x
1

Pedro Bernardo



Vista de la localidad

Extensión del término municipal dentro de la provincia de Ávila

Pedro Bernardo es una villa y municipio español perteneciente a la provincia de Ávila, en la comunidad autónoma de Castilla y León. Cuenta con una población de 787 habitantes (INE, 2020).

El escudo heráldico y la bandera que representan al municipio fueron aprobados el 15 de enero de 2003. El escudo se blasona de la siguiente manera:

La descripción de la bandera es la siguiente:

Situado en la provincia de Ávila, el municipio de Pedro Bernardo se encuentra enclavado en el fértil valle del Tiétar, en la ladera sur del risco de la Sierpe en las estribaciones del sector oriental de la Sierra de Gredos, desde donde domina una panorámica del valle y de los Montes de Toledo. Es por ello que se le conoce como Mirador o Balcón del Tiétar.

La localidad está situada a 801 msnm[1][2]​ y se encuentra 9 km de Lanzahíta —que es el pueblo más cercano dentro del Valle del Tiétar—, a 30 km de Arenas de San Pedro, a 108 km de Ávila y a 125 km de Madrid.

Pedro Bernardo limita al norte con Serranillos, al este con Gavilanes, al sur con Buenaventura —cuyos términos quedan demarcados por las orillas del río Tiétar—, al suroeste con Lanzahíta y al noroeste con San Esteban del Valle.

Esta demarcación territorial data del siglo XVII, cuando Pedro Bernardo obtuvo su independencia del yugo feudal del Estado de Mombeltrán. Se conserva en la carta de villazgo la narración del deslinde y amojonamiento, que nos deja un término municipal muy similar al originario. A finales del siglo XX (década de los 90) se desligó una parte del territorio con la vecina localidad de Lanzahíta en la zona suroeste de la jurisdicción de Pedro Bernardo, por la que parte de los parajes forestales y agrícolas de Macapillo, La Llanaílla y San Juan de Lanzahíta (entre otros) pasaron a pertenecer a la jurisdicción lanzahiteña.[cita requerida]

Se encuentra enclavado en las estribaciones del macizo Oriental de la Sierra de Gredos y popularmente se le conoce como el Balcón del Tiétar, ya que su topografía permite que desde las calles que la estructuran y evocan su pasado medieval, se alcancen, las más singulares perspectivas de los Montes de Toledo y del curso del Valle del río Tiétar.

La existencia de Monumentos megalíticos dentro del término municipal revela la presencia de asentamiento humanos en la zona en tiempos prehistóricos.

Las primeras referencias históricas al municipio se remiten al siglo XV de la mano de Fr. Diego de Jesús, natural de la localidad, en su obra Historia de la antigua fundación é cosas memorables del lugar de Nava la Solana, refiriéndose al encargo que el Rey Alfonso XI hizo n el s. XIV a Gil Blázquez, de reparar y repoblar aquella localidad levantadas por Blasco Gimeno el Chico, siguiendo órdenes del concejo abulense en los inicios del siglo XII.

El propio título de la obra de Diego de Jesús, con el nombre originario de la localidad «Nava de la Solana» que fuera posteriormente abandonado a favor del de «Pedro Bernardo», según parte de la doctrina como consecuencia de la conciliación entre dos importantes cabecillas de la contienda entre habitantes originarios y los más posteriores repobladores de origen leonés; Pedro Fernández y Bernardo Manso en el siglo XV. No obstante, está teoría ha sido recientemente puesta en tela de juicio por el historiador Juan Antonio Chavarría que afirma que el municipio aparece ya con el apelativo de “Pero Bernaldo" en Libro de la Montería de 1348.

La historia de Pedro Bernardo tiene un importante hito en 1679 cuando el rey Carlos II concedió al municipio el título de villa logrando sus habitantes su objetivo de independizarse administrativamente de la villa de Mombeltrán.

El siglo XVII comprende uno de los períodos de mayor crecimiento demográfico, recibiendo importantes flujos migratorios. Así, atraídos por el clima y las posibilidades de desarrollo que ofrecían las riquezas de la zona, Pedro Bernardo se vio favorecido por la llegada de familias procedentes de Galicia (principalmente de la zona de Lugo y Orense), y en menor medida de comarcas limítrofes: las Tierras de Talavera, el norte de La Mancha, la Campana de Oropesa, Tierra de Guadalupe y Villuercas, o los valles extremeños de Ibores, de la Vera y del Jerte.[cita requerida] También procedían de algunos pueblos serranos de la actual provincia de Ávila. En consecuencia, el XVIII es uno de los períodos de mayor auge de la economía local, ya que el crecimiento demográfico y, por ende, el urbanístico, se hicieron notar en la economía cucharera.

