El arte medieval es una etapa de la historia del arte que cubre un prolongado período para una enorme extensión espacial. La Edad Media —del siglo V al siglo XV— supone más de mil años de arte en Europa, el Oriente Medio y África del Norte. Incluye distintos períodos, cuya valoración estética, sujeta a cambiantes criterios, ha venido emitiendo distintas denominaciones calificativas, que llegan a etiquetar a algunos como "edades oscuras" y a otros como "renacimientos"; incluye a su vez muy diferentes movimientos artísticos con distinta difusión geográfica, desde los llamados "estilos internacionales" hasta las artes nacionales, regionales y locales; en definitiva, una enorme diversidad en las obras de arte (pertenecientes a los más diversos géneros) y en los propios artistas (que en la Alta Edad Media permanecían en el anonimato de una condición artesanal de poco prestigio social, como los demás oficios establecidos en régimen gremial, mientras que en los últimos siglos de la Baja Edad Media, sobre todo en el siglo XV, alcanzarán la consideración de cultivadores de las bellas artes, aumentando en consideración social y preparación intelectual).
En la Antigüedad tardía se integró la herencia artística clásica del Imperio romano con las aportaciones del cristianismo primitivo y de la vigorosa cultura "bárbara" de los pueblos protagonistas de la época de las invasiones (procedentes de la Europa del Norte —pueblos germánicos—, de la Europa oriental —pueblos eslavos, magiares— o de Oriente —árabes, turcos, mongoles—), produciéndose peculiarísimas síntesis artísticas. La historia de arte medieval puede ser vista como la historia de la interacción entre elementos procedentes de todas esas fuentes culturales. Los historiadores de arte clasifican el arte medieval en períodos y movimientos: arte paleocristiano, arte prerrománico, románico, gótico (en Europa Occidental —la cristiandad latina—), arte bizantino (en el Imperio bizantino —la cristiandad oriental—) y arte islámico (en el mundo islámico), con influencias mutuas. Además, identifican estilos locales diferenciados, como el arte visigodo, el arte andalusí, el arte asturiano, el arte anglosajón, el arte carolingio o el arte vikingo; y estilos marcadamente sincréticos, como el arte hiberno-sajón, el arte árabe-normando, el arte mozárabe o el arte mudéjar.
El arte medieval se expresó en muy distintos medios a través de diferentes disciplinas artísticas, técnicas y géneros: arquitectura, escultura, orfebrería, manuscritos ilustrados (la miniatura y la caligrafía), frescos, pintura en tabla, mosaicos, y un largo etcétera, en el que se incluyen artes y oficios no incluidos habitualmente en las bellas artes, como la confección de la indumentaria medieval.
Las obras de arte medievales surgieron en un contexto en el que no existía el concepto de arte como fin en sí mismo ni el de la belleza como su objetivo, ni siquiera el concepto mismo de artista o de bellas artes (sino el de artes mecánicas, diferenciadas de las liberales). El objeto artístico medieval tenía, en el seno de la sociedad en que era producido, un carácter básicamente funcional. Para el medievalista francés Georges Duby, la obra de arte medieval cumplía fundamentalmente tres cometidos:
Ábside de la Basílica de Santa Pudenciana, arte paleocristiano.
Basílica de Santa Sofía, arte bizantino.
Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí.
San Apolinar el Nuevo, una de las iglesias bizantinas de Rávena.
San Apolinar in Classe, otra de ellas.
Decoración de mosaico y relieve policromado en los arcos y el capitel y cimacio de una columna en San Vital de Rávena, arte bizantino del siglo VI.
Corona votiva de Recesvinto, Tesoro de Guarrazar, arte visigodo.
Capilla palatina de Aquisgrán, arte carolingio.
Mezquita de Kairuán, arte islámico.
San Miguel de Hildesheim, arte otoniano.
Santa María del Naranco, arte asturiano.
San Miguel de Escalada, arte mozárabe o de repoblación.
Filigrana vikinga en bronce del siglo XI. La principal aportación de la influencia bárbara al arte altomedieval fue su particular enfoque del problema de la ornamentación, que dejó de ser naturalista para pasar a ser muy geométrica, casi heráldica; motivos trenzados y "en tenaza", la geometrización de motivos anteriores, como las vides pobladas de aves o la misma cruz, desde la cristianización de los bárbaros fueron interpretados de forma totalmente innovadora.
Cruz de Muiredach, arte insular o hiberno-sajón.
Mihrab de la Mezquita de Córdoba, arte andalusí.
Beato de Osma (1086), uno de los 27 ejemplares iluminados de los Comentarios al Apocalipsis de Beato de Liébana (776), que está entre los pocos libros que alcanzaron semejante difusión en la época más oscura de la Alta Edad Media, en la que los scriptorium monacales apenas conservaban y reproducían unos pocos textos clásicos o la propia Biblia. Otro best seller de la época fue Etimologías de Isidoro de Sevilla (630), éste de vocación enciclopédica.
