Félix Astol Artés. La letra original es de 1868 por Lola Rodríguez de Tió, quien la compuso tras el grito de Lares, convirtiéndose en un himno de clara tendencia revolucionaria. Este fue adaptado en 1901 por Manuel Fernández Juncos con una letra más neutral, pacífica y unificadora después del cambio de soberanía de España a Estados Unidos provocado por la Guerra Hispanoamericana en 1898. Desde entonces se ha popularizado.

En 1952 que fue oficializada la música del himno con el establecimiento del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, pero no es hasta 1977 que las cámaras legislativas y el gobernador Rafael Hernández Colón oficializan la letra de Manuel Fernández Juncos como Himno Nacional del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

La versión de Lola Rodríguez de Tió se conoce como el Himno Revolucionario de Puerto Rico ya que, si bien originalmente estaba orientada en contra de la ocupación española, posteriormente se utilizó en apoyo a la libertad del país de la invasión e imposición de Estados Unidos sobre los derechos de autonomía de la nación. Dado que fue catalogado como “demasiado subversivo“ para adoptar la letra de forma oficial, se creó una letra patriótica sin motivos independentistas, escrita por Manuel Fernández Juncos en 1901, letra que fue adoptada por las escuelas públicas del país.

Ambas versiones, la oficial y la revolucionaria se dan a continuación. La versión revolucionaria se asocia con el Movimiento Independentista Puertorriqueño.

Himno oficial del Estado Libre Asociado de Puerto Rico

(Letra de Manuel Fernández Juncos, 1903)

(Letra de Lola Rodríguez de Tió, San Germán, 1868)

¡Despierta Borinqueño
que han dado la señal!
¡Despierta de ese sueño
que es hora de luchar!

A ese llamar patriótico
¿no arde tu corazón?
¡Ven! Nos será simpático
el ruido del cañón.

Mira, ya el cubano
libre será;
le dará el machete
su libertad...
le dará el machete
su libertad.

Ya el tambor guerrero
dice en su son,
que es la manigua el sitio,
el sitio de la reunión,
de la reunión...
de la reunión.

Bellísima Borinquén,
a Cuba hay que seguir;
tú tienes bravos hijos
que quieren combatir.

Ya por más tiempo impávidos
no podemos estar,
ya no queremos, tímidos,
dejarnos subyugar.

Nosotros queremos
ser libres ya,
y nuestro machete
afilado está...
y nuestro machete
afilado está.

Porqué entonces, nosotros
hemos de estar,
tan dormidos y sordos
y sordos a la señal...
a esa señal, a esa señal.

No hay que temer, riqueños
al ruido del cañón,
que salvar a la patria
¡es deber del corazón!

Ya no queremos déspotas,
caiga el tirano ya,
las mujeres indómitas
también sabrán luchar.

Nosotros queremos
la libertad,
y nuestros machetes
nos la darán...
y nuestro machete
nos la dará...

Vámonos borinqueños,
vámonos ya,
que nos espera ansiosa,
ansiosa la libertad
¡la libertad, la libertad![1]



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