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La Cuadra (automóviles)



La Cuadra fue la primera marca que fabricó automóviles en España entre los años 1899 y 1901.

Aunque La Cuadra es reconocida como la primera marca española de fabricación de automóviles, no hay que olvidar que en 1894 Francesc Bonet Dalmau patentó y fabricó un vehículo de 3 ruedas al que se le denominó "Bonet", pero que nunca se inscribió como marca.

La empresa fue fundada por Emilio de la Cuadra Albiol en septiembre de 1898 en Barcelona, en la calle Diputación esquina Paseo San Juan con el nombre de Compañía General Española de Coches Automóviles E. de la Cuadra, Sociedad en Comandita.

La idea de la fabricación de automóviles, le sobrevino a Emilio de la Cuadra tras la visita a la Exposición Universal de París en 1889, donde quedó fascinado por el prometedor futuro del mundo del automóvil.

En sus inicios, La Cuadra optó por la fabricación de vehículos a propulsión eléctrica, ya que Francesc Bonet que también acudió a la Exposición de 1889 en París había obtenido la exclusiva para la producción de vehículos con motor de explosión en el año 1894.

La Cuadra inició la construcción de prototipos de un camión, un ómnibus y un coche, todos ellos con motor eléctrico y que posteriormente fueron desguazados debido a que sus baterías eléctricas se agotaban con extrema rapidez debido al peso de los vehículos.

Con posterioridad probó a instalar un motor de explosión accionado por un grupo electrógeno que debía recargar sus baterías, pero el invento tampoco funcionó, por lo que en 1899 optó por desarrollar el motor de explosión.

Debido al alto coste de sus proyectos, uno de sus colaboradores, Carlos Vellino, le propuesto contratar a un joven de 21 años llamado Marc Birkigt y asociarse con la empresa Roereche y Compañía que era el agente en España de la marca alemana Benz.

La empresa comenzó a funcionar, pero no así sus vehículos, ya que los automóviles eléctricos diseñados no funcionaban más de 4 o 5 kilómetros sin que agotaran las baterías y se quedasen parados.

En aquellos momentos, el principal problema de la empresa era el ómnibus, ya que en aquel momento ya disponían de un pedido por parte del Hotel Oriente de Las Ramblas, que deseaban el vehículo para ir a recoger a sus clientes a la Estación de Francia. Según el proyecto, el ómnibus debía ser un lujoso carruaje con los mejores detalles y capaz de transportar a 20 personas.

El vehículo debía tener unas dimensiones de 5,5 m de longitud, 2,2 m de anchura y 3 m de altura. Así mismo debía estar equipado con cortinillas en los cristales, redes para alojar pequeños objetos, alumbrado eléctrico tanto en el interior como en el exterior y un espacio cubierto con capacidad para 500 kg de carga de equipaje.

El vehículo, de casi 7 tn de peso, debía ser movido por dos motores eléctricos de 15 Kilovatios cada uno con una potencia total de 43 cv, que debía ser suficiente para que el vehículo alcanzase los 20 km/h y superase pendientes de hasta el 12%.

Según los cálculos de los ingenieros de la empresa, el ómnibus podría venderse a un precio de 30.000 pesetas, dejando unos interesantes beneficios para la empresa.

Pero lo que en su diseño parecía sencillo, en la práctica se complicó. El acumulador eléctrico diseñado por Carlos Vellino no funcionaba, los plazos transcurrían y los gastos crecían. A partir de entonces el joven ingeniero Marc Birkigt se hizo cargo del proyecto optando por montar baterías convencionales, asumiendo el riesgo de aumento de peso en el vehículo y su consabida disminución de prestaciones sobre lo proyectado.

En agosto de 1900, se decidió presentar oficialmente a la prensa el ómnibus en el exterior de las instalaciones de la empresa, programando un viaje hasta la ciudad de Vich, distante unos 67 kilómetros de Barcelona. El ómnibus arrancó, salió de la fábrica, recorrió unos metros y desgraciadamente se paró, para desesperación de sus constructores. Tras muchos esfuerzos, no se consiguió volver a poner en marcha el vehículo y tuvo que ser remolcado para devolverlo a la factoría.

Este fracaso provocó el cese de Vellido como director técnico de la empresa, y el nombramiento en su lugar de Marc Birkigt. Se abandonaron todos los proyectos relacionados con motores eléctricos, centrándose a partir de entonces en la construcción de vehículos con motor de explosión.

Una vez asumida la dirección técnica por Marc Birkigt, se comenzó el diseño de automóviles con motor de explosión.

Se diseñaron dos motores, ambos de dos cilindros y 4,5 y 7 cv respectivamente, con la idea de fabricar una serie de 6 vehículos de cada uno de ellos. A mediados de 1901 los nuevos vehículos estaban listos.

El primer ejemplar con motor de 4,5 cv ganó una carrera siendo pilotado por Stahel, por lo que se comenzó la construcción de los 6 ejemplares pensados. Pero debido a la huelga general de mayo de 1901 y a que ya las arcas de la empresa estaban muy mermadas, la empresa se vio obligada a presentar suspensión de pagos.

La venta de vehículos, debido a su complejidad en la conducción, no funcionaba, y aunque con los nuevos motores de explosión funcionaban con corrección, la necesidad de mayores inversiones para la construcción de los mismos hacía imposible la continuidad de la empresa.

Los componentes restantes fueron comprados por uno de los principales acreedores (J.Castro) que posteriormente creó la marca “Castro”. El ingeniero suizo Marc Birkigt abandonó la empresa para crear junto a Damián Mateu la mítica empresa de automóviles Hispano-Suiza.

Emilio de la Cuadra, promotor de la idea y de la empresa, se reintegró al ejército, de donde procedía antes de la aventura, olvidándose de las iniciativas empresariales.

De los 6 vehículos previstos para construir, se desconoce cuantos fueron finalmente terminados, pero queda algún dato de alguno de ellos. Uno de los primeros se vendió al empresario español Francisco Seix y se sabe que fue utilizado con excelente resultado. Otro de ellos fue el primer vehículo que se matriculó en la provincia de Lérida a nombre de Juan Pellisó. Otro de los equipados con motor de 7 cv se matriculó en la provincia de Soria con la matrícula SO-2 y ha llegado hasta nuestros días, habiendo participado en el Rally de Sitges.



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