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La mujer de la arena (película)



La mujer de la arena o La mujer de las dunas (en japonés, 砂 の 女 Suna no Onna, "mujer de la arena") es una película japonesa de 1964 dirigida por Hiroshi Teshigahara y protagonizada por Eiji Okada y Kyoko Kishida. Perteneciente a la corriente de la Nueva ola japonesa, el guion de la película fue adaptada por Kōbō Abe de su novela La mujer de la arena de 1962.[1]​ Recibió revisiones críticas positivas y fue candidata a dos Premios de la Academia.

Un maestro de escuela, Junpei Niki (Eiji Okada), sale de expedición para recolectar insectos que habitan en las dunas de arena. Cuando no alcanza el último autobús de regreso, los pobladores le sugieren que se quede la noche. Lo bajan mediante una escalera de soga a una casa ubicada en una cantera de arena, donde vive sola una joven viuda (Kyoko Kishida), una mujer tímida y sencilla cuyo esposo e hija murieron en una tormenta de arena. La mujer es empleada por los aldeanos en sacar la arena para la venta, salvando así la casa de ser enterrada por el avance de la arena.

Cuando Junpei trata de salir a la mañana siguiente, no encuentra la escalera y no puede subir por la duna, pues la arena se desmorona. Los aldeanos esperan que se haga esposo de la mujer para ayudarla a sacar arena. Junpei desea marcharse, pero se vuelve amante de la viuda. Una mañana, usando un improvisado gancho atado a una cuerda, escapa de la duna de arena, pero no conoce la geografía del área y queda atrapado en arenas movedizas. Los aldeanos lo liberan y lo regresan a la casa.

Finalmente, Junpei se resigna a su situación. Solicita tiempo para ver el mar, y los aldeanos le ofrecen concedérselo si le hace el amor a la mujer frente a ellos. Desesperado, Junpei accede y trata de forzar a la mujer, pero ella logra escapar. Mediante su persistente esfuerzo de atrapar un cuervo, Junpei descubre una manera de obtener agua de la arena húmeda por las noches y se obsesiona con perfeccionar la técnica. Cuando se descubre que la mujer está embarazada, los aldeanos la llevan a un médico y olvidan retirar la escalera de soga antes de irse. Junpei tiene la oportunidad de escapar, pero elige quedarse. La toma final de la película muestra un informe policial, que revela que Junpei ha estado desaparecido durante siete años.

La versión roadshow de La mujer de la arena fue estrenada en Japón el 15 de febrero de 1964, donde fue distribuida por Tōhō.[1]​ El estreno general en Japón ocurrió el 18 de abril de 1964; la película se cortó a 127 minutos.[2]

La película tiene una calificación de 100% en Rotten Tomatoes, basado en 14 reseñas con una calificación promedio de 8.7 sobre 10.[3]​ Fue una de las diez mejores películas elegidas por el cineasta ruso Andréi Tarkovski.[4]

Roger Ebert añadió la película a su lista de grandes películas en 1998. Viendo la obra como un recuento del mito de Sísifo, Ebert escribió: "Nunca ha habido una fotografía de arena como esta (ni siquiera en Lawrence de Arabia), y al anclar la historia con tanta firmeza en esta realidad física tangible, el director de fotografía, Hiroshi Segawa, ayuda al director a lograr la difícil hazaña de contar una parábola como si realmente estuviera sucediendo."[5]​ Strictly Film School la describe como "una sobria e inolvidable alegoría para la existencia humana".[6]​ Según Max Tessier, el tema principal de la película es el deseo de escapar de la sociedad.[7]

El compositor de la película, Tōru Takemitsu, fue elogiado. Nathaniel Thompson escribió, "la música a menudo discordante, experimental [de Takemitsu] aquí es casi un personaje en sí mismo, insinuándose en el tejido del celuloide tan imperceptiblemente como la arena."[8]​ Ebert también declaró que la banda sonora "no subraya la acción, sino se burla de ella, con notas altas y lastimeras, duras, como un viento metálico".[5]

La película ganó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes de 1964,[9]​ algo inusual para una película vanguardista, fue nominada al Óscar por mejor película extranjera en el mismo año (perdió ante la película italiana Ayer, hoy y mañana).[10]​ En 1965, Teshigahara fue nominado al Oscar al mejor director (perdiendo con Robert Wise de The Sound of Music). En 1967, la película ganó el prestigioso Gran Premio de la Asociación Belga de Críticos de Cine.



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