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Muerte de Salvador Allende



La muerte de Salvador Allende tuvo lugar el martes 11 de septiembre de 1973 durante el golpe de Estado comandado por el general Augusto Pinochet. Desde entonces, las circunstancias en que murió dicho presidente de Chile han causado controversia puesto que la versión oficial de la Junta Militar de que se había tratado de un suicidio fue descartada inicialmente por sus seguidores.

En la actualidad, tanto la justicia chilena[1]​ como la opinión mayoritaria —incluyendo la familia Allende—, corrobora la tesis del suicidio, sin embargo, aún existen cuestionamientos con respecto a los eventos que llevaron a su muerte. Parte de la población sostiene que sigue siendo homicidio, dado que el disparo hecho por el mismo Allende habría sido forzado como método de protección. Su muerte se consideró en tribunales estadounidenses como homicidio al evaluar si correspondía el pago del seguro de vida. Oficialmente, la causa de muerte fue suicidio.[2]

Justo antes de la toma del Palacio de la Moneda por los militares golpistas el 11 de septiembre de 1973, el presidente Allende realizó su última alocución al pueblo chileno a través de Radio Magallanes, en medio de un trasfondo audible de explosiones y disparos. En este discurso, Allende habló de su amor por Chile y de su profunda fe en su futuro. Sostuvo que su compromiso con su país no le permitía tomar una salida fácil y ser usado como una herramienta de propaganda por quienes llamó «traidores». Así, el negarse a aceptar una oferta de un paso seguro —como sí lo hizo Carlos Altamirano Orrego— implicaba que tenía la intención de luchar hasta el final. Poco después, Allende fue encontrado muerto. En 1971, Allende había expresado «Yo cumpliré mi mandato. Tendrán que acribillarme a balazos para que deje de actuar...».[3]

El cadáver de Allende llegó al Hospital Militar cerca de las 17:30 horas. De inmediato fue llevado al pabellón de cirugía del Departamento de Otorrinolaringología. Lo dejaron en la misma camilla de lona de campaña, le quitaron el chamanto y lo colocaron en posición de cúbito dorsal. Poco después, entraron los cuatro jefes de sanidad de las Fuerzas Armadas: José Rodríguez Véliz, representante del Ejército, quien había sido compañero del presidente Allende en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile; Mario Bórquez Montero, de la Fuerza Aérea, Luis Veloso, de Carabineros, y Miguel Versin Castellón, de la Armada.[4]​ Los cuatro tenían que ratificar, a instancias de la Primera Fiscalía Militar, que estaban ante el mismo hombre que apenas unas horas atrás había dicho, a través de radio Magallanes, que su sacrificio no sería en vano.

En otro sector de Santiago, peritos de Investigaciones al mando de Luis Raúl Cavada Ebel, jefe del Laboratorio de Policía Técnica, reconstruían la muerte de un hombre en La Moneda sobre la base de croquis y un estudio del cuerpo. El informe fue firmado por Cavada Ebel, Jorge Quiroga Mardones, Carlos Davidson y Jorge Almazabal. Los autores conservaron notas y registros, pero el informe oficial se guardó en caja de siete llaves hasta llegar, muchos años después, a liberarse.[4]​ Allí puede leerse lo siguiente:[5]

Los doctores Tomás Tobar Pinochet, del Instituto Médico Legal, y José Luis Vásquez iniciaron la autopsia del cadáver a las 20 horas. Fueron asistidos a lo largo de cuatro horas por el auxiliar especializado, Mario Cornejo Romo. Una vez que finalizaron, los cuatro jefes de sanidad de las instituciones castrenses supervisaron la última de las tareas: el cuerpo de Salvador Allende fue depositado en un ataúd y sellado en su presencia. Las conclusiones de la autopsia se conservaron por 27 años como un «Secreto de Estado»:[5]

Luego de una detallada descripción de los daños que provocaron los proyectiles en el rostro, así como de su trayectoria, se determinó que:[6]

Según la pericia, el cuerpo no presentaba rastros de alcohol —la prensa permitida por los militares insistió, sin embargo, en lo contrario, y para graficarlo aludió al hallazgo en La Moneda de botellas vacías y semivacías de su whisky favorito, Chivas Regal—. Allende estuvo «desaparecido» durante un año y diez meses; su muerte quedó recién inscrita en el Registro Civil de Independencia el 7 de julio de 1975 bajo el número 593.[6]

Un anuncio oficial declaró que Allende se había suicidado con un rifle de asalto[7]​ y una primera autopsia clasificó su muerte como un suicidio.[8]​ Según el régimen «el arma usada» por Allende para cometer suicidio fue un fusil de asalto AKMS que le había regalado Fidel Castro[9]​ y que llevaba grabada una placa dorada que decía «A Salvador Allende, de su compañero de armas, Fidel Castro».[10]

