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Obispado de Cartagena



La diócesis de Cartagena es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la catedral de Santa María, situada en la ciudad de Murcia.

La tradición remonta los orígenes del culto cristiano en Cartagena a la predicación en España del apóstol Santiago, de quien se dice desembarcó en la ciudad para iniciar su misión en la Hispania romana.

La presencia de comunidades cristianas en la provincia Carthaginense en Hispania se puede documentar desde principios del siglo IV. Así consta en las actas del Concilio de Elvira, celebrado entre el año 300 y el 313, en los tiempos de la persecución de Diocleciano, la presencia de un obispo de Eliocroca (la actual Lorca).

La primera presencia documental de un obispo de Cartagena se refiere al obispo Héctor, que asistió en 516 al Concilio de Tarragona.

En 546, Celsino preside como metropolitano el Concilio de Valencia.

Posteriormente, los sucesivos concilios de la Iglesia hispana tuvieron presencia siempre de obispos de Cartagena.

La diócesis de Cartagena tuvo carácter metropolitano hasta la época visigoda, cuando en el siglo VII se instauró la Primacía de la Diócesis de Toledo.

De este periodo histórico destacan la figura de Liciniano de Cartagena y San Fulgencio.

Incluso durante la época musulmana hay constancia de la existencia de esta Diócesis, con la existencia de un obispo Juan de Cartagena en 988.

Tras emprender la campaña militar en el reino musulmán de Murcia para instaurar un protectorado castellano con la firma en 1243 del tratado de Alcaraz, el príncipe Alfonso de Castilla (posteriormente Alfonso X el Sabio) solicitó al papa Inocencio IV la restitución de la diócesis de Cartagena.

En 1248 el papa encarga un estudio sobre los antecedentes de la diócesis, que concluye con la bula "Spiritus exultante" dictada en Roma el 31 de julio de 1250 y en la que comunica al rey Fernando III de Castilla la restauración de la diócesis de Cartagena. El papa nombró al franciscano fray Pedro Gallego, confesor del príncipe Alfonso, como primer obispo de Cartagena.

La ciudad de Cartagena era en esos momentos una localidad disminuida, carente en tiempos de la dominación musulmana de la importancia que tuviera bajo Cartago o Roma, pero en aquel entonces era de las pocas poblaciones de jurisdicción plenamente castellana (al no haber aceptado el tratado de Alcaraz) en un reino que en su mayoría seguía bajo el régimen de protectorado. La restauración de la sede episcopal, según Rubio Paredes y otros estudiosos, obedecía más a razones sentimentales e históricas que a la situación real. Aun así, la sede se restaura, siendo entonces cuando se cree que comenzó la construcción de la hoy antigua catedral de Cartagena.

Sin embargo, la situación cambiaría a partir de 1266, en aquel año, tras ser sofocada la revuelta mudéjar por Jaime I de Aragón, Castilla pasó a controlar la totalidad del Reino de Murcia, incluida la capital. Esto llevó a una paulatina querencia a trasladar instituciones religiosas a esa ciudad, como prueba el privilegio de Alfonso X firmado en Burgos en 1277, en el que ordenó el traslado del Monasterio de Santa María la Real (que había sido fundado por él) desde Cartagena al Alcázar de Murcia.[1]

De hecho, el obispo Diego de Magaz decidió pedir el traslado de la sede episcopal a Murcia en 1278, un traslado no autorizado por Nicolás III. El prelado deja entonces pasar el tiempo, hasta que vuelve a solicitarlo al papa Nicolás IV. El papa encarga entonces a dos clérigos dependientes de la archidiócesis de Tarragona (abad de Benifazá, en Castellón, y al prior del convento de Porta Coeli en Valencia) que inquieran sobre las razones que aduce el citado obispo de Cartagena. El pontífice se dirige a los dos clérigos en la llamada "Bula de Rieti," de 1289, documento que no es tal bula en sí (es decir, no un solemne documento papal sobre materia política o religiosa), sino más bien una misiva confidencial inquiriendo sobre las intenciones del obispo cartaginense.

Por parte de la corona, en 1291 llega el permiso oficial para el traslado de sede. Firmaba la carta Sancho IV el Bravo, por más que el monarca no tuviera competencia para el traslado de una diócesis "exenta", es decir, que responde directamente al papa, a quien en última instancia competería la creación o traslado de una diócesis. Por ende, dicho rey estaba en estado de excomunión por haberse enfrentado a su padre Alfonso X y por haber desposado en bigamia a María de Molina. Por todo ello, la diócesis mantuvo el nombre de carthaginensis.[2]

A consecuencia del traslado, la antigua mezquita mayor de Murcia, convertida en la Iglesia Mayor de Santa María en 1266, se transformó en catedral. En 1394 comenzaron las obras del templo gótico actual, sede de la diócesis de Cartagena.

