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Monumento fúnebre de María Cristina de Austria



El monumento funerario de María Cristina de Austria es una obra de escultura del neoclasicismo de Antonio Canova, que se mantiene en el interior de la Iglesia de los Agustinos de Viena.

El encargo de este gran cenotafio se debe a Alberto de Sajonia-Teschen, a la muerte de su esposa María Cristina, en 1798. El objetivo de este trabajo es rendir homenaje a la memoria de esta mujer y a sus muchas virtudes.

El trabajo de construcción del monumento se llevó a cabo en varias etapas durante siete años, finalizando en septiembre de 1805. Canova utilizó para el proyecto unos bocetos que tenía realizados para un monumento fúnebre a Tiziano Vecellio para la Basílica de Santa María dei Frari en Venecia, que nunca se llegó a construir.[1]

El monumento fúnebre de María Cristina de Austria se considera por Giulio Carlo Argan como el paralelo literario de Dei Sepolcri de Ugo Foscolo, para unirse a la poesía neoclásica, en la que es siempre el tema central el de la muerte.[2]

La obra escultórica se muestra como una gran pirámide blanca abierta en el centro por una oscura abertura, hacia la cual se dirige una triste procesión. Presenta la rigidez que caracteriza la nueva dirección artística de la escultura funeraria, dejando el movimiento en esta tradición del barroco realizado por Gian Lorenzo Bernini.[2]

La pirámide de mármol, tiene sobre la entrada marcada por dos jambas en pendiente y un dintel con la inscripción uxorio optimae Albertus («Alberto a su excelente esposa») y presenta en la parte superior un medallón en relieve con el retrato de María Cristina, con el apoyo de la personificación «La felicidad», acompañados de un angelote en la izquierda: este elemento es el sustituto neoclásico de la estatua visible del difunto en los monumentos barroco.[3]

La procesión sale de la parte izquierda por una escalera, todos los personajes están marcados por una expresión triste y la cabeza hacia abajo: la personificación de la «Virtud» sostiene la urna de las cenizas tras dos niñas, la «Caridad» acompaña bajo su brazo a un anciano ciego, que se sostiene con un palo. La procesión es seguida por toda la estela de una alfombra drapeada, que acompaña hasta la oscuridad del vacío interno, símbolo del mundo de los muertos, para subrayar la continuidad entre la vida y la muerte.

A la derecha, dos figuras durmientes, un león, símbolo de la «Fortaleza», otra virtud de María Cristina, y, apoyado en su espalda, un genio alado con suaves curvas. Representa a υπνος (que en griego significa "sueño"). En la mitología griega, υπνος es hermano de θανατος (que en griego significa "muerte"). Esto indica que la muerte es vista como un sueño eterno.



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