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Pictorialismo



El pictorialismo es un movimiento fotográfico de pretensiones artísticas que se desarrolla a nivel mundial (aunque principalmente en Europa, Estados Unidos y Japón) entre finales de los años 1880 y el final de la Primera guerra mundial. El nombre del movimiento deriva del término inglés picture (imagen, cuadro, pintura, fotografía) y no de paint (pintura), razón por la cual resulta erróneo hablar de fotografía pictórica o pictoricista, términos que vendrían a referirse a la fotografía academicista, corriente que sí que se encuentra muy relacionada con la pintura.

Para el grupo de fotógrafos que lo conformaron, el pictorialismo supone hablar de una imagen más dentro de lo existente, de una imagen simple captada/separada de un mero registro de la realidad.

Surge como reacción a la fotografía de aficionados, considerada vulgar y nacida con la comercialización de la cámara fotográfica de Kodak y su sistema de revelado y copiado en laboratorios industriales, que se extiende rápidamente por todo el mundo en tanto no se requerían conocimientos técnicos para su uso. También se contrapone a la Fotografía academicista reivindicando los valores propios de la fotografía para la realización de obras de arte en plena igualdad con otras disciplinas artísticas (pintura, escultura, arquitectura). Es por ello que se renuncia a la imitación de la pintura.

Los fotógrafos del pictorialismo se definen como artistas en la línea de las teorías del romanticismo propias del siglo XIX, destacando la sensibilidad e inspiración de los autores y otorgando un papel secundario a la técnica (tal y como hacía Julia Margaret Cameron).

Se distancian de la realidad para que sus fotografías sean solo imágenes y no una mera reproducción de la realidad, motivo por el cual buscan deliberadamente el desenfoque o efecto floue. Formalmente, la resolución plástica derivada de la imagen borrosa y los temas que eligen los pictorialistas, señalan una fuerte influencia del Impresionismo.

El pictorialismo supone una selección de los temas, entre los que se destacan: el Paisaje en días nublados, de lluvia, de niebla y todos aquellos en los que los agentes atmosféricos no permiten que las imágenes sean nítidas e introducen borrosidad en la representación; el Retrato; se eligen principalmente figuras femeninas, e igualmente se busca esa borrosidad, así como alegorías, puestas en escena, poses clásicas, etc.

Entre la escena a fotografiar y la cámara muchos autores colocan filtros, pantallas y demás utensilios que impiden ver claramente. Igualmente recurren a la utilización de juegos de luces y sombras.

No se enfoca de forma deliberada para provocar un efecto similar a la pintura impresionista (es por eso que el pictorialismo es también conocido como fotografía impresionista).

Para el registro fotográfico, muchos autores utilizaban los llamados como "objetivos de artistas", que suponía la colocación de elementos que no correspondían al área de cobertura requerida para las cámaras fotográficas empleadas, o el uso de objetivos antiguos muy imperfectos (con aberraciones esféricas u otras) o, incluso, recurrían a la cámara estenopeica, sin objetivo.

La mayor parte de las manipulaciones eran realizadas en la fase de revelado y especialmente en la de positivado de la imagen. Se emplea papel especialmente elegido o creado para las manipulaciones posteriores.

Algunas de las técnicas de positivado usadas son la impresión al carbón, el bromóleo, la goma bicromatada, o el añadido de otros pigmentos a las emulsiones buscando hacer las fotografías similares al dibujo, grabado, etc. Alrededor de estos experimentos surge la denominación general de impresiones nobles.

Para muchos de los fotógrafos pictorialistas, el trabajo posterior a la toma era la etapa más importante del proceso creativo, considerando:

La idea principal era llegar a un resultado diferente del que ofrecían las imágenes tradicionales, tanto las de la fotografía profesional como la de los aficionados. Los pictorialistas constituyen una suerte de "tercera posición" en la pugna entre aficionados-profesionales de finales del siglo XIX, porque rescatan de los primeros la libertad creativa, no limitada por un cliente o un encargo; y de los profesionales el dominio de la técnica. Sin embargo, el uso de la técnica fotográfica que hicieron los pictorialistas tenía otros objetivos: principalmente, obtener la imagen "floue".

Emerson, uno de los teóricos iniciales del movimiento (luego devenido purista), en su texto "Fotografía naturalista" (1889), argumenta a favor del trabajo manual en fotografía, y junto a ello busca posicionar a los autores pictorialistas como "artistas" en el sentido canónico, refutando los prejuicios de la época hacia la fotografía como forma artística, por su carácter mecánico, y su falta de originalidad, o intervención creativa humana:

Por su manipulación, las impresiones nobles nunca resultaban iguales pese a que se partiera de un mismo negativo de origen. Esta característica reforzaba la pertenencia de las obras pictorialistas al mundo del arte, y no de las meras fotografías de los aficionados, ni de las fotografías profesionales, que podían copiarse tantas veces como fuera requerido por el cliente. Estas técnicas impedían la multiplicidad de copias, por cuanto que todas las obras eran únicas. Se llegó incluso a realizar ediciones limitadas, por ejemplo destruyendo el negativo para impedir copias de las imágenes, en un intento de regular la creación fotográfica bajo las limitaciones propias de las artes plásticas tradicionales.

Para su presentación al público las imágenes (o impresiones nobles) eran enmarcadas recurriendo a la utilización de marcos propios de pinturas antiguas y muy rimbombantes [cita requerida].

