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Museo de Historia Natural (México)



El Museo de Historia Natural es un museo de historia natural situado en la Ciudad de México. Está ubicado en la segunda sección del Bosque de Chapultepec. Mediante sus especímenes en exposición, el museo pretende ofrecer a sus visitantes un resumen de la historia del universo, de la Tierra y del ser humano. Fue fundado originalmente en 1790 como un gabinete de historia natural (en aquella época los gabinetes de curiosidades fueron los precedentes de los actuales museos). Más tarde, y en algunos momentos puntuales de su historia, ha ido cambiando tanto su nombre como su ubicación. Por ejemplo, de 1909 a 1964 se llamó «Museo Nacional de Historia Natural», pero en 1964 pasó a llamarse oficialmente «Museo de Historia Natural», nombre que ha conservado hasta la actualidad.

La historia del Museo Nacional de Historia Natural de México comienza en las postrimerías del gobierno colonial español y fue el primer museo público de historia natural que se fundó en el Nuevo Mundo. Es desde entonces no sólo un espacio abierto al público sino también una institución destinada a la investigación científica.

Tomando parte en una comisión enviada por Carlos IV a la Nueva España con el objeto de completar e ilustrar la obra monumental del doctor don Francisco Hernández vino don José Longinos Martínez, quien radicó en la Ciudad de México, y a cuyas iniciativa y aportación personales se debe la fundación del Gabinete de Historia Natural, en la casa número 89 de la calle de Plateros, el 25 de agosto de 1790. Contribuyeron con donativos al enriquecimiento de las colecciones del Gabinete, don Fausto Elhúyar y don José Antonio Alzate, entre otras muchas personas.

A causa de la Guerra de Independencia (1808-1814) estuvieron en peligro de perderse las colecciones, pero en su mayor parte fueron rescatadas y enviadas a la Universidad, donde se unieron a las de arqueología, que por órdenes del virrey Bucareli habían sido instaladas en la biblioteca de la misma institución, siendo establecidas en ella, en 1822, tanto el Conservatorio de Antigüedades como el Gabinete de Historia Natural.

Bajo la presidencia de Guadalupe Victoria y a iniciativa de Lucas Alamán, se fundó en la Universidad, con los contingentes citados, el Museo Nacional. A punto estuvo de ser trasladado primeramente al Hospital de Naturales o al del Espíritu Santo (en Plateros), según se prefiriera (1827), al Colegio Mayor de Santos (1830), sin que fuera movido por entonces.

En 1831 por decreto de Vicente Guerrero se creó definitivamente el Museo, el cual entonces quedó gobernado por una junta directiva presidida por Pablo de la Llave.

El Ministerio de la Instrucción Pública dispuso en 1843 que el Museo quedara anexo al Colegio de Minería. Más tarde se formó un establecimiento con el Museo Mexicano, el Jardín Botánico, el Archivo General y la Biblioteca Nacional.

Maximiliano I, Emperador de México, decretó en 1865 que el Museo fuese instalado en un local anexo a Palacio, mismo que hoy ocupa la biblioteca de Hacienda. Le dio el nombre de Museo Público de Historia Natural, Arqueología e Historia y declaró que lo conservaría bajo su inmediata protección.[1]

Entre el año 1913 y 1964 el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN) se encontró donde hoy se encuentra el Museo Universitario del Chopo, ubicado en el número 10 de la entonces llamada calle del Chopo. Aún en la actualidad dicho museo cuenta con una considerable colección de animales naturalizados, fósiles y muestras de frutas, plantas y vegetales de aquel tiempo.

El 15 de octubre de 1929 mediante la firma de un acta se lleva a cabo la entrega del Museo Nacional de Historia Natural al Patrimonio Universitario de la UNAM.

En 1951 el Museo Nacional de Historia Natural estaba bajo la dependencia del Instituto de Biología y poseía colecciones importantes que desgraciadamente no se encontraban en los lugares de exhibición adecuados; contaba con aproximadamente 22.050 ejemplares repartidos de la siguiente forma:

En la sección de paleontología existen 2.078 ejemplares; en la de osteología 333; en la de teratología y antropología 600; protocordados 19, finalmente 1.927 ejemplares en la colección mineralógica.

