Macro-Ye (también escrito como macro-Gê y macro-Jê) es un conjunto de lenguas de América del Sur que en la opinión de los especialistas forman macrofamilia, que incluye a la familia de lenguas ye (jê) y otras lenguas de Brasil. Como unidad filogenética, este grupo fue propuesto por primera vez en 1926 por W. Schmidt y fue mantenido después con modificaciones que varían de un autor a otro. Kaufman (1990) encuentra la hipótesis de parentesco filogenético como "probable".
El nombre macro-Jê fue propuesto por primera vez por J. A. Mason para referirse a un amplio grupo de lenguas de Brasil, que suponían relacionadas con las lenguas Jê. W. Schmidt había empleado previamente el nombre Ges-Tapuya, y C. Loukotka el nombre Tapuya-žé, en el mismo sentido. El que todos los subgrupos incluidos bajo dicha denominación forman una macrofamilia es una hipótesis de trabajo que difiere de un autor a otro en sus detalles:
Gran parte de las lenguas involucradas en la hipótesis Macro-Yê son lenguas muertas pobremente documentadas. Eso hace que sea difícil precisar sus relaciones dentro de la macrofamilia Macro-Yê. La clasificación propuesta por A. Rodrigues (1999) y, ampliada por E. Ribeiro y H. Van der Voort (2010):
La cifra entre paréntesis indica el número aproximado de hablantes, las lenguas extintas se han marcado con el signo (†).
Existe una gran disparidad léxica en la familia macro-yê, razón por la cual diferentes autores difieren sobre el número de ramas que compondrían la familia. El proyecto comparativo ASJP basado sólo en comparaciones de vocabulario, no puede establecer la relación exacta entre algunos grupos y el árbol filogenético que propone para estas lenguas consta 9 partes, sin que se pueda explicitar sobre la base de la información disponible la relación entre ellas. En el siguiente esquema se muestran las 9 ramas que se obtienen a partir de la comparación léxica:
Xerente
Apinayé
Timbíra (Canela)
Suya
Panará
Mašakalí
Patašó
Kaignang
Arikapú
Djeoromitxi (Yabutí)
Umotina
Las lenguas macro-yê comparten una morfología irregular con las familias tupí y Caribe, y Rodrigues (2000) y Ribeiro conectan todas como una familia Ye-Tupí-Caribe.
Igualmente Viegas Barros ha encontrado una serie de semejanzas entre el sistema pronominal de las lenguas macro-yê y las lenguas mataco-guaicurú, similares a las similitudes que otros autores han señalado entre el macro-yê y el chiquitano.
Aunque muchas lenguas macro-yê se hablan en la Amazonia brasileña, la distribución geográfica es más circunamazónica, rodeando la Amazonía por el este y el sur. La mayoría de lenguas se concentran en el este y noreste de Brasil, aunque algunos pocos grupos habitan el centro y el suroeste de Brasil. La única lengua macro-yê conocida hablada fuera del actual Brasil es el Otúke que se hablaba al este del río Paraguay en Bolivia. Desde un punto de vista geográfico el dominio de las lenguas macro-yê puede dividirse en tres áreas: oriental, central y occidental que se extienden diagonalmente a lo largo de las tierras bajas de Sudamérica desde el este y noreste atlántico hasta el curso alto del río Paraguay:
En el siglo XVI cuando los europeos, principalmente portugueses y franceses, llegaron a la costa oriental de Sudamérica, la mayor parte de las áreas costeras estaba ocupada por etnias que hablaban lenguas tupí-guaraníes, aunque en algunos lugares etnias macro-yê viajaban estacionalmente a la costa para obtener recursos del mar. Este era el caso por ejemplo de los Maromomim o Guarulho y de los Waitaká cuyas lenguas no están bien documentadas, aunque se sospecha pudieron ser del grupo purí.
La mayoría de pueblos macro-yê ocupan tierras en la sabana oriental de Brasil, y muy pocas etnias viven en la Amazonia propiamente dicha. Es posible que estos grupos actualmente en la Amazonia entraran allí tardíamente por la presión de los portugueses sobre las tierras cultivables de la sabana. Durante el siglo XVIII los Panará vivían principalmente en la cuenca del río Panará, en el sur de la actual Goiás, donde se les conocía como Kayapó. Tras su desaparición por causa de la guerra contra ellos el mismo nombre se aplicó a otros grupos yê cuya lengua era similar, pero no la misma que la de los Panará. Muy recientemente (1968) se encontró una gran población de Panará fue encontrada en el río Peixoto de Azevedo, donde había buscado refugio y se las habían arreglado para vivir durante más de dos siglos en paz y libertad. Poco tiempo después la población de Panará disminuyó drásticamente por culpa de las epidemias.
