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Máscara



Una máscara o careta es una pieza normalmente adornada que oculta total o parcialmente el rostro. Las máscaras se han utilizado desde la antigüedad con propósitos ceremoniales y prácticos.

La palabra «máscara» tiene origen en el masque francés o maschera en italiano o másquera del español. Los posibles antepasados en latín (no clásico) son mascus, masca = «fantasma», y el 'maskharah' árabe = «bufón», «hombre con una máscara». Otro posible origen sería la combinación de las palabras "más" y "cara", haciendo referencia a las caras que se añaden al portar una máscara.

Se trata de una simplificación ornamental. Lo visible se reduce a los elementos básicos que transforman un rostro en máscara. Y la máscara es a su vez una representación, cargada de intenciones y simbolismos, convertidos en arquetipos que son parte del inconsciente colectivo e individual y representan los temores y aspiraciones de una civilización

Aunque a la máscara también se le llama “careta” es importante aclarar que esta se usa exclusivamente para cubrir el rostro y disimular los rasgos de la cara. En algunos países hispanoamericanos se les nombra careta de soldador a unas máscaras hechas de plástico negro, con una ventanilla de vidrio oscuro o sombreado, que cubre parcialmente la cara de la persona que suelda objetos metálicos con Soldadura De arco eléctrico, para evitar los efectos nocivos de la luz radiante que se produce durante el proceso del arco.

Los etnólogos sitúan el nacimiento de la máscara en el momento en que se produce la auto conciencia –conciencia de uno mismo-. Su uso se remonta a la más lejana antigüedad, encontrándose entre los egipcios, griegos y romanos. Los griegos las empleaban en las fiestas dionisiacas; los demás en representaciones escénicas.

En la Edad Antigua, las máscaras los hombres estaba estrechamente vinculado con los animales y con su mundo circundante, usaban las máscaras para relacionarse con ellos; conoce el miedo a las fuerzas por las que se encuentra amenazado: una tempestad, un animal salvaje o espíritus, por lo que considera necesarios símbolos y escudos protectores. Este sentimiento recae en todo el entorno y en que a todos los seres se les concede fuerzas sobrenaturales y sobre ellos se proyectan contenidos inconscientes; en consecuencia, se “personificaran” para influir en las fuerzas demoníacas.

Entre los griegos y romanos, las máscaras eran una especie de casco que cubría enteramente la cabeza y además de las facciones del rostro, tenía pelo, orejas y barba habiendo sido los griegos los primeros en usarlas en sus teatros a fin de que los actores pudieran semejarse físicamente al personaje que representaban.

En Grecia, la máscara no solo va a infundir temor, sino, también, alegría de vivir. Las fiestas rituales van a dejar paso a las representaciones teatrales; marcando así, una distancia entre ella misma y quien la porta.

Durante el Renacimiento tuvieron un auge inesperado con la comedia dell’arte italiana, siendo las máscaras notablemente burlescas para estas comedias de improvisación con un repertorio fijo de personajes y esquemas básicos argumentales —por lo tanto arque típicos—: arlequines, pierrots y colombinas, entre otros, que podían decir impunemente la verdad. Con todo, el mayor empleo de la máscara tenía efecto en el siglo XVI, en Italia y, sobre todo, en Venecia, durante el Carnaval.

Las primeras máscaras se hicieron de corteza de árbol, luego fueron de cuero forrado de tela y por último las hacían de marfil o de madera para que tuvieran más consistencia y texturas más reales. Desde el siglo XVI al XVIII las damas adoptaron las máscaras con el nombre de antifaces para resguardarse del sol.[1]

Las máscaras se usan en funciones rituales, sociales y religiosas, donde los participantes las usan para representar las figuras espirituales o legendarias. En algunas culturas también se cree que el usar una máscara permitirá que el portador tome las cualidades de la representación de esa máscara; es decir, una máscara de leopardo inducirá al portador a convertirse o actuar como leopardo.

Permiten a su vez una unión entre la divinidad, los vivos y los muertos; entre sus antepasados y él mismo; es decir, que la máscara recoge este conflicto del hombre con la muerte. El cambio de identidad en el usuario de esa máscara, es vital, porque si el espíritu representado, no reside en la imagen de la máscara, el ritual en el que se use, será poco eficaz, y las plegarias, ofrendas y peticiones, no tendrán significado ni sentido. Pueden funcionar para contactar poderes espirituales de protección contra las fuerzas desconocidas del universo y el triunfo de la vida.