Algunos barrios, como el de Los Adobes, fueron ampliados a lo largo del siglo XVIII como atestiguan la mayoría de las fechas grabadas en alguna de las piedras de las casas. También así lo apunta Juan González Robles Villanueva, que erigió la casa-curato en 1721 detrás de la iglesia parroquial y relató con gran detalle una buena descripción del estado de las distintas barriadas de la Villa. Otra prueba más del auge de la economía y de la población de la villa se refleja en las fervientes actuaciones de ampliación y mejora del templo parroquial, a menudo sufragadas por los crecientes pobladores del lugar. En esta época se instalan también la mayoría de las industrias de la villa: molinos aceiteros y harineros, fábricas de paños, batanes, telares y otros artesanatos.

Tras el aumento poblacional del siglo XVIII, venía por delante un fructífero siglo XIX, que sabría dar buen uso a la herencia de los primeros emprendedores industriales del XVIII, ampliando incluso las edificaciones anteriores y creando otras nuevas, como el horno de pan que ocupa hoy una de las posadas de Pedro Bernardo. En el XIX se mejoran algunas infraestructuras de comunicación y se trazan proyectos que, de haberse culminado, hubieran dado por fruto un Valle del Tiétar más desarrollado que el que conocemos, como el proyectado y nunca ejecutado ferrocarril que uniría Madrid con la Tierra de Plasencia.

Uno de los personajes que más contribuyó al desarrollo de Pedro Bernardo en el siglo XIX sería Rufino Martín-Romero, autor de la valiosa «Reseña Histórica de la Villa de Pedro Bernardo» (1899), quien tras la desamortización de Madoz y Mendizábal promovió la recuperación de las dehesas boyales para el común, mediante la recaudación de una pequeña (o gran) aportación pecuniaria a los vecinos con la que se encargó de comprar la dehesa a los terratenientes catalanes que la poseían, devolviendo estas tierras a todo el pueblo de Pedro Bernardo para el uso de sus pastos y tierras de labranza. Hasta hoy ha perdurado este régimen de propiedad común, de donde se dice aquello de que «todos los de Pedro Bernardo tienen un trozo de tierra en la Dehesa».[cita requerida]

El municipio tiene 69,01 km² de extensión,[4]​ y, según el Instituto Nacional de Estadística, la población censada de este a 1 de enero de 2017 es de 876 habitantes.

     Población de derecho (1842-1897, excepto 1857 y 1860 que es población de hecho) según los censos de población del siglo XIX.[5]      Población de derecho (1900-1991) o población residente (2001) según los censos de población del INE.[5]      Población según el padrón municipal de 2011[6]​ y de 2017 del INE.

La agricultura local siempre fue rica en especies y en calidades, debido a las condiciones microclimáticas y a la fertilidad del suelo. La configuración climática y edafológica de Pedro Bernardo permiten el desarrollo de cultivos que van desde el agrícola subtropical hasta el forestal atlántico.

Destaca como principal la higuera, con el higo mirlo o "cuello de dama" como variedad destacada. Otras de las variedades autóctonas es la higuera sayuela.

Las viñas de uva ligeruela se restringen a la producción doméstica de vino. De su fermentación se obtiene el vino ligeruelo.

Igualmente es importante la industria olivarera de Pedro Bernardo. De su aceituna cornatilla, albar y reondilla, se obtiene el aceite de oliva virgen extra.

Aunque estos cultivos de la vid, el olivo, y la higuera son los más importantes, en Pedro Bernardo se produce además fruta y verdura. En sus campos crecen por igual las cepas de kiwi, los naranjos, limoneros y mandarinos, los granados, almendros y azufaifos, los más comunes frutales como melocotoneros, albaricoques, manzanos, ciruelos y perales, o los productores de frutos secos.

En la cabaña bovina, la variedad autóctona de vacuno "morucho" se ha ido sustituyendo paulatinamente por especies foráneas más selectas de carne y leche, en pequeñas explotaciones en régimen de semiestabulación. Adicionalmente, existen contados rebaños de ovejas y cabras, también para consumo familiar y local.

