Desde los primeros movimientos autonomistas de 1808 en la Nueva España hasta el triunfo del movimiento encabezado por Agustín de Iturbide en 1821, se organizaron variadas redes ocultas de apoyo a los diferentes movimientos emancipadores, que informalmente se fueron organizando con paso del tiempo, de estos el más conocido es el llamado de Los Guadalupes, el cual tuvo su principal actividad entre 1811 y 1814.
Durante la colonia se decía que la Ciudad de México estaba protegida por cuatro advocaciones de la Virgen María, al sur La Piedad, al oriente de la Merced, al norte la de Guadalupe y al poniente la Virgen de los Remedios, entre estas dos últimas existió una especie de competencia en la cual la clase de españoles y criollos se identificaban con la Virgen de Los Remedios, mientras los indígenas y castas lo hacían con la Virgen de Guadalupe ya que se identificaban por estar plasmada en una tilma de maguey y ser una representación morena de María.
Esta competencia incluso se trasladó a la guerra donde formalmente los ejércitos virreinales nombraron como Capitana General a la advocación de los Remedios para enfrentar el uso que dieron las múltiples fuerzas insurgentes a la imagen de la Virgen de Guadalupe la cual tomaron como símbolo en común, a tal punto fue esta identificación que en no pocas ocasiones, luego ganar una batalla sometían a juicio a la imagen de la advocación opuesta y su consiguiente castigo que usualmente era el fusilamiento, como lo ocurrido luego de una escaramuza el 15 de febrero de 1813 en el Fuerte de San Diego en Acapulco.
Esta identificación motivó que como medida de seguridad los firmantes de la gran variedad de documentos que se intercambiaron los insurgentes, lo hicieran bajo un seudónimo relacionado con la Virgen de Guadalupe, tal como “los doce”, “número 12”, “Serafina Rose” y más comúnmente Los Guadalupes nombre por el cual se identifica al grupo en general.
Desde la conjura de 1808 empezaron a operar una gran variedad de grupos subversivos, los cuales estaban conformados mayoritariamente por criollos y mestizos, estos grupos planearon y echaron a andar varias conspiraciones como la de Valladolid y la de Querétaro de donde nació el movimiento de independencia de 1810, entre estos grupos se tiene noticia de uno llamado “El Águila”, el cual al parecer fue el iniciador o por lo menos el primero de importancia, al grado de ser blanco de las investigaciones del gobierno virreinal.
Este grupo al parecer fue desorganizado por la derrota y captura de Miguel Hidalgo ya que varios de sus integrantes se unieron abiertamente al movimiento cuando parecía cercana la victoria luego de la Batalla del Monte de las Cruces, derrotados se acogieron a las amnistías o fueron detenidos, entonces la dirección del movimiento recayó en Ignacio López Rayón el cual como abogado le dio una estructura y un gobierno, creando la Suprema Junta Gubernativa de América la cual fue defendida en lo militar por José María Morelos, en su organización dividió tareas y estableció un sistema de espionaje el cual se basó en informantes bien avenidos con el poder virreinal, los cuales por medio de correos clandestinos y argucias hacían llegar a las fuerzas insurgentes, pertrechos de boca y fuego, imprentas y sus accesorios, dinero y sobre todo información de lo que pensaban y hacían los realistas. Este carácter secreto que se basaba en la destrucción de las cartas y documentos tan pronto llegaban a destino, como el uso de seudónimos ha hecho poco menos que difícil dar un cuerpo a su historia, quedando en retazos su composición.
Peso pese a eso se sabe que la firma de documentos como “Los Guadalupes” inicio hacia mediados de 1811 y que cesó a finales de 1814, o por lo menos no se tienen documentos posteriores a esa fecha, la mayoría en poder de los realistas, se conoce que el gobierno virreinal mandaba comunicados a España donde establece la existencia de los Guadalupes en el mismo periodo y posterior a ese, que llevó a juicio y sentenció a destierro a varios personajes de la época, de los cuales entre los trabajos como historiadores de Lucas Alamán y Carlos María de Bustamante se han podido identificar a 42 personas que formaron parte de este grupo, la mayoría residentes entonces en la ciudad de México y sus alrededores, aunque es seguro que muchos fueron totalmente anónimos. De sus actividades por la misma naturaleza de su trabajo se conoce pocos hechos documentables, pero aun hoy se tienen pistas por situaciones como las siguientes:
De los hechos contados por contemporáneos como Lucas Alamán y Carlos María de Bustamante, se conocen algunos que no son verificables:
Algunos de sus supuestos miembros conocidos fueron:
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