Dos estilos internacionales marcan la época, dividiéndola en dos mitades: el arte románico los siglos XI y XII y el arte gótico, que comienza en Francia a mediados del XII y se va imponiendo en el resto de Europa Occidental en el siglo XIII y el XIV. El siglo XV significará el final de la Edad Media y la irrupción del nuevo arte de la Edad Moderna. El nombre románico es utilizado a partir de los historiadores de arte del siglo XIX, para compararlo con la arquitectura romana antigua; mientras que el término gótico es un despectivo utilizado por los artistas y tratadistas de arte del Renacimiento para designar a todo el arte medieval (incluido lo que hoy llamamos prerrománico y románico), que consideraban una degeneración del arte clásico de Grecia y Roma contaminado por los godos (por tanto, gótico).
Durante todo el periodo, el arte italiano es una excepción dentro de Europa Occidental, caracterizada por la influencia bizantina (muy visible en la Basílica de San Marcos (Venecia) y la herencia clásica (Púlpito del baptisterio de Pisa de Nicola Pisano), que, aunque produzca ejemplos paradigmáticos de un estilo internacional (el románico de la Catedral de Pisa o el gótico de la Catedral de Milán) siempre lo hace desde la adaptación a una visión propia, más horizontal y armónica (véase Arquitectura románica en Italia). La arquitectura en Alemania, en cambio, se caracterizó por una mayor búsqueda de la altura. En la península ibérica, los reinos cristianos alternaron entre una mayor influencia de Italia (Corona de Aragón) o Francia y Flandes (Corona de Castilla), y la constante influencia del arte islámico (arte mudéjar), mientras que los reinos musulmanes desarrollaban el arte almohade o el arte nazarí. En Francia también se produjo una gran diversidad estilística (entre Île de France, Provenza, Auvernia, Aquitania, Bretaña o Borgoña) y en algún caso, como el de Normandía, se exportó (Arquitectura normanda, de influencia notable en el sur de Italia —arte árabe-normando— y en las Islas Británicas, sobre todo en el románico inglés y con desarrollo posterior en ciertas características diferenciales del gótico inglés y el estilo Tudor).
Catedral de Pisa, románico italiano.
Catedral de Chartres, gótico francés.
Stavkirke de Borgund, arquitectura nórdica en madera, Noruega.
Catedral de Cefalú, arte árabe-normando, Sicilia, siglo XII.
Monasterio de Chelandariou, uno de los del Monte Athos, arte bizantino.
Ábside de Sant Climent de Taüll, pintura románica en una pequeña iglesia rural del Pirineo catalán, siglo XII.
Puerta de Platerías de la Catedral de Santiago de Compostela, arquitectura y escultura románica en el final del Camino de Santiago.
Almacén del Monasterio de Santa María de Huerta, cisterciense.
Éxtasis de San Francisco de Asís, fresco de Giotto, pintura gótica italiana, finales del siglo XIII o comienzos del siglo XIV.
Mezquita de al-Azhar, El Cairo.
Pórtico occidental de la catedral de Rochester (Inglaterra). En el románico, las arquivoltas acogen decoración escultórica en sentido radial, marcando las dovelas del arco de medio punto.
Pórtico de la catedral de Bourges (Francia). En el gótico, las arquivoltas acogen a las esculturas en sentido conforme al arco ojival.
Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela, del Maestro Mateo, que inicia la transición del hieratismo románico a la sensibilidad del gótico ya en la segunda mitad del siglo XII (1168-1188).
Baptisterio de San Luis, orfebrería de origen egipcio utilizada por la monarquía francesa.
La catedral de Sevilla, construida en estilo gótico sobre la mezquita mayor, y cuya torre (la Giralda) es el antiguo alminar almohade.
Púlpito del baptisterio de Pisa, de Nicola Pisano (1260), es un precedente del renacimiento por sus características más clásicas que medievales, cuando en el resto de Europa aún se desarrollaría varios siglos más el estilo gótico.
Pórtico del juicio final de la Catedral de Bamberg.
Catedral de San Marcos y Palacio Ducal de Venecia.
Detalle del retablo de María Magdalena en la catedral de Torun.
Torre de la catedral de Teruel, arte mudéjar.
Mirador de Lindaraja en la Alhambra de Granada, arte nazarí.
Mosaico de una de las cúpulas de San Salvador en Chora, arte bizantino.
Retablo mayor de la Seo de Zaragoza, de Pere Johan.
Las muy ricas horas del Duque de Berry, de los hermanos Limbourg.
Crucifijo de Cimabue.
Adoración del cordero místico, de los hermanos Van Eyck, pintura flamenca primitiva.
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