El edificio de la calle del Chopo es el llamado Pabellón Japonés que se erigió para la Exposición del Centenario de la Independencia, esto quiere decir que desde su fundación como Museo Nacional de Historia Natural propiamente dicho.[2]

En 1964 el Museo Nacional de Historia Natural cayó en abandono que provocó su cierre y la distribución de buena parte de su acervo entre el actual Museo de Historia de Chapultepec, el Museo de las Culturas y varias dependencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).[3]


El museo cuenta con 6 salas:

A partir de 1931 y hasta 1963 en la nave central del entonces Museo Nacional de Historia Natural se encontraba una reproducción del Diplodocus carnegiei (el término en latín ha sido desde entonces corregido en Diplodocus carnegii), dinosaurio descubierto por William Reed en Wyoming, Utah, en 1899 y nombrado así en honor de Andrew Carnegie, promotor y patrocinador de numerosas excavaciones paleontológicas y proyectos científicos que se desarrollaron a inicios del siglo XX. Tras el hallazgo, los restos del dinosaurio fueron trasladados a Pittsburgh, Pensilvania, en donde el ejemplar fue reconstruido. Se mostró al público por primera vez en 1907, en la sala principal del Carnegie Museum of Natural History, lugar construido ex profeso para su exhibición, ya que en ese momento no existía museo alguno que contara con una sala lo suficientemente amplia para su colocación.[5]

No sólo en Estados Unidos se exhibió la réplica del dinosaurio; Carnegie y, posteriormente a su muerte en 1919, su esposa, donaron más de diez réplicas a diferentes museos del mundo, como el Museo Británico de Historia Natural, el Museo Nacional de Historia Natural de Francia, el Museo de Historia Natural de Berlín, el Museo Nacional de Ciencias Naturales de España y otros museos situados en Italia, Austria, Rusia y Argentina. El entonces embajador de México en Estados Unidos, Manuel Téllez, inició gestiones a petición del profesor Alfonso L. Herrera para que el gobierno de México, a través de la Dirección de Estudios Biológicos de la cual dependía el Museo Nacional de Historia Natural, obtuviera una réplica. El proceso de donación ocurrió entre 1926-1931 y se encuentra documentado en la correspondencia intercambiada entre el Doctor Holland, director del Carnegie Museum y el profesor Alfonso Herrera.[5]

El pretexto de la llegada de la réplica del Diplodocus a México sirvió para promover el proyecto de reubicación del Museo de Historia Natural de su ubicación en el barrio de Santa María de la Ribera al Bosque de Chapultepec, lo que no ocurrió sino hasta 1963. El profesor Alfonso Herrera pensó que al tratarse de un réptil sería preferible colocar al ejemplar al borde del lago, ya que probablemente mientras vivió se alimentaba de plantas acuáticas suculentas y pasaba gran parte de su vida en el agua. Así que la petición inicial de la donación se centró en que la réplica fuera de bronce para que pudiera exhibirse a la intemperie; sin embargo el costo resultaba muy elevado y dicho material no se había utilizado en ninguna de las otras réplicas donadas, por lo que el Carnegie Museum decidió donar a México un ejemplar hecho a base de yeso, el cual medía 27 metros de largo por 4 metros de alto y se caracterizó porque la cola estaba plegada con la finalidad de que se ajustara al espacio destinado a él en el Museo Nacional de Historia Natural.[5]

El 18 de octubre de 1929, el Doctor Holland informó al profesor Herrera que la réplica estaba lista para ser transportada a México. Para trasladarla, se logró un acuerdo entre American Railways y Ferrocarriles Nacionales de México, siguiendo la ruta Pittsburgh, Cincinnati, Nueva Orleans, Alice y Laredo en un embalaje de 36 cajas de madera que por ser un obsequio para el pueblo de México cruzó la frontera sin ningún cargo aduanal. El 4 de noviembre de ese mismo año las piezas arribaron a la capital del país y se inició su ensamblaje en las instalaciones del Museo Nacional de Historia Natural, en ese entonces ubicado en lo que posteriormente se convertiría en el Museo Universitario del Chopo, bajo la supervisión de los Doctores Holland y Cuggeshall.[5]

El Diplodocus carnegii estuvo en exposición en el Museo Nacional de Historia Natural de 1931 hasta 1963. Desde 1964, se encuentra en el Museo de Historia Natural, ubicado en la segunda sección del Bosque de Chapultepec. En 2006 fue reinstalado y ubicado en la sala de Evolución del Museo. [6]

El Museo de Historia Natural cuenta con una Biblioteca localizada en el vestíbulo y con una colección de especímenes que el museo destina a la pedagogía de sus contenidos temáticos.

Los servicios que ofrece la biblioteca son los siguientes:




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