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Pélope



En la mitología griega, Pélope (en griego, Πέλοψ: Pélops) era hijo de Tántalo y Dione (hija de Atlas), y padre con Hipodamía de los famosos Atreo y Tiestes.

El padre de Pélope era Tántalo, rey en el monte Sípilo de Anatolia. Queriendo hacer una ofrenda a los olímpicos, Tántalo descuartizó a Pélope y cocinó un estofado con su carne, que entonces sirvió a los dioses. Démeter, profundamente apenada tras el rapto de su hija Perséfone por Hades, distraídamente aceptó el ofrecimiento y se comió el hombro izquierdo. Sin embargo, los demás dioses advirtieron la trama y evitaron comer el cuerpo del muchacho, trayéndolo de vuelta a la vida y reemplazando su hombro con uno de marfil que fabricó para él Hefesto. Tras su resurrección, Pélope era más hermoso que antes: Poseidón se enamoró de él y le llevó al Olimpo, le hizo su amante y le enseñó a conducir su carro divino. Más tarde, Zeus expulsó a Pélope del Olimpo, enfadado porque su padre, Tántalo, había robado la comida de los dioses, se la había dado a sus súbditos de la tierra y había revelado los secretos que había oído.

Ya adulto, Pélope quiso casarse con Hipodamía. El padre de ella, Enómao, rey de Pisa o de Olimpia, había matado a treinta pretendientes de la joven tras vencerlos en una carrera de carros. Había hecho esto porque la amaba para sí o, alternativamente, porque una profecía afirmaba que moriría a manos de su yerno. Pélope fue a pedir la mano de Hipodamía y se preparó para competir con Enómao. Preocupado por si perdía, Pélope fue a la orilla del mar e invocó a Poseidón, su antiguo amante, y, recordándole su amor (los «dulces regalos de Afrodita»), le pidió ayuda. Sonriendo, Poseidón hizo aparecer un carro tirado por caballos grandes y alados.

Aún inseguro de sí mismo, Pélope (o la propia Hipodamía) convenció al auriga de Enómao, Mírtilo, para que le ayudase a ganar, prometiéndole la mitad del reino y la primera noche en el lecho de Hipodamía.

La noche anterior a la carrera, al montar el carro, Mírtilo cambió las pezoneras de bronce que sujetaban las ruedas al eje por unas falsas fabricadas con cera de abeja. La carrera comenzó y discurrió durante mucho tiempo. Pero justo cuando Enómao estaba alcanzando a Pélope y preparándose para matarlo, las ruedas se soltaron y el carro se rompió. Mírtilo sobrevivió, pero Enómao fue arrastrado por sus caballos hasta morir.

Pélope mató entonces a Mírtilo, porque este había intentado violar a Hipodamía. Cuando moría, Mírtilo maldijo a Pélope por su traición, y la maldición se cumplió: dos de los hijos de Pélope e Hipodamía, Atreo y Tiestes, mataron a un tercero, Crisipo, que era su favorito y que iba a heredar el reino. Atreo y Tiestes fueron desterrados junto con Hipodamía, su madre, quien entonces se ahorcó. La maldición también alcanzó a sus hijos, nietos y bisnietos, incluyendo a Agamenón, Egisto, Menelao y Orestes.

Más tarde, Pélope dominó todo el Peloponeso (Πελοπόννησος, término que significa «isla de Pélope», Πέλοπος νῆσος).

Durante la Guerra de Troya, los huesos de Pélope fueron llevados a esa ciudad por los griegos, pues un oráculo había dicho que serían capaces de ganar si lo hacían.




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