Un número significativo de lenguas macro-yê desapareció como consecuencia del asentamiento europeo en Brasil. Los pueblos más afectados fueron los de la parte oriental del país. Durante el siglo XIX aún había pequeños grupos que hablaban lenguas macro-yê en la región.
Las lenguas macro-yê son aglutinantes y ligeramente sintéticas, combinando elementos de marcaje de núcleo y marcaje de modificador.
Nikulin (2020) reconstruye el siguiente inventario consonántico para el macro-ye:
En cuanto al inventario vocálico reconstruye /*a, *â, *ə, *ə̂, *y, *o, *ô, *u, *e, *ê, *i, *ə̃, *ỹ, *ũ, *ẽ, *ĩ/. La sílaba puede llegar a tener una estructura de la forma /*CɾVC°/, donde /°/ es una epéntesis vocálica. El ataque silábico complejo sólo incluye cuatro posibilidades /*pɾ-, *mɾ-, *kɾ-, *ŋɾ-/.
Los paradigmas morfológicos de las lenguas macro-yê no son muy complejos. Las clases de palabras se diferencian más por procedimientos sintácticos que por la presencia de afijos. Una característica peculiar de las lenguas macro-yê de casi todas las ramas es el marcaje del núcleo sintáctico de un sintagma nominal, verbal o postposicional, según haya contigüidad textual del complemento que acompaña a dicho núcleo. Por ejemplo cuando en un sintagma nominal en el que el núcleo está poseído, este núcleo llevará un prefijo diferente si el poseedor aparece en el mismo sintagma o si no aparece.
Esta peculiaridad puede ser muy antiguo en las lenguas macro-yê, remontándose posiblemente al proto-macro-yê. Incidentalmente el mismo procedimiento aparecen en algunas lenguas tupí y en algunas lenguas caribe, lo que podría indicar que se trata de un rasgo de área que se generalizó a las tres familias o podría ser una evidencia indirecta más de la valiez de la macrofamilia yê-tupí-caribe.
Los posesivos generalmente aparecen como pronombres proclíticos (como en las lenguas románicas), aunque algunas lenguas como el Yatê usan prefijos posesivos. El número gramatical en general no se expresa morfológicamente mediante un afijo, y cada subfamilia usa procedimientos diferentes: en las lenguas bororo se usan tanto la adición de sufijos como el truncamiento, otras lenguas no tienen marcas de plural en los nombres, aunque posee pronombres diferentes para las formas de plural. En otras lenguas como el kaingáng el verbo tiene formas diferentes para singular y plural, obtenidas a partir de prefijación, infijación, reduplicación o una combinación de estos procedimientos.
Muchas lenguas macro-yê carecen de concordancia gramatical con el verbo. En cambio las ramas Yatê, Karayá y Guató tienen morfologías verbales complejas y concordancia tanto con el sujeto como con el objeto.
Las lenguas de la subfamilia Yê tiene un orden SV en oraciones intransitivas y SOV en oraciones transitivas, en la mayoría de oraciones declarativas. Los siguientes ejemplos procedentes del dialecto Canela del Timbira ilustran este orden en una oración intransitiva (1) y en una oración transitiva (2):
El mismo orden prevalece en Maxakalí, Krenák, Yatê, Karayá, Boróro y Rikbaktsá. Los datos sobre el Kamakã, el Purí y el Ofayé son tan limitados que no es posible conocer cual es el orden preferido. Sin embargo el Karirí y el Guató se alejan notablemente de ese orden sintáctico, en las oraciones intransitivas ambos emplean el orden VS mientras que en las transitivas en Kipeá (Karirí) se usa VOS, los dos ejemplos siguientes (3) y (4) ilustran este orden:
Por otro en Guató se usa VSO en oraciones transitivas, los dos siguientes ejemplos provienen de esta lengua:
Además todas las lenguas macro-yê excepto el Karirí y el Guató son consistentemente postposicionales. El Karirí y el Guató poseen tanto preposiciones como postposiciones.
Igualmente en todas las lenguas excepto el Guató y el Karirí el poseedor precede al poseído.
Durante mucho tiempo el parentesco de las lenguas macro-yê entre sí ha sido sólo una conjetura o un conjunto de conjeturas plausibles. La distribución geográfica es muy amplia y la diferenciación léxica entre estas lenguas es muy marcada por lo que no resulta fácil descubrir series amplias de cognados que permitan reconstruir fácilmente el proto-macro-yê. Rodrigues (2000) da algunas decenas de cognados y muestra algunas correspondencias fonéticas regulares como las que se resumen en la siguiente tabla:
La lista de cognados en la que se basa dicha tabla es:
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