Hasta 1492, la diócesis de Cartagena mantuvo una dependencia directa de la Santa Sede, pues su antigüedad y antiguo rango provocó distintas disputas con las diócesis de Toledo y Tarragona.

Con la creación del arzobispado de Valencia por el papa valenciano Alejandro VI, la diócesis de Cartagena pasó a depender de ésta.

Desde su restitución, los límites geográficos diocesanos habían correspondido con los del castellano reino de Murcia. Sin embargo, a partir de la Sentencia Arbitral de Torrellas (1304) la zona de Orihuela, Elche o la propia Alicante pasaron a formar parte del reino de Valencia aunque continuaron perteneciendo eclesiásticamente a la diócesis de Cartagena. En 1564 el papa Pío V segregó toda aquella zona para la que creó la diócesis de Orihuela, suponiendo ésta la primera de las modificaciones sustanciales del espacio geográfico de la diócesis cartaginense. Esta escisión tuvo también como consecuencia el cambio de adscripción de la diócesis de Cartagena de la archidiócesis de Valencia a la de Toledo.

En 1592 el obispo Sancho Dávila funda el Seminario Diocesano, que recibe el nombre de San Fulgencio, uno de los cuatro santos cartageneros, que había sido además obispo de la diócesis en época visigoda.

La presencia como obispo de Cartagena entre 1705 y 1724 del cardenal Belluga supondría un avance sustancial en la estructuración diocesana. Fundaría entre otros los colegios de San Leandro y San Isidoro.

También durante el siglo XVIII finalizaría la construcción de la nueva fachada y de la torre de la Catedral, en la ciudad de Murcia.

Por bula del papa Pío XII, en 1949 se segregaron de la diócesis los arciprestazgos de Albacete, Almansa, Casas-Ibáñez, Chinchilla de Monte-Aragón, Hellín, Jorquera y Yeste para constituir, junto con otros territorios de Toledo, la nueva diócesis de Albacete. La configuración actual de la diócesis corresponde, por tanto, con el de la comunidad autónoma de la Región de Murcia.

Tras su adscripción a Valencia y Toledo, actualmente la diócesis de Cartagena es sufragánea de la archidiócesis de Granada.

Entre las instituciones religiosas con sede en la misma, destaca la Universidad Católica San Antonio, (UCAM), fundada en 1995 y el Instituto Internacional de Caridad y Voluntariado Juan Pablo II (IICV), dependiente de esta última.

Según afirma una leyenda convertida ya en tradición, el apóstol Santiago, en su travesía por el Mediterráneo para llegar a Hispania desembarcó en Cartagena, concretamente en la dársena de Santa Lucía. Es considerado el fundador de la diócesis. De este punto parte una de las rutas jacobeas a Santiago de Compostela y, en 2010, de manera extraordinaria, se le concedió a la parroquia de Santiago de Cartagena el Año Jubilar. La figura de Santiago Apóstol es, por ello, una de las figuras centrales del culto colectivo.

La diócesis ha dado varios santos a la Iglesia católica. Entre los más conocidos destacan, los cuatro santos de Cartagena, cuatro hermanos llevados a los altares y con una destacable presencia en la iglesia de la época visigoda. San Isidoro, San Fulgencio, San Leandro y Santa Florentina.

También en la alta edad media destaca la figura legendaria de San Ginés de la Jara.

En proceso de canonización se encuentra la clarisa sor Úrsula Micaela Morata que vivió en el siglo XVII en Cartagena, Murcia y Alicante.

Además de los santos, la aparición milagrosa en Caravaca de la Cruz de una reliquia de la Cruz de Cristo es una de las señas espirituales de la dócesis. En la actualidad, Caravaca es junto a Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana una de las cinco únicas ciudades del mundo que cuentan con un Año Santo a perpetuidad.

Entre los obispos de Cartagena a lo largo de la historia ha habido un papa, Rodrigo de Borja, obispo entre 1482 y 1492 y papa con el nombre de Alejandro VI. Asimismo, otros siete obispos fueron elevados al rango de cardenal.

El actual obispo es José Manuel Lorca Planes, primer obispo murciano en la historia de la diócesis. En 20 de febrero de 2019 se anunció el nombramiento de obispo auxiliar de la diócesis de Sebastián Chico Martínez, hasta entonces rector de los seminarios Mayor y Menor diocesanos, y su ordenación episcopal para el 11 de mayo siguiente.[3]

Durante el curso 2017-18, 60 seminaristas estudiaron en los seminarios cartaginenses: 40 en el Seminario Mayor Diocesano y 20 en el Seminario Redemptoris Mater local.[5]



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