La versión del suicidio es la más aceptada en la actualidad y se basa en las declaraciones otorgadas por dos médicos de la enfermería del Palacio de la Moneda que habrían presenciado el suicidio: el Dr. Patricio Guijón, quien hizo una declaración al respecto en aquella época, y el Dr. José Quiroga[11]​ que solo confirmó esta versión muchos años después.[8][12]

Pese a la tesis oficial, muchos han dudado de ella y han creído que la muerte de Allende ocurrió a manos de terceras personas. En un discurso realizado días después del golpe de Estado, Fidel Castro dijo que Allende había sido asesinado por el Ejército en medio del combate producido en el Palacio. Sin embargo, Castro manifestó públicamente en 2002 aceptar la posibilidad del suicidio de Allende.[13]

En 2011 el escritor Camilo Taufic realizó una investigación tras la cual afirmó que Allende habría muerto producto de un suicidio asistido. Taufic se basó en una investigación de 2008 realizada por el experto forense Luis Ravanal, quien había manifestado discrepancias entre la historia oficial y las heridas encontradas en el cadáver. Según Taufic, Allende habría utilizado una pistola que guardaba en su escritorio y se habría disparado bajo el ojo derecho, errando el tiro y quedando malherido; en ese instante, Enrique Huerta, uno de sus escoltas del GAP, le habría disparado en el cráneo con su fusil, cumpliendo con la promesa hecha al presidente Allende de no dejarlo vivo en manos de los militares golpistas. El general Javier Palacios, quien llegó al Palacio de la Moneda a fin de arreglar la presentación de la muerte de Allende, según Taufic, habría convencido a los médicos que acompañaban a Allende de presentar su muerte como un suicidio sin asistencia a condición de que corroboraran que el arma usada era el fusil AK-47 que guardaba el presidente Allende en su hogar y que era regalo del mandatario cubano Fidel Castro.[14]

El médico forense Luis Ravanal y el periodista Francisco Marín presentaron una investigación en el libro Allende, yo no me rendiré (2013), donde se revelan testimonios de quienes aseguran que el presidente Allende luchó «hasta las últimas consecuencias». En el libro se presentan pruebas tanatológicas que no se han difundido en la prensa y que reconfiguran la versión de su muerte. El especialista indicó que «el otro gran descubrimiento y aporte que comprueba nuestra tesis de que Allende no se suicidó tiene relación con el informe pericial químico realizado por el experto químico, Leonel Liberona Tobar, el informe 298 de 2011, donde se señala que en la muestra número 3 de la zona de la frente pudo descubrir importantes residuos de pólvora que corresponden a un disparo hecho a corta distancia; este disparo hecho en la zona de la frente es concordante con el orificio de salida descrito en la autopsia de 1973».

El 27 de enero de 2011 se informó de la investigación, por primera vez en la justicia, de la muerte de Salvador Allende. El juez chileno Mario Carroza fue el encargado de investigar las circunstancias de la muerte del expresidente.[15]​ El caso fue abierto después de que la fiscal judicial Beatriz Pedrals presentara 726 querellas por casos de víctimas de violación de los derechos humanos cometidos durante la dictadura militar chilena, entre los que se encuentra la muerte de Allende.[15]

En mayo de 2011 comenzó una nueva exhumación del cadáver de Allende para intentar establecer, en palabras del médico forense Francisco Etxeberria, «la manera de la muerte o las circunstancias que rodearon a la misma».[16][17]

Por orden del juez Mario Carroza, el 23 de mayo los restos fueron exhumados por peritos de la Policía de Investigaciones y del Servicio Médico Legal dirigidos por el Dr. Patricio Bustos, director nacional del Servicio Médico Legal de Chile,[18]​ participando, además, expertos extranjeros, acompañados por algunos de los familiares de Allende y la prensa.[19]

El 19 de julio del mismo año, fue entregado el resultado de los estudios de la exhumación, que confirmaron la teoría oficial del suicidio del presidente Allende como causa de su muerte. Según los expertos, la presencia de dos salidas de bala se deberían a que el arma estaba en estado automático.[20]​ El forense Francisco Etxeberria, que participó en la nueva autopsia, declaró que «con base en argumentos técnicos y científicos podemos asegurar que la muerte del presidente Salvador Allende se produjo como consecuencia directa de un disparo realizado bajo el mentón que le produjo la destrucción de la cabeza y la muerte inmediata, lo que interpretamos como suicida desde la perspectiva forense».[21]



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