Las Minas de Potosí fueron un importante centro minero que se encontraba en el cerro de Potosí en el Alto Perú o(actual Bolivia), en el sur de la ciudad de Potosí.
Se dice que las vetas de plata fueron descubiertas de forma casual. Una noche del año 1545, por un pastor quechua llamado Diego Huallpa, que se perdió mientras regresaba con su rebaño de llamas. Decidió acampar al pie del Cerro Rico y encendió una gran fogata para abrigarse del frío. Cuando despertó por la mañana, se encontró con que, entre las brasas humeantes de la fogata, brillaban hilillos de plata, fundidos y derretidos por el calor del fuego. El cerro, aparentemente, era tan rico en vetas de plata que la misma se encontraba a flor de tierra. El 1 de abril de 1545, un grupo de españoles encabezados por el capitán Juan de Villarroel tomaron posesión del Cerro Rico, tras confirmar el hallazgo del pastor, e inmediatamente establecieron un poblado.
Una leyenda sostiene que los incas ya conocían la existencia de plata en el cerro y querían obtener esos metales, pero cuando el emperador inca intentó comenzar la explotación del cerro, este lo expulsó mediante una estruendosa explosión (de donde deriva el nombre del lugar, "¡P'utuqsi!"), prohibiéndole el extraer la plata, que estaba reservada "para los que vinieran después". Los historiadores ven en esta variante una deliberada influencia de los españoles en la leyenda, para legitimar sus labores en el cerro.[cita requerida]
La inmensa riqueza del Cerro Rico y la intensa explotación a la que lo sometieron los españoles hicieron que la ciudad creciera de manera asombrosa. La fama de su riqueza fue tan grande que Miguel de Cervantes en su obra Don Quijote de la Mancha dice: "Si yo te hubiera de pagar [...] el tesoro de Venecia, las minas del Potosí fueran poco para pagarte"[cita requerida].
Pero la población indígena, en tanto, sufría una explotación infrahumana. Decenas de miles de indígenas fueron sometidos a la mita, un sistema que ya era habitual en el incario, pero cuyo uso intensificaron los españoles, y creció aún más a instancias del virrey Francisco Álvarez de Toledo, ante la falta de mano de obra para la minería. A los mitayos (como se llamaba a los indios sometidos a la mita) se les hacía trabajar hasta 15 horas diarias, cavando túneles, extrayendo el metal manualmente o a pico, etc. Eran muy frecuentes las enfermedades, los derrumbes y otros accidentes, que ocasionaban la muerte de cientos de trabajadores. Las rebeliones eran ahogadas a sangre y fuego. Es probable que hasta 15.000 indígenas hayan muerto en la explotación de la plata, entre 1545 y 1625.
La producción de plata llegó a su punto máximo alrededor del año 1650 (100 años de producción), momento en el cual las vetas empezaron a agotarse, y Potosí entró en un camino cuesta abajo del que no pudo recuperarse jamás.
La economía potosina tiene como producto nominal los minerales, cuya explotación, tanto en el pasado como actualmente, han sido los productos más notables y quizá conocidos. Actualmente la minería ha incrementado su valor de exportaciones netas en 4006%, pero con gran disminución en su tonelaje (el valor de las exportaciones aumentaron por el incremento del precio; mas no así por el incremento de sus cantidades).[cita requerida]
Potosí es uno de los mayores centros explotadores de estaño y plata. Actualmente se gestan grandes proyectos de concentración de minerales de baja ley (sobre todo desechos de plata, acumulados desde épocas coloniales) y derivados, San Bartolomé, a cargo de la empresa Manquiri, y explotación de la parte sur del país, a cargo de la empresa Sinchi Wayra. Potosí es conocido por sus grandes reservas mineralógicas en explotación, El salar de Uyuni, la mayor reserva de litio y no-metales del mundo, con pequeñas empresas de explotación manual, y centros mineros concentrados en la ciudad y en algunas provincias cercanas.
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