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Operaciones navales sobre Guayaquil y el Callao



Las operaciones navales sobre Guayaquil y el Callao ocurridas durante la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, tras los desastrosos resultados de la misión de Mariano Egaña se declara la guerra el 14 de noviembre de 1836 a la Confederación Perú-Boliviana por lo que el almirante Manuel Blanco Encalada inicia las operaciones contra la Armada Confederalista para neutralizarla y dar paso a la invasión a tierra por mar.

El 30 de octubre zarpó al Perú una escuadra de cinco buques al mando del almirante Manuel Blanco Encalada, la fragata "Monteagudo", el bergantín "Orbegoso", el bergantín "Aquiles", la goleta "Colo Colo" y la corbeta "Valparaíso", llevando a don Mariano Egaña Fabres, nombrado Ministro Plenipotenciario de Chile ante el Gobierno del Mariscal Andrés de Santa Cruz, con los poderes necesarios para celebrar un tratado que resolviera las cuestiones pendientes o para declarar la guerra, si ese gobierno se negara a dar las satisfacciones y seguridades que Chile exigía.

Egaña presentó los siguientes temas en la negociación:

Andrés de Santa Cruz estuvo de acuerdo con los temas comerciales, y en contra de la disolución de la confederación. Las negociaciones concluyeron en fracaso.[1]​ En Chile, con sólo dos votos en contra (siendo uno el de Andrés Bello) en el Consejo de Estadio, Chile declaró la Guerra a la Confederación el 28 de diciembre de 1836, contando con el apoyo de peruanos independentistas quienes se comprometieron a pagar el servicio prestado por el ejército chileno en las campañas restauradoras.[2]

Tras el inicio de hostilidades contra la Confederación, se hace más que evidente la búsqueda de una alianza entre Argentina, Ecuador, Chile y los peruanos contrarios a la Confederación, para buscar su destrucción.

Esto se logra más adelante con la declaratoria de guerra que el gobierno argentino dio formalmente el 9 de mayo de 1837, pero sin el apoyo de Ecuador que entró en otro período de anarquía interna. Si bien tenían un enemigo potencial común, Argentina actuó de forma separada.

Con anterioridad, el almirante Manuel Blanco Encalada, al mando de la Escuadra, se había mantenido en El Callao mientras duraban las negociaciones para evitar la guerra. Habiéndose declarado ésta, comenzó las operaciones contra la Armada Confederada Perú-Boliviana. El objetivo era neutralizar la armada confederada para que Chile obtuviera el dominio absoluto del mar y así dar paso a la campaña terrestre.

Blanco Encalada conociendo que los buques peruanos, la corbeta "Libertad" y el bergantín "Fundador", ahora denominado "Congreso", y la goleta "Flor de Mar" se habían dirigido a Ecuador, zarpó con la fragata "Monteagudo", y el bergantín "Orbegoso" hacia ese país. Tres días después lo seguían el bergantín "Aquiles" y la corbeta "Valparaíso".

Horas antes del arribo de la flota chilena, el bergantín “Congreso” pasó por Puná y siguió río arriba. Blanco Encalada al enterarse de la noticia se internó también en el río hasta llegar con los buques al frente del puerto de Guayaquil. Allí se encontraban los buques peruanos, las goletas “Flor de Mar” y “Limeña” y los bergantines “Catalina” y "Congreso". Este último traía armas y municiones para los otros buques.

Como el Ecuador era neutral nada podía hacer en el puerto el almirante Blanco Encalada y regresó dos días más tarde a la isla de Puná. Blanco dejó al bergantín "Orbegoso" y la fragata "Monteagudo" al mando del comandante Manuel Díaz, en espera de la salida de los buques peruanos para capturarlos en altamar, mientras él se regresaba a bloquear El Callao con la corbeta "Valparaíso" y el bergantín "Aquiles".

Blanco Encalada recaló en Paita donde esperaba encontrar a la goleta “Yanacocha”, pero está ya había zarpado con destino al puerto del Callao. Hacia allí, siguió el almirante dispuesto a bloquear el puerto.

El protector Andrés Santa Cruz no deseaba la guerra con Chile y hacia todo lo que razonablemente podía para evitarla. Fue así como al llegar Blanco se encontró que en el Callao se hallaban detenidos cuatro mercantes chilenos. El protector, después de cambiar notas con Blanco, los dejó libre; a cambio, se comprometería a no comenzar el bloqueo del puerto en lo que respecta a neutrales por un plazo determinado.

El 21 de enero de 1837 una densa neblina cubría la entrada al Callao. Los peruanos, aprovechando que la neblina era baja y que por sobre ella se veían los topes de los buques chilenos, enviaron una flotilla de lanchas cañoneras con el objeto de atacar y si fuera posible abordar los buques chilenos.

Afortunadamente su presencia fue descubierta con tiempo suficiente para que los buques chilenos botaran al agua sus embarcaciones menores y éstas lo remolcaran a alta mar. Cuando se trabajaba en la maniobra, se levantó una brisa y Manuel Blanco Encalada aprovechándola se dio de inmediato a la tarea de cazar velas y perseguir a la flotilla de lanchas. Las cañoneras ante el ataque viraron para refugiarse al puerto y cubrirse con los fuertes.

