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Movimiento revolucionario conservador



El Movimiento revolucionario conservador (conocido en Alemania como Konservative Revolution) fue un movimiento del conservadurismo nacionalista alemán en los años que siguieron a la Primera Guerra Mundial. La escuela de pensamiento revolucionario conservador abogó por un conservadurismo y nacionalismo nuevo, que fuera específicamente alemán, o, más específicamente, prusiano. Al igual que otros movimientos conservadores en el mismo período, trataron de poner fin a la creciente marea del comunismo, proponiendo su propia versión de "socialismo conservador", basado en el “cristianismo aplicado” o “socialismo de estado” bismarckiano (ver Estado social).

Los revolucionarios conservadores, muchos de ellos nacidos en la última década del siglo XIX, fueron principalmente formados por sus experiencias de la Primera Guerra Mundial. La guerra y la Revolución alemana de 1918-9 eran para ellos una ruptura con el pasado, que los dejó muy desilusionado. En primer lugar, la experiencia de los horrores de la guerra de trincheras, la suciedad, el hambre, la obliteración y reemplazo del heroísmo con el esfuerzo para mantenerse con vida en un campo de batalla de muertes al azar. Tuvieron también -después de la guerra- que entendérselas con el desempleo, sentimiento de derrota, acusaciones de atrocidades durante la guerra misma y la Dolchstoßlegende ("leyenda de la puñalada por la espalda", de acuerdo a la cual habían sido traicionados por sus mismos compatriotas, principalmente judíos y ala izquierda). Llegan así a sentir que no había sentido en esa guerra, o en la vida misma, que ellos eran "como una marioneta que tiene que bailar para el entretenimiento de los espíritus demoníacos del mal". Atraídos por ideas nihilistas buscan recrear la “camaradería de soldados de primera línea”, dando así un sentido a su experiencias.

El término "Revolución Conservadora" es anterior a la Primera Guerra Mundial, pero la influencia de escritores tales como Ernst Von Salomon y Ernst Jünger y los teóricos políticos Carl Schmitt y Edgar Julius Jung fueron instrumentales en su transformación a un movimiento político reconocido durante la República de Weimar, expresándose a través de figuras del establecimiento político legal tales como Ernst Forsthoff, Kurt von Schleicher y Franz von Papen.

Después de 1933 algunos de los proponentes del movimiento revolucionario conservador fueron vigilados, reprimidos y enviados a campos de concentración por los nacionalsocialistas, principalmente por las SS de Himmler, un caso representativo es el de Ernst von Salomon, perseguido por tener una esposa de origen judío. Algunos conservadores revolucionarios apoyaron la dictadura, habían promovido y estaban contentos con la supresión de la democracia, sin embargo criticaban y se oponían a los aspectos más “progresistas” del nacionalsocialismo, otros simplemente nunca apoyaron al régimen nacionalsocialista ni sus medios, por ejemplo Ernst Niekisch o Von Salomon. Así, por ejemplo, Julius Jung -quien escribía los discursos de von Papen- denunciaba “el liberalismo y democratismo” de los nacionalsocialistas, y organizó una conspiración a fin de derrocar el régimen de Hitler, por lo que fue asesinado -junto a von Schleicher- en la noche de los cuchillos largos.[1]

Otros miembros y personajes cercanos al movimiento revolucionario conservador se hundieron en el anonimato, algunos -tales como Schmitt y Konstantin von Neurath- ingresaron al Partido Nacionalsocialista o -como von Papen y Forsthoff- fueron perseguidos por Hitler, otros como Niekisch fueron enviados a campos de concentración. Algunos otros -como Junger- permanecieron o se reintegraron en el Reichswehr y más tarde la Wehrmacht, desde donde, posteriormente, conspiró en los niveles inferiores del fallido Atentado del 20 de julio de 1944, para asesinar a Hitler por medio de una bomba.

Después de la Segunda guerra mundial el movimiento fue muy criticado, por haber sido fundamental en la creación de una cultura política o zeitgeist que contribuyó a la difusión de las ideas que facilitaron la aparición y aceptación de las ideas socio políticas del nacionalsocialismo. Sin embargo, algunos de sus miembros y las percepciones continuaron teniendo influencia no solo en la Alemania de postguerra,[2][3]​ sino en desarrollos políticos incluso en el presente en otros países.[4]

Los revolucionarios conservadores basaron sus ideas sobre una concepción orgánica de la sociedad, en lugar de la materialista, en la calidad y no la cantidad, sobre el Volksgemeinschaft ("comunidad popular”- ver Völkisch) en lugar de la lucha de clases y la oclocracia. Los ideólogos de la escuela produjeron una profusión de literatura nacionalista radical que consistió en diarios y obras de ficción de guerra, periodismo político, manifiestos y tratados filosóficos esbozando sus ideas para la transformación de la vida cultural y política alemana. Influidos por las visiones de Oswald Spengler, se sienten indignados por el liberalismo; el igualitarismo y la cultura comercial de la civilización industrial, urbana, abogando consecuentemente por la destrucción de la democracia y el orden liberal, por la fuerza, si fuera necesario, por lo que algunos miembros de esta escuela apoyaban la creación de un Tercer Imperio Alemán -término que fue, junto a otros de la escuela, posteriormente utilizado por Hitler, ver Tercer Reich. El movimiento tuvo una gran influencia entre muchos de los jóvenes más talentosos de Alemania, sectores académicos y sectores altos de las clases medias.

En el ámbito político administrativo, Ernst Forsthoff postula -a partir del comienzo de la República de Weimar- que la solución a los problemas alemanes está en una nueva forma de organizar al Estado, en la cual los individuos están subordinados ya sea al “Estado absoluto” o al “Volk”, bajo la dirección de un "Líder" o Führer.[5]

Julius Jung -quien se inspiró en el fascismo- promovió una versión de la nación como una entidad ecológica singular; atacando el individualismo mientras promovía el militarismo y la guerra, proponiendo la "movilización total" de los recursos humanos e industriales a fin de fomentar la capacidad productiva de la “modernidad” -concepto similar al “futurismo” del fascismo italiano.[6]​ Para Julius Jung , el objetivo de los conservadores revolucionarios debe ser una dictadura, con la intención de "despolitizar a las masas y excluirlas de la dirección del Estado"[1]

Schmitt, por su parte, ha llegado a ser percibido como el principal ideólogo político del conservadurismo radical, extremo o reaccionario actual, percepción basada en una crítica profunda a la democracia, el liberalismo y concepciones igualitarias, crítica que -se ha afirmado- es ignorada a riesgo de permitir su reflorecimiento.[7]​ Schmitt se presenta como defensor de visiones cristianas del cuerpo político, promoviendo una visión de la función del Estado como siendo la identificación y lucha contra o represión de "el enemigo", ya sea externo o, especialmente, interno (y afirmando que en el caso concreto de Alemania el enemigo interno y externo es el judío). Schmitt y sus admiradores afirman que él se mantuvo alejado del nacionalsocialismo. Pero cabe notar que Schmitt fue miembro del Partido Nacionalsocialista a partir de 1932, que en 1934 justificó los asesinatos de la noche de los cuchillos largos como la “forma más alta del derecho administrativa” y que su crítica al nacionalsocialismo fue no tanto en su carácter antidemocrático o inmoral, sino en que este era demasiado vulgar.

De acuerdo a Armin Mohler[8]​ y otras fuentes,[9][10]​ los más prominentes exponentes de la revolución conservadora fueron:



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