Maurice Merleau-Ponty, nacido en Rochefort-sur-Mer el 15 de marzo de 1908 y muerto en París el 3 de mayo de 1961, fue un filósofo fenomenólogo francés, fuertemente influido por Edmund Husserl.
Es frecuentemente clasificado como existencialista, debido a su cercanía con Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, así como por su concepción heideggeriana del ser, aunque posteriormente, debido a su litigio con Sartre, Merleau-Ponty negaba pertenencia o acuerdo con dicha filosofía.
Estudió en el Lycée Janson de Sailly de París y en el Liceo Louis-le-Grand de París, al terminar los estudios Merleau-Ponty ingresó a la Escuela Normal Superior de París, en la misma época que Sartre, donde terminó la carrera de filosofía como segundo de su clase en 1930. En 1945 se graduó de doctor en letras en la Universidad de París.
Comenzó a dar clases en Chartres, pero después regresó a la Escuela Normal Superior por un doctorado en letras en 1945, que consiguió con dos libros muy importantes: La estructura del comportamiento (1942) y la Fenomenología de la percepción (1945).
Enseguida se convierte en profesor de filosofía de la Universidad de Lyon (1945 a 1948), y después en profesor de psicología infantil en la Sorbona (1949 a 1952). Al final, se vuelve titular de la cátedra de filosofía del Colegio de Francia a partir de 1952 y hasta su muerte en 1961, siendo uno de los más jóvenes en acceder al mencionado Colegio de Francia.
Merleau-Ponty también formó parte del comité editorial de la revista Les Temps modernes como editorialista político, desde su fundación en octubre de 1945 y hasta diciembre de 1952. Murió de un paro cardiaco la noche del 3 de mayo de 1961 a los 53 años, aparentemente mientras preparaba una disertación referida a Descartes. Su cuerpo está enterrado en el Cementerio de Père-Lachaise de París.
Desde la época de La estructura del comportamiento y la Fenomenología de la percepción, Merleau-Ponty quería demostrar que la percepción no es el resultado casual de las sensaciones "atómicas", en contraposición a la tradición iniciada por John Locke, que estaba siendo perpetuada por ciertas corrientes psicológicas de la época, en particular la psicología del comportamiento. Para Merleau-Ponty, en cambio, la percepción tiene una dimensión activa, en la medida en la que representa una apertura primordial al mundo de la vida (al Lebenswelt). En contra del atomismo antes citado, Merleau-Ponty logra valiosas conclusiones apelando no solo a la fenomenología (o estudio lógico de las cosas tal cual aparecen) sino también con el gran aporte de la Teoría de la Gestalt y los descubrimientos referidos a las funciones psíquicas realizados hasta su época.
Esa apertura primordial que significa la percepción activa forma la base de su tesis de la importancia primordial de la percepción. Según una formulación de la fenomenología de Edmund Husserl, la de la consciencia intencional basada en la frase de Franz Brentano: "toda conciencia es conciencia de algo", lo que implica una diferencia entre el "acto de pensar" (proceso cognitivo o noésis) y el conjunto de los "objetos intencionales del pensamiento" ( νόημα noéma), haciendo de la correlación noética-noemática el primer escalón de la constitución del análisis de la conciencia. Para más claridad, el apotegma "toda conciencia es conciencia de algo" implica que toda conciencia es intencional, ergo: si hay conciencia es porque -como ya lo planteaba Descartes con su cogito- existe un ser consciente (el humano) pero esto no basta, la conciencia es de algo, se tiene conciencia de algo externo al sujeto poseedor de la conciencia (en este caso es cuando Sartre habla de transcendencia del ego y en esto coincide Merleau-Ponty, es así entonces que la conciencia intencional o conciencia de algo es una base para los criterios de realidad y de objetividad).
Sin embargo, al estudiar los manuscritos póstumos de Husserl, que sería una de sus mayores influencias, Merleau-Ponty remarca que en su evolución, sus trabajos exhiben fenómenos que no son asimilables a la correlación noética-noemática. Esto es especialmente el caso cuando uno atiende los fenómenos del cuerpo (que es al mismo tiempo cuerpo-sujeto y cuerpo-objeto), a los tiempos subjetivos (la conciencia del tiempo no es ni un acto volitivo -voluntario- de conciencia ni un objeto del pensamiento) y a la conciencia que se tiene de los otros (las primeras consideraciones de los otros en Husserl llevan al solipsismo).