La persona que usa la máscara también está en una asociación directa con el espíritu, por lo que corre el riesgo de ser afectado por él. Así como el creador, el portador debe seguir ciertos procedimientos para protegerse, así como manifestar su respeto. De alguna manera es un actor en colaboración o cooperación con la máscara. Sin su actuación, sus posturas, los pasos de la danza y la sucesión de esta, la máscara quedaría sin la fuerza vital completa.

Las máscaras pueden funcionar para contactar poderes espirituales de protección contra las fuerzas desconocidas del universo y el triunfo de la vida. En otras ocasiones, invocación a las fuerzas de la guerra.

En México y Centroamérica, la mayoría de las ciudades tienen nombre cristiano y nombre indígena, por ejemplos, Tianguistenco, Santiago Tianguistenco, o Santa María Axixitla. Todos los santos cristianos tienen un día específico en el año dedicado a ellos, y cada ciudad típicamente tiene un festival durante ese día, implicando la combinación de las tradiciones cristiana e indígena. Estos festivales incluyen con frecuencia los desfiles y teatro callejero donde actúan una historia. Las máscaras y los trajes de estos festivales se convierten en artículos de colección. Una máscara utilizada en tales festivales se denomina como máscara «danzada». Estas máscaras pintadas hechas a mano, se fabrican típicamente con madera y pueden utilizar cuerdas, cuernos o dientes animales, o caucho de los neumáticos como ornamentos.

En África, especialmente centrados en el oeste de África, las máscaras también desempeñan un papel importante en las ceremonias tradicionales y danzas de teatro. Todas las máscaras africanas caen en una de cuatro categorías: espíritus del antepasado, héroes mitológicos, la combinación del antepasado y el héroe, y los espíritus animales.

En Borneo, las tribus dajao vienen realizando hasta nuestros días el ritual de la máscara en el que atrapan al espíritu del arroz.

Su uso es presente también en ritos de regeneración y culto a los muertos, porque también de ellos, de su posible regreso, protege la presencia de la máscara (desde Etruria, Italia hasta Teotihuacán, México).

También aparecen en ritos de iniciación; curar o producir enfermedades, expulsión de males, protección contra el infortunio y el dolor, protección de cosechas y llamar a su abundancia.

Chamán africano con su indumentaria ritual

Máscara ritual del periodo EDO en Japón representando un demonio

Máscara de piedra y concha de spondylus en Teotihuacan, México

Máscara ritual en forma de cerdo de Nueva Guinea

Máscara de Dziad en Polonia

En el Libro de las Máscaras del anticuario y coleccionista Francesco Ficoroni se observan los diferentes tipos de máscaras que se usaban en el Teatro medieval así como las que se usaban en el arte funerario romano. En él se pueden ver 85 grabados de Cesare Mazzoni y Pomerade[2]

Máscara del carnaval de Venecia

Máscara de teatro romana en terracota (año 200-250)

Máscara de representaciones bugaku (Japón), siglo XV o XVI

Máscara de Zanni, de la Comedia del Arte italiana

Las máscaras protectoras tienen las siguientes funciones:

Muchas máscaras tienen diversas funciones. Este tipo de máscaras normalmente son incluidas en las categorías de elementos de protección, tales como anteojos, cascos y viseras. A continuación se mencionan algunas de estas:

Artesana usando máscara con filtro

Máscara protectora de bombero

Máscara antigás

Máscara de buceo

Máscara de oxígeno

Máscara de soldador

Máscara de aire

Protección de esgrima

Máscara de hockey

La máscara (schandenmaske en alemán) se utiliza para la humillación pública; una forma popular reducida son las orejas de burro colocados en los alumnos malos ('burros'), otras particularmente incómodas tales como la máscara de hierro, se usan como dispositivos para la tortura o el castigo corporal.

La «máscara viva» es un molde de yeso de un rostro, usado como modelo para realizar una pintura o una escultura.

Una «máscara de muerte» es igual a la «máscara viva» pero tomada del rostro de un modelo recientemente fallecido. Las máscaras de muerte eran muy populares en el mundo occidental durante los siglos XVIII y XIX. Ambos métodos pueden preservar un retrato realista tridimensional.

Una máscara facial (o simplemente facial) es una máscara temporal, no sólida, usada en cosmética o como terapia para el tratamiento de la piel.

Un antifaz es un velo o máscara con el que se cubre la cara, especialmente la parte de los ojos. Puede tener distintos tipos de decoración ya sea con diferentes tipos de materiales como por ejemplo papel, cartulina, etc.




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