La plaza del Ángel, y antes plazuela del Ángel, es un espacio urbano asimétrico en la cabecera alta del barrio de las Musas (o de las Letras) de Madrid; lo forman la confluencia de las calles de San Sebastián, Cruz, Espoz y Mina, Huertas, y los esquinazos de la plaza de Santa Ana (Madrid) al Este y la de Benavente por el Oeste. Pedro de Répide cuenta que en su origen también daba a la plazuela el desaparecido callejón del Beso.
Al parecer, la antigua plazuela del Ángel tomó este nombre del Ángel de la Guarda que decoraba la fachada de uno de sus edificios.
En la segunda mitad del siglo XVI, las cofradías de la Pasión y de la Soledad adquirieron en 1579 un corral grande, situado en la embocadura de la calle de la Cruz con la plazuela del Ángel. El corral de comedias de La Cruz, que llegaría a ser Teatro de la Cruz, fue inaugurado el 16 de septiembre de 1584, casi al mismo tiempo que el nuevo corral del Príncipe.
También hay noticia de que a partir de 1683, el extremo de la plazuela del Ángel que formaban la reunión de Carretas con Atocha, fue demarcación del gremio de mercaderes de lonja para las casas almacenes. La plaza es citada en el poema Piedra de sol (poema) de Octavio Paz.
En 1810, sobre los solares que ocuparon las casas del conde de Baños y de Pedro Velasco de Bracamonte, el arquitecto Silvestre Pérez construyó para los condes de Montijo y Teba, un nuevo palacio que llegaría a alcanzar cierta categoría entre la aristocracia madrileña durante el siglo XIX. En él, por ejemplo, la viuda del conde presentó 'en sociedad' a sus hijas María Francisca y Eugenia, que respectivamente llegarían a ser duquesa de alba y emperatriz de Francia. También fue en este palacio donde, durante la cena de Nochebuena de 1874, se dio a conocer la proclamación del rey Alfonso XII.
Se instaló, asimismo en este edificio, el Casino Militar, el Centro de Instrucción Comercial y, durante una temporada fue vivienda de Canalejas. Tras su demolición, se construyó en el solar un edificio comercial.
Frente al palacio de Montijo, estuvo la relojería Canseco, que tenía un gran reloj colgado de la fachada que anunciaba a los transeúntes las horas.provincianos era el "reloj de los chinos", una maquinaria decorada con dos chinos a ambos lados de la esfera que cuando sonaban las horas se tiraban de las coletas.
Otra atracción del relojero Canseco, en especial para niños yEntre los años 1897 y 1910 se inauguró el Café Central, que en 1954 pasó a local de venta obras de arte y en 1968 recuperó su condición de café con actuaciones en vivo.
También se apoya en la plaza un lateral de los antiguos Almacenes Simeón, obra de Jesús Carrasco-Muñoz y Encina entre 1919 y 1923, transformados en el Hotel Reina Victoria.
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