Los buques chilenos entraron en el fondeadero en persecución de las lanchas, bajo los fuegos de las baterías. Blanco Encalada no dio orden de contestar el fuego y se quedó voltejeando en la bahía por algunas horas invitando con esta arriesgada acción, a salir a combatir a los buques peruanos que se encontraban en el puerto. Las naves recibieron algunos balazos pero los daños no fueron de consideración y no se registraron bajas.

Blanco Encalada había ordenado al comandante Roberto Simpson mantener el bloqueo del Callao frente a la Isla San Lorenzo con el bergantín "Aquiles" mientras él con la corbeta "Valparaíso" fue a Huacho donde hizo aguada. En seguida puso proa al sur, con destino a Valparaíso donde lo llamaba el gobierno.

Al estar el bergantín "Aquiles" solo frente al puerto, el 5 de febrero saliò a batilo la goleta "Yanacocha" al mando de Miguel Balareso.[3]​ Simpson aceptó de inmediato el combate y se dirigió a su enemigo mientras los dos buques cambiaban cañonazos a larga distancia. Después de un corto cañoneo, la goleta "Yanacocha" se vuelve al puerto El Callao para refugiarse bajo los cañones y el bergantín "Aquiles" intenta su persecución.

El bergantín "Aquiles" no la alcanzò antes que la goleta "Yanacocha" se recogiera bajo el amparo de los fuertes, por lo que se aventuró a tiro de cañón de los fuertes, cuyo proyectiles lo cruzaban sin tocarlo. Simpson logro agujerear el velamen de la "Yanacocha".[4]

Más adelante a pesar de los esfuerzos por mantener un bloqueo fuerte, la goleta "Yanacocha" lograría escapar a las costas de Ecuador donde se reuniría con la corbeta "Libertad" en el río Guayas para refugiarse.

El comandante Manuel Díaz con el bergantín "Orbegoso" y la fragata "Monteagudo" se mantuvo tres meses en Puná, esperando la salida de los buques peruanos. Después de varias tentativas fallidas para escapar de los buques chilenos. Por cuatro días consecutivos se hicieron velas como si fueran a salir al mar abierto, pero cuando las flotilla de Manuel Díaz se hacía a la mar para interceptar a los confederados, estos volvieron a sus fondeaderos. Los confederados intentaron esto cuatro veces sin tener mayor éxito.

En la noche del 13 al 14 de febrero los buques confederados, protegidos por la oscuridad, se hacen a la mar saliendo por la boca de Maquillán y navegando por el canal del Morro. La escuadrilla confederada dejó atrás al bergantín “Catalina” de manera que al amanecer este apareció subiendo el río, por lo que se creyó a bordo de los buques chilenos que ese rumbo habían tomado los confederados.

Solo dos días después y gracias a una nave mercante supo Díaz que habían salido a alta mar. Determinado el comandante chileno a salir en su persecución levó anclas y cazó sus velas. Al salir del río se encontró con el bergantín mercante "Napoleón" que le traía provisiones. En alta mar frente a Guayaquil se encontró con los bergantines “Arequipeño” y “Aquiles” que traían órdenes de Chile. En cumplimiento de estas los buques tomaron rumbos distintos: el bergantín "Orbegoso" se quedó frente a Guayaquil, la fragata "Monteagudo" salió con rumbo a Talcahuano mientras el “Aquiles” y el “Arequipeño” al mando de Roberto Simpson.

El plan chileno contemplaba el absoluto del mar, ahora, después de esta costosa campaña marítima para neutralizar la escuadra confederada y dar paso a los transportes para la invasión terrestre, esta se había abandonado.

La operación marítima no había dado los resultados esperados. La escuadrilla confederada que estaba en Guayaquil había huido al puerto del Callao, lugar donde un ataque era imposible.

Pero a pesar de todos estos infortunios el 8 de diciembre de 1836, llega a Chile la corbeta confederada "Libertad", para entregarse a la Comandancia General de Marina, debido al hostigamiento de la escuadra chilena la que provocó que la tripulación del buque se revelara en contra de las autoridades confederadas.

De todas formas, el 15 de septiembre de 1837 salió de Valparaíso la expedición al mando del general Manuel Blanco Encalada cuya fuerza total ha sido calculada en 3.200.[5]​ Estas fuerzas desembarcarían en el departamento peruano de Arequipa y ocuparían la ciudad de Arequipa sin resistencia.

Los buques confederados quedarían libres, y así podrían lanzar ataques como se demostraría más adelante cuando tres días después de la ocupación de Arequipa zarpaba igualmente del Callao una escuadra confederada al mando del general José Trinidad Morán, quien con 400 hombres a bordo de las corbetas "Socabaya" y "Confederación" y el bergantín "Congreso", tenía como misión incursionar en costas chilenas.



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