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Los 100



Los 100, un ranking de las personas más influyentes en la historia es un libro escrito en 1978 por Michael H. Hart, astrofísico estadounidense. Es una lista de las cien personas que, según el autor, han sido las más influyentes en la historia de la humanidad. La lista es (según propia confesión del autor) absolutamente personal y propia, por lo que no debe ser considerada como fuente de información verídica debido a las diversas inconsistencias estadísticas e históricas que presenta.

Entre los criterios que Michael Hart tuvo en cuenta para confeccionar su lista se encuentran:

De la lista cabe destacar el relevante papel cualitativo de figuras religiosas (los diez primeros de la lista son en su mayoría de este tipo) y científicas, la escasa presencia de escritores o artistas frente a la alta de figuras científicas o político-militares, la abundancia de personalidades europeas y/o anglosajonas en contraste con las africanas (un dato curioso que Hart menciona es el relativamente alto número de escoceses), aunque también abundan asiáticos, y la presencia de solo dos mujeres. Según Michael Hart, estos hechos no se deben a criterios ideológicos del autor, sino a lo que él cree que ha sido la historia del mundo, donde las mujeres han tenido escasa relevancia política o social, los europeos y estadounidenses han controlado el orden mundial, los líderes religiosos han ejercido gran influencia a lo largo del tiempo y en gran número de personas, y los artistas, desgraciadamente, no han tenido tanta relevancia como los políticos o los militares.

Por otra parte, podría sorprender la elección de Mahoma como primero de la lista. La explicación, según Michael Hart, es que Mahoma no solo creó el islamismo, sino que fue el principal responsable de su difusión, y generó a su vez un movimiento militar que cambiaría la historia. En cambio, en el caso de Jesucristo, la difusión realizada en vida se limitó a unos pocos discípulos, y fue san Pablo el principal responsable de su difusión inicial, la que la convertiría en la religión mayoritaria en los tiempos futuros ―aparte de no haber un movimiento militar claro como consecuencia, la repercusión política del cristianismo no se haría palpable hasta Constantino el Grande―. El hecho de que Jesucristo y san Pablo tengan que repartirse ese mérito hace que su puesto sea menor, y que por tanto, según Hart, esta primera posición le corresponda a Mahoma. Aunque se ha comentado profusamente la relación entre la inclusión en lista y las religiones a las que pertenecen sus integrantes, en realidad casi la mitad de los primeros 50 personajes están relacionados con la ciencia y la tecnología.[1]

En cuanto a representantes de la comunidad hispanohablante (a la que va dirigida la Wikipedia en español), la lista incluye solo cuatro españoles (Francisco Pizarro, Hernán Cortés y los Reyes Católicos), un italoespañol (Cristóbal Colón) y tan solo un sudamericano, Simón Bolívar. La lista original incluía un español más, el pintor Pablo Picasso.

El libro se reeditó en 1992[2]​ con algunas modificaciones. La mayor parte de ellas venían influenciadas por la caída del comunismo (los puestos de Karl Marx, Lenin o Mao Zedong cayeron drásticamente, aunque apenas varió la de Stalin, y Mijaíl Gorbachov entró en la lista), algunas reconsideraciones o la corrección de descuidos (Ernest Rutherford, de hecho, no se hallaba en la lista original por olvido inintencionado y confeso del autor), y otros criterios. Por ejemplo, Picasso, Becquerel y Niels Bohr salieron de la lista, pero entraron Henry Ford y los ya mencionados Rutherford y Gorbachov.

Como la lista es resultado de las reflexiones personales de su autor, hay variadas opiniones y consideraciones sobre quiénes merecerían haber sido incluidos y no aparecen y a la inversa, sobre quienes no ameritan ser mencionados entre los 100. Michael Hart explica al final de su libro algunos criterios para dejar fuera a algunos personajes, de los que tan solo mencionamos algunos: Leonardo Da Vinci no se incluye porque, pese a su genialidad, sus grandes descubrimientos no fueron de ayuda puesto que sus manuscritos no fueron llevados a la luz pública a su debido tiempo, lo que implica que sus estudios fueron redescubiertos a medida del paso del tiempo. Así, sus esfuerzos habrían sido en cierto modo vanos para la humanidad (en el sentido de influenciarla), puesto que sus ideas permanecieron en la penumbra por más de tres siglos; Marie Curie es un ejemplo para científicos y feministas, pero sus descubrimientos, aunque muy relevantes, no son suficientes para estar incluida en la lista; Henri Becquerel descubrió la radiactividad, pero realmente no se dedicó a indagar mucho más acerca del fenómeno, etc.



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