Perro guardián es el concepto que abarca tanto a razas de perros entrenados para avisar a sus dueños de posibles amenazas (perros vigilantes), como a perros entrenados para repeler estas amenazas (perro guardián propiamente dicho).
Los perros vigilantes ladran fuerte para alertar a sus dueños de la presencia de un intruso, así como para disuadir al mismo de un mayor acercamiento. La función del perro vigilante termina ahí, a diferencia con un perro guardián, que es capaz, además, de atacar al intruso. Algunas razas —como el Keeshond— son excelentes perros vigilantes gracias a sus ladridos, pero no tienen un comportamiento asertivo.
Los perros guardianes de ganado son lo suficientemente grandes y fuertes como para atacar y echar a un predador de ganado como un lobo. Si el riesgo es de intrusos humanos, el perro adecuado puede ser fácilmente entrenado para ser agresivo hacia los seres humanos no reconocidos o extraños y luego atado o encerrado sin supervisión en una zona que el propietario quiere que sea protegida cuando no está alrededor (como en la noche). El estereotipo del perro de patio o de trastero es un ejemplo común de esto —aunque el nombre correcto es perro de protección industrial—. Otros perros de ataque destinados a ser perros policía o al trabajo con mayor supervisión están entrenados para morder, contener y liberar a un intruso solamente cuando son dados comandos específicos por parte de su manejador —tal y como se entrena en Schutzhund o entrenamiento K9 deportivo.
El siguiente es un listado de perros que además de ladrar para avisar a los dueños, repelen las amenazas:
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