En Pedro Bernardo primó siempre la cabaña caprina por la disposición de su orografía y de su vegetación, que creaba condiciones ideales para el pastoreo de cabras. La cabra aprovechaba en el monte recursos que la oveja no podría aprovechar. No obstante, la ganadería ovina fue también de gran peso para la economía local, no tanto por la carne o la leche como por la lana. Como veremos más adelante, la industria de la pañería otorgó a la localidad mucha fama y no menos recursos para subsistir. El ganado vacuno tuvo menos impronta sin dejar de ser reseñable en la economía cucharera.

Antiguamente parece ser que existía cierta habilidad artesana para la fabricación de husos y cucharas de madera, de donde ha quedado a los habitantes el apodo o remoquete de cuchareros, que se acepta con cierta conformidad no exenta de orgullo.

De mayor importancia fue en un pasado no tan distante la fabricación de mantas de lana y similares, como las alforjas y sombreros bastos tradicionales de la zona. Las nuevas técnicas y la introducción de materias artificiales la llevaron a la desaparición. En la actualidad quedan algunos artesanos que se dedican a la talal de madera o fabricación de productos de cuero, así como un antiguo zapatero ( Roberto Cantero Villacastín ) que sigue construyendo sencillos rabeles o arrabelillos como se les llama en el lugar)

Pedro Bernardo cuenta desde 1978 con un expediente incoado para una futura declaración de la localidad como conjunto histórico-artístico.[7]

Remontándonos al pasado más remoto existe un Menhir (IV Milenio a. C) en la llamada Dehesa de Cantogordo. En este mismo paraje se han constatado un par de yacimientos arqueológicos que atestiguan la presencia de villas romanas, así como un par de pequeños puentecillos medievales, levantados probablemente por orden de la poderosa asociación ganadera conocida como la Mesta.

El monumento más antiguo del pueblo data del s. XVI (año 1577). Se trata del antiguo ayuntamiento que se halla en la llamada Plaza Vieja, casi enfrente del nuevo consistorio. Erigido en sillería, a lo largo del tiempo ha tenido usos muy dispares: pósito, cárcel, consultorio médico, centralita telefónica. Últimamente se utiliza como tanatorio, pese a su céntrica y polémica ubicación.

Fue construida en el siglo XVIII sobre una iglesia anterior erigida en 1606.[8]​ Está consagrada a San Pedro. De gran sobriedad, alberga numerosas tallas de diversos santos correspondientes a los siglos XVII y XVIII. Existen también dos ermitas: Santa Ana (1697) y San Sebastián (s. XVIII), así como un rollo o picota de piedra, erigido en 1697 para conmemorar la adquisición de la categoría de villa 18 años antes.

Antigua plaza en uso desde, al menos, el siglo XVII. Reconstruida en 1993. Tiene forma de media luna, con anfiteatro porticado.

Ubicada en la Cuesta de Santa Ana, en el centro del casco urbano. Aunque la construcción actual data de 1693, es probable que se reedificara sobre los cimientos de otro antiguo templo religioso. De planta cuadrangular y muros de sillería de piedra actualmente enfoscada de cal, alberga la imagen de Nuestra Señora de la Soledad (talla barroca del siglo XVIII). Entre los elementos ornamentales más característicos hallamos un arco de medio punto en sillería de granito en el pórtico del edificio, así como una ventana labrada en piedra con una cruz de malta, una rosa hexafoliada y dos pajarillas enfrentadas, elementos recurrentes en la artesanía popular de la zona.

Situada hoy en el Barrio de El Santo, junto al antiguo cementerio consagrado en 1808, la ermita de San Sebastián fue construida a las afueras del municipio a mediados del siglo XVIII. En su interior guarda una pequeña talla de San Sebastián Mártir. El templo, de planta cuadrangular y elevado sobre una peña de piedra hoy oculta y cubierta por una escalera, está porticado con dos sencillas columnas dóricas de granito.

Entre los lugares de interés natural cabe destacar algunos de los numerosos riscos que rodean al pueblo (Sierpe, la Vela, el Fraile, el macizo de la Abantera), el mirador del puerto de Pedro Bernardo o el collado de Lagarejo, las piedras caballeras (el Canto de la Nariz y el Canto de la Tapadera) así como la garganta de la Eliza, su piscina natural y su hermosa Chorrera del Hornillo (de 12 metros de altura). En el extremo oriental, ya en el límite con Gavilanes, se encuentra la Chorrera Hondonera, salto de agua natural cobre el arroyo Pichón.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Pedro Bernardo (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!