Se denomina Gamazada a la reacción popular acontecida en Navarra –España– en 1893 y 1894 cuando el ministro de Hacienda del gobierno del Partido Liberal de Sagasta, Germán Gamazo, pretendió suprimir el régimen fiscal foral de Navarra que se había establecido mediante la Ley Paccionada de 1841. Generó una alta movilización por parte del pueblo navarro y sus instituciones, con manifestaciones y recogida de firmas.
Las reivindicaciones de los fueros vascos se iniciaron en Vitoria con manifestaciones, que se continuaron en Vizcaya, estas de Navarra y en San Sebastián, en este último con incidentes trágicos en 1893. El ministro de Hacienda Germán Gamazo propuso aumentar la contribución anual de las provincias aforadas, autorizando al Gobierno en el artículo 17 del Proyecto de Ley de presupuestos, para aplicar en Navarra y en las otras tres, las contribuciones e impuestos como en el resto de las provincias. La Diputación de Navarra –que era liberal cuarentaiunista– protestó formalmente el 16 de mayo y fue secundada por ayuntamientos y prensa. La representación enviada a Madrid para entrevistarse con Sagasta y Gamazo fracasó. El diario liberal El Eco de Navarra convocó a manifestaciones en las cinco cabeceras de merindad el 28 de mayo. Para el domingo siguiente se convocó otra gran manifestación en Pamplona.
En este clima se produjo también un episodio de revuelta armada, de dos días de duración, que se inició en la noche del 1 al 2 de junio, liderado por el sargento José López Zabalegui, jefe del destacamento del fuerte Infanta Isabel de Puente la Reina, con dos soldados más, además de dos vecinos de Obanos y otros dos de Puente la Reina. Al grito de «¡Vivan los fueros!» se dirigieron a Arraiza donde fueron detenidos por fuerzas de la Guardia Civil y el ejército. El sargento y los dos de Obanos consiguieron huir y llegar a la frontera francesa. Este hecho fue condenado por El Eco de Navarra describiéndolo como «acto de demencia ejecutado por siete ilusos», y la Diputación aseguró al gobernador civil Andrés García Gómez de la Serna de que se trataba de un episodio aislado, y que «unánimemente rechazan los procedimientos violentos».
Pues si el Gobierno de España
sigue con sus pretensiones,
se tomarán en Navarra
serias determinaciones.
A la bandera foral
todo navarro se alista
y hacia el campo de batalla
sigamos todos la pista
para ir a concluir
con nuestros antifueristas.
[...]
Y si don Carlos promete
bajo formal juramento
de respetar para siempre
de la Navarra los Fueros,
que cuente con los navarros
que irán presto a defenderlos.
Pues también se nos ofrecen,
como si fueran hermanos,
los valientes alaveses,
vizcaínos y guipuzcoanos.
Vivan las cuatro provincias
que siempre han estado unidas
y nunca se apartarán
aunque Gamazo lo diga.
El Gobierno, tras el altercado de Puente la Reina, no autorizó la manifestación para el 4 de junio de 1893. Sin embargo, se congregaron más de 17 000 personas, sin distinción de clases ni partidos políticos. La Corporación Foral, acompañada de «distinguidas personalidades de las provincias hermanas», fueron al Gobierno Civil, entonces situado en la Casa Alzugaray en el paseo de Sarasate, donde fueron recibidos por el gobernador García Gómez de la Serna. Fue la mayor manifestación que se había conocido en Navarra hasta la fecha. Desde la Diputación, a través de octavillas, se pidió «orden» y «actitud de unánime protesta contra el artículo 17 del proyecto de presupuestos. ¡Nada de gritos ni de alardes inconvenientes!». Sin embargo, desde la misma no sólo se reclamaba la reivindicación económica, como quedó reflejada en las consignas:
El Orfeón Pamplonés cantó el Gernikako arbola, para finalizar la protesta. Se reunieron más de 120 000 firmas en su contra, cuando Navarra contaba con unos 300 000 habitantes, que se presentaron a la regente María Cristina el 7 de junio.
No se consiguió la revocación de la iniciativa del ministro, ya que fue aprobada por las Cortes por 99 votos contra ocho –el de los navarros y el diputado por Morella–. La Corporación hubo de acudir a Madrid en 1894, requerida por el Gobierno para negociar. Estas negociaciones fracasaron. Ante lo cual, según refiere Echave Susaeta en El Partido Carlista y los Fueros la regente María Cristina consultó al general Martínez Campos por la posibilidad de intervenir, y esta fue la respuesta del general:
Sin embargo, dado que el ministro Gamazo dimitió, por el alzamiento en Cuba, y que fue sustituido por Amós Salvador Rodrigáñez, esta ley no se llegó a aplicar. Este presentó otro proyecto en 1895 que no llegó a ser debatido en Cortes.
La defensa foral fortaleció la unión con las otras tres provincias de régimen foral –Vizcaya, Álava y Guipúzcoa–, haciendo causa común, reactivando el lema «Laurak Bat» –unión de cuatro o cuatro en una–. El pueblo, a diferencia de la postura de la Diputación, dio un fuerte contenido político reivindicando la recuperación de la soberanía perdida en 1839, con la Ley de Confirmación de Fueros.
Para conmemorar este hecho muchos pueblos de Navarra pusieron a las calles y plazas más importantes el nombre de «Fueros».
En Pamplona y por suscripción popular se levantó el Monumento a los Fueros, como símbolo de la libertad navarra, situándolo en frente del Palacio de la Diputación Foral de Navarra. Lo diseñó el arquitecto Manuel Martínez de Ubago, finalizando en 1903, no siendo nunca inaugurado.
La estatua, de 25 metros de altura, está dividida en tres cuerpos:
Escribe un comentario o lo que quieras sobre Monumento a los Fueros de Navarra (directo, no tienes que registrarte)
Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)