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La ciencia lúgubre



"La ciencia lúgubre" es un nombre alternativo despectivo para la economía acuñado por el historiador victoriano Thomas Carlyle en el siglo XIX. El término creó un contraste con el uso entonces familiar de "la gaya ciencia" para referirse a la composición de canciones y versos.[1]

La frase "la ciencia lúgubre" la crea primero Thomas Carlyle en su tratado de 1849 Discurso Ocasional en la Cuestión de Negro, en el cual argumenta a favor de reintroducir la esclavitud para regular el mercado laboral de las Indias Occidentales:

Es "lúgubre" encontrar el secreto de este Universo en la 'oferta y demanda', y reducir el deber de gobernadores humanos a aquello de dejar a los hombres solos". En cambio, los "ociosos hombres Negros en las Indias Del oeste" deberían ser "obligados a trabajar según sus condiciones, para hacer la voluntad del Creador que les ha construido".[2]

A menudo se dice, incorrectamente, que Carlyle dio a la economía el apodo "la ciencia lúgubre" como respuesta a los escritos del siglo XVIII del Reverendo Thomas Robert Malthus, quién sombríamente predijo que la inanición resultaría de la diferencia entre el crecimiento de la población y del aumento en el suministro alimentario.[3][4]​ Carlyle De hecho utilizó la palabra "lúgubre" en relación a la teoría de Malthus en Chartism (1839).

El punto de vista de Carlyle fue atacado por John Stuart Mill como si hiciera virtud del trabajo duro por sí mismo, retrasando el desarrollo del débil, y cometiendo el "error vulgar de imputar cada diferencia que encuentra entre seres humanos a una diferencia original de naturaleza".[2][5]

Muchos en el tiempo y después han entendido la frase en relación a las predicciones siniestras dibujadas de los principios de siglo XIX "economía política". Según Humphry House:[6]

"La frase de Carlyle, "la ciencia lúgubre", se ha citado tanto, que hay un riesgo de pensar que la opinión detrás de ella está confinada a él y sus seguidores; pero la opinión estaba extendida, y pensó que era una inferencia justificable de los trabajos de los economistas: 'Nadie,' dijo J. E. Cairnes, 'puede haber estudiado política económica en los trabajos de sus desarrolladores más tempranos sin ser golpeado con la tristeza del punto de vista que, en general, revela para la raza humana. Parece que era la opinión deliberada de Ricardo que una mejora sustancial en la condición de la humanidad era imposible.' No es que el principio Malthusiano de la población y la doctrina de que los salarios tienen que normal y necesariamente caer al punto mínimo fueran aceptados alegremente por los malvados explotadores como la justificación de sus beneficios; miles de personas cuyos intereses inmediatos no fueron tocados por estas creencias las encontraron difíciles de evitar. ... Malthus se cernía sobre Inglaterra como una nube. Es difícil ahora darse cuenta de lo qué significó para miles de hombres buenos y sensbiles que creyeron que su principio de la población era exactamente cierto—creían que cuando la pobreza se alivara y el estándar de vida mejorara, se crearía una carrera nueva hacia la linea de la miseria, al borde de la inanición. Aunque pudieran desear que esto fuera falso, temían que fuera cierta..."



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