La crucifixión es un lienzo realizado por el Greco supuestamente entre 1596 y 1600, o quizás entre 1600 y 1605. Generalmente se supone que formaba parte del Retablo de doña María de Aragón. Este lienzo consta con el número 75 y lo considera del tipo II dentro de la sección "Crucifixiones" de este artista, en el catálogo razonado realizado por el historiador del arte Harold Wethey, especializado en el Greco. Forma parte de la colección del Museo del Prado, en Madrid.
En 1596, El Greco se comprometió a realizar el retablo de la iglesia del colegio de doña María de Aragón. El nombre popular alude a doña María de Aragón, la mecenas que pagó las obras. El Greco recibió el encargo del Consejo de Castilla, después de la muerte de doña María. Existen documentos que atestiguan que las obras debían realizarse en tres años, pero no existen referencias del número de cuadros que lo formaban, ni de la estructura del retablo, ni de las temáticas tratadas. Si bien varios autores creen que formaba parte del mencionado retablo, según Harold E. Wethey, este lienzo fue realizado aproximadamente unos cinco años después de las pinturas que realmente conformaban aquel conjunto.
Esta obra se situaba presuntamente en el espacio central del retablo. La escena está estructurada a base de dos triángulos en los que se insertan las figuras. Jesús en la cruz es el eje de simetría; a su derecha se encuentran la Virgen María y a la izquierda san Juan Evangelista. Tres ángeles y María Magdalena completan la escena, recogiendo la sangre que emana de las heridas del Crucificado.
El Greco se aparta drásticamente de sus anteriores representaciones de esta temática, que generalmente representaban a Cristo todavía vivo, curvándose grácilmente, sin esfuerzo y sin exhibir sangre ni dolor. Por el contrario, en esta obra, el maestro cretense adopta unos rasgos casi medievales, que no pueden explicarse solamente por las meditaciones de Alonso de Orozco, que nunca se refirió a la presencia de María Magdalena, o del ángel recogiendo la sangre de Jesús. Posiblemente, El Greco tuvo que seguir de cerca las instrucciones de los comitentes de esta obra.
La composición presenta un gran estatismo, solamente perturbado por un ligero ritmo circular entre los ángeles y la Magdalena. Todos los elementos conducen a la figura de Jesús, que aparece violentamente iluminado y modelado, destacando ante la visión nocturna del monte Calvario. Todos los movimientos son pausados, con un ritmo ascensional marcado por la altísima Cruz y por las figuras de la Virgen María y de Juan el Evangelista, que encuentra un contrapeso en los alargados brazos del crucificado.
El Greco muestra un gran equilibrio en la distribución del color: la Virgen viste de verde y rojo oscuro, San Juan en rojo claro y verde, la Magdalena de azul neutro, el ángel vestido de amarillo verdoso, y los dos que recogen la sangre de Cristo, de rojo y amarillo. Esta combinación de colores pretende enfatizar la incipiente lividez de Cristo, que está en el centro de estas figuras.
Sin embargo, según Harold Wethey, esta Crucifixión no procede del Retablo de doña María de Aragón, sino de la Iglesia de los jesuitas de Toledo.
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