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Ojo seco



La xeroftalmia es una enfermedad ocular caracterizada por sequedad persistente de la conjuntiva y opacidad de la córnea. El término xeroftalmia procede del griego xerós (seco) + ophthalmós (ojo) + ia. En alfabeto griego moderno: ξηρός + οφθαλμός.[1]

Según un estudio de 2003, había en Estados Unidos 3,2 millones de mujeres mayores de 50 años que estaban afectadas por el Síndrome del Ojo Seco.[2]​ Es más frecuente en adultos mayores.

Múltiples causas pueden generar la xeroftalmia. Puede ser debida, entre otras causas, a una disminución de la función de las glándulas lagrimales, causando una menor producción de lágrimas, que ya fue estudiada por Hipócrates, manteniéndose el nombre genérico, aunque hay otras enfermedades más específicas que causan el ojo seco (como la queratoconjuntivitis seca).[3]​ Algunas enfermedades que la provocan:

Con el transcurso de la enfermedad ocurre un engrosamiento de la córnea y disminución de la agudeza visual. Otros síntomas de la xeroftalmia son escozor o quemazón de ojos, sensación de cuerpo extraño, picor o prurito, legañas y enrojecimiento conjuntival.

Para diagnosticar la ausencia de lagrimeo se realiza una prueba de Schirmer, que consiste en colgar una tira de papel secante del párpado inferior y observar cuánta longitud del papel se empapa de lágrimas.

Para diagnosticar el ojo seco los oftalmólogos suelen realizar el test de sequedad ocular o test de OSDI (Ocular Surface Disease Index) que permite realizar una primera valoración del tipo de ojo seco y su complicación.[4]

Se pueden identificar diferentes tipos de ojo seco:[5]

El tratamiento debe ser el de la enfermedad de base que lo causa. Los corticoides pueden ser eficaces en fases iniciales de la enfermedad. Cuando se demuestre deficiencia de vitamina A se administra en suplementos. La pilocarpina es un fármaco que aumenta la producción lacrimal. Algunos preparados (lágrimas artificiales) que se utilizan para mejorar la sequedad consisten en soluciones de hipromelosa y geles de carbómero, que se aplican sobre la conjuntiva.

Además de los tratamiento descritos en el párrafo anterior, según un estudio de 3 meses a doble ciego controlado con Placebo en pacientes afectos de Disfunción Glandular Meibomiana, dio como resultado, que los pacientes que utilizaron un suplemento rico en triglicérido puro de ácido Docosahexaenoico (DHA-Omega-3; Brudy Sec 1.5) obtuvieron una mejora significativa de los síntomas y de las pruebas objetivas.[6]



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