Aunque inicialmente los pictorialistas defendieron la manipulación como un método para "presentar su visión de la naturaleza", las objeciones los fotógrafos puristas se intensificaron a inicios del siglo XX, señalando las contradicciones de los pictorialistas, que minimizaban el hecho fotográfico en sí, y sus características específicas, para enfatizar la intervención manual como único método para la fotografía artística. Demachy dirá al respecto en 1907:

Los precedentes del pictorialismo fueron reconocidos por los propios artistas del movimiento en las figuras de Julia Margaret Cameron y Henry Peach Robinson. En la fotógrafa inglesa encontraron los adeptos al pictorialismo una actitud decidida, además de una serie de comportamientos (o técnicas) ante la fotografía de gran aceptación para ellos, como es el uso de objetivos técnicamente inadecuados y la búsqueda del efecto floue. Por otro lado, Henry Peach Robinson vino a ser el apoyo teórico del movimiento, gracias a su obra Efecto Pictorial en Fotografía, 1869, así como el inspirador del nacimiento de los grupos pictorialistas. En ese texto, Peach Robinson recomendaba y explicitaba el método del positivado combinado:

El punto de partida del movimiento viene determinado por la publicación en 1889 del libro Naturalistic Photography[4]​ de Peter Henry Emerson, donde su autor argumentaba en relación a las históricas objeciones que habían negado estatus artístico a las fotografías:

Además, señala que la imagen floue correspondía a la visión normal y superaba todas las formas artísticas, por influencia de pintores como Turner o Whistler, y los impresionistas franceses.[1]

A partir de este momento surgen nuevos grupos y asociaciones dedicadas a la búsqueda de una fotografía artística construida sobre los valores propios de la fotografía. Es esta una postura estética claramente diferenciada de las inquietudes de las primeras asociaciones dedicadas a la investigación técnica.

El primer impulso para la creación fotográfica del pictorialismo lo dio el Camera Club de Viena al organizar en 1891 una exposición de fotógrafos pictorialistas. Un año más tarde, en 1892, se crea en Londres el Linked Ring Brotherhood con el objetivo de la organización de una exposición bajo el lema Liberty-Loyalty, a la que fueron invitados fotógrafos extranjeros de la Europa Continental y de los Estados Unidos. A partir de este momento los grupos se multiplicaron por toda Europa, llegando el pictorialismo a los Estados Unidos y a otros continentes, animados por jóvenes fotógrafos deseosos de demostrar los valores artísticos de la fotografía.

Sus representantes más destacados fueron Peter Henry Emerson y Robert Demachy. Otros son Alvin Langdon Coburn, Heinrich Kühn, Léonard Misonne, Comandante Puyo, James Craig Annan, Richard Polak, George Davison, Lionel Clark, Hugo Henneberg, Fred Holland Day, Gertrude Käsebier, Edward Steichen, Clarence Hudson White y Frederick Henry Evans.

En España destaca la obra de José Ortiz Echagüe, Josep Massana, Josep Maria Casals Ariet, Joaquim Pla Janini y Antonio Arissa.

Entre las asociaciones de fotógrafos que se adhirieron al movimiento destacan los fundadores: The Linked Ring BrotherHood y el Camera Club de Viena; así como el Camera Club de Londres, Camera Club de Nueva York, Photo-Secession, Photo-Club de París, la Real Sociedad Fotográfica, Sociedade Portuguesa de Fotografía, la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados o la Japanese Camera Pictorialist of America. Eran colectivos elitistas que limitaban el acceso de miembros y de fotografías para sus exposiciones.

Estos grupos organizaron exposiciones, publicaron revistas, manifiestos y textos teóricos y técnicos acerca de la fotografía como forma artística. Buscaban que las instituciones del arte (la Academia, los Salones, etc.) reconocieran "sus" fotografías como obras de arte al mismo nivel que la pintura u otras formas de las artes plásticas. Su estrategia para conseguir este reconocimiento fue el recurso a la manipulación posterior de la fotografía como justificación de artisticidad; para los pictorialistas, como se mencionó previamente, el negativo era equivalente al lienzo en blanco del pintor: el proceso creativo se desarrollaba en el positivado. La toma carecía prácticamente de interés para los pictorialistas, aunque en general se inclinaban por temas clásicos de la pintura (especialmente la impresionista): paisaje rural, retrato, desnudo e incluso escenas de ballet (Demachy, por influencia de Degas).

Hacia el año 1910 alcanza el movimiento su punto álgido entrando en un proceso de decadencia por el agotamiento de sus propuestas y los cambios sociales habidos, donde su reivindicación artística carece de sentido. Tras el final de la primera guerra mundial sus principales autores abandonan el movimiento ante el empuje del Nuevo realismo fotográfico.

No obstante lo anterior, en situaciones aisladas como la de España continúa su desarrollo hasta bien concluida la Guerra civil española.

Los teóricos de la fotografía no muestran un juicio uniforme a la hora de realizar una valoración crítica sobre este movimiento artístico-fotográfico.

La discusión pictorialismo versus purismo no ha quedado resuelta en modo alguno. Es más, hoy día tiene plena vigencia por cuanto que algunos autores defienden los valores estéticos de la imagen, mientras que otros fotógrafos sostienen el valor de las imágenes como testimonio social de la realidad. En la experiencia contemporánea incluso, la estética pictorialista sigue presente en tendencias como la lomografía, o las fotografías realizadas con Instagram.

En galerías de arte, salas de exposiciones, revistas, podemos observar cómo la fotografía es utilizada por algunos como medio de reflexión artística, sobre la que se realizan reseñas bibliográficas en torno al Pictorialismo Moderno[5]​, y por otros como medio de reflexión social.



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