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Metanfetaminas



La metanfetamina (desoxiefedrina) es un potente psicoestimulante. Es un agente agonista adrenérgico sintético, estructuralmente relacionado con el alcaloide efedrina y con la hormona adrenalina. El compuesto es un líquido aceitoso a temperatura ambiente, insoluble en agua. El hidrocloruro de metanfetamina se presenta como cristales blancos, muy solubles en agua o etanol.

Fue sintetizada en Japón, en 1919, tomando como modelo la molécula de anfetamina. Sin embargo, sólo comenzó a comercializarse en 1938 con el nombre de Methedrina. Originalmente se utilizaba en descongestivos nasales e inhaladores bronquiales.

En la Alemania del Partido Nazi, se vendía la metanfetamina sin receta, bajo el nombre comercial Pervitin. Durante la Segunda Guerra Mundial fue utilizada tanto por los Aliados como por el Eje para estimular a sus tropas.[1]

En 1971, la Convención sobre sustancias psicotrópicas sometió a control la metanfetamina, ubicándola en la Lista II (Schedule II), por lo que su circulación se vio drásticamente reducida, pero continuó siendo legal.

En la actualidad, este estatus sigue siendo válido (aunque solo sea nominalmente) en la mayoría de los países. En el Reino Unido la forma oral está en Lista II (Clase B, en su legislación).

Aunque la estructura química de la metanfetamina es similar a la de la anfetamina, sus efectos sobre el sistema nervioso central son más pronunciados. La molécula de metanfetamina tiene la habilidad de cruzar muy fácilmente la barrera hematoencefálica. Esta habilidad permite que los niveles de sustancia en el cerebro alcancen unas 10 veces los niveles en sangre, logrando ejercer su acción casi exclusivamente sobre el sistema nervioso central.

La metanfetamina está indicada en el tratamiento de la narcolepsia, del desorden caracterizado por déficit de atención y también en el control de la obesidad. El último uso, aunque vigente, es poco aceptado en la actualidad; las indicaciones para narcolepsia y TDAH son reconocidas como terapéutica de segunda línea.

Como ya se ha mencionado, la metanfetamina es un estimulante incluido por la Convención Internacional de Psicotrópicos en la Lista II (Schedule II), lo cual significa que la droga tiene un alto potencial de adicción y solo es accesible por medio de recetas médicas oficiales, que no se pueden renovar.

La metanfetamina es un estimulante conocido por su reputación de ser una droga altamente adictiva y dañina. Como la anfetamina, esta droga incrementa la actividad, reduce el apetito y produce una sensación general de bienestar. Excita receptores neuronales vinculados a las señales de recompensa y gratificación: produce euforia, alivia la fatiga y mejora el rendimiento en tareas simples.

Se fabrica en laboratorios clandestinos usando procedimientos sencillos y reactivos relativamente baratos, generalmente de fácil acceso. Por esta causa, sobre todo en Estados Unidos, se han establecido normas legales sobre una serie de sustancias químicas que pueden servir como precursores o reactivos en la síntesis de esta droga, por ejemplo la efedrina. Estos factores se combinan para hacer de la metanfetamina una droga de gran circulación, cuyo abuso está muy extendido en Estados Unidos y en varios países de Europa.

El producto vendido en la calle se conoce por muchos nombres como «anfetas», «meta» y «tiza» en español (o bien: meth y crank, en inglés). El clorhidrato de metanfetamina consiste en pedazos de cristales transparentes parecidos al hielo, que al moler estos cristales se pueden inhalar o bien fumarlos mezclándolos con bromo y bario. En esta forma, se conoce como «hielo», «cristal», «crico» y «vidrio».

Los efectos de la metanfetamina pueden durar hasta 6 o 12 horas. Los adictos a esta sustancia, pueden permanecer despiertos durante varios días. Esto genera un creciente agotamiento físico, psicológico y cognitivo, que, a la larga, degenera en problemas cardiovasculares graves. La droga bloquea las señales somáticas (como fatiga, sueño, hambre) que advierten sobre el deterioro funcional progresivo. En estos casos, una vez que la droga abandona el organismo, estos sujetos pueden experimentar estados de gran agitación psicomotriz, a veces asociados con comportamientos violentos y delirios persecutorios, llegando a cuadros de disociación psíquica apenas distinguibles de los que caracterizan a una esquizofrenia de tipo paranoide. Estas manifestaciones psiquiátricas de toxicidad se producen por sobredosificación y en casos de adicción crónica a dosis altas (especialmente por vía parenteral); estos casos se denominan psicosis anfetamínicas en la práctica clínica.

Otro problema que acarrea el consumo de la metanfetamina es la llamada «boca metanfetamínica», nombre dado al deterioro de los dientes provocado por los largos periodos de sequedad bucal y pobre higiene oral durante los periodos de consumo intenso. A estas causas se añade que, debido a la supresión de apetito, los usuarios consumen bebidas carbonatadas y altamente endulzadas, lo cual deteriora aún más los dientes, llevando a los usuarios a describir sus dientes como «ennegrecidos», «podridos» o «cayéndose a pedazos».[2]

En español:

En inglés:



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