Así, la diferencia entre "actos del pensamiento" (noésis) y los "objetos intencionales del pensamiento" (noéma) no parece constituir una base irreductible. Más bien se manifiesta en un nivel superior de análisis. De ahí que Merleau-Ponty no se quede en el postulado "toda consciencia es conciencia de algo", que supone la formación de un dialelo ("círculo vicioso") noético-noemático, sino que desarrolla la tesis según la cual "toda conciencia es conciencia perceptiva". Con este acto inaugura un giro significativo en el desarrollo de la fenomenología, que exigía una revisión de los conceptos a la luz de la primordialidad o primado de la percepción, sopesando las consecuencias filosóficas de esta tesis.
Husserl logra dar una base contra el solipsismo al utilizar en su método de reducción fenomenológica la tesis brentaniana: "toda conciencia es conciencia de algo" (vale reiterar: de algo externo al sujeto y al ego y consciencia del sujeto), sin embargo Husserl en su segunda etapa tiene posturas casi platónicas que apuntan a una recaída en la metafísica (el "primer Husserl" por el contrario puso sus esfuerzos en hacer de la filosofía una ciencia estricta). Ante la recaída husserliana en senderos metafísicos la noción de Merleau-Ponty basada en la consciencia perceptiva es una noción concreta, fisiológica, basada en lo real del cuerpo humano.
Es de tal modo que Merleau-Ponty converge en gran medida con Sartre: el cuerpo humano es junto a lo externo real la base de la conciencia, y por esto se da un compromiso existencial entre el sujeto y sus circunstancias.
Sin embargo el existencialismo de Merleau-Ponty diverge en un punto crucial del existencialismo sartreano: en tanto que para Sartre la relación intersubjetiva es una relación de egos para los cuales todo otro en cuanto, desde el ego, queda reducido a la categoría de objeto, en cambio para Merleau-Ponty la cuestión resulta distinta: es precisamente esa relación existencial -y el compromiso que implica- lo que hace que todo ego deba reconocer a otro ego como un semejante y ya no solo como un objeto.
Tomando como punto de partida el estudio de la percepción, Merleau-Ponty llega a reconocer que el cuerpo propio es algo más que una cosa, algo más que un objeto a ser estudiado por la ciencia, sino que es también una condición permanente de la existencia. El cuerpo es, según Merleau-Ponty, constituyente tanto de la apertura perceptiva al mundo como de la "creación" de ese mundo. Existe por lo tanto una inherencia de la consciencia y del cuerpo que el análisis de la percepción debe tener en cuenta. Por así decirlo, la primacía de la percepción significa la primacía de experiencia en la medida en que la percepción presenta una dimensión activa y constitutiva. Merleau-Ponty en una primera parte de su obra, considera el esquema corporal como expresión del cuerpo en el mundo. Para él, el cuerpo no está frente a un espacio objetivo, quieto y enraizado en una situación que polariza todas sus acciones. Por el contrario, dice: "mi cuerpo existe orientado hacia todas las percepciones". Se recoge sobre sí mismo para alcanzar sus fines y el "esquema corporal" es, en última instancia, una manera de expresar que mi cuerpo está en el mundo. En un segundo momento, intenta establecer una teoría fenomenología del esquema corporal. Piensa que de la estructuración anátomo-fisiológica o neurológica del cuerpo y de las experiencias vividas; el esquema corporal solo retiene lo que es valioso para sus proyectos, lo que permite adaptarse mejor a sus medios.
A lo largo de sus obras, Merleau-Ponty instaura un análisis que reconoce tanto la corporalidad de la consciencia como la intencionalidad corporal, contrastando así con la ontología dualista cuerpo/alma de Descartes, un filósofo a quien Merleau-Ponty siempre se mantiene atento a pesar de las importantes divergencias que los separa.
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