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Producto sanitario



El término producto sanitario (o dispositivo médico, según la OMS)[1]​ pertenece a la jerga de los reglamentos legales[2]​ y se utiliza para referirse a un conjunto de instrumentos y dispositivos utilizados en la sanidad que están regulados por la ley en la Unión Europea. Están regulados por las directivas europeas 90/385/CEE de productos sanitarios implantables activos[1]​, 98/79/CE de producto sanitario para diagnóstico in vitro y la 93/42/CEE para productos sanitarios generales. Están incluidos dentro de las tecnologías sanitarias.

La directiva 2007/47/EC modificó la definición de las directivas 93/42/CEE, 98/79/CE y 90/385/CEE, siendo ahora la definición de «producto sanitario»:

No todo producto que se usa en un hospital es un producto sanitario. Por ejemplo, no son productos sanitarios:

Tampoco son productos sanitarios otros productos que a veces se usan en un entorno médico, pero cuya finalidad prevista no entra en la definición de producto sanitario: láser depilación, depilador eléctrico, electroestimulador para gimnasia pasiva, etc.

Los productos sanitarios de la directiva general dir. 93/42/CEE se clasifican según su riesgo siguiendo las reglas del anexo IX de la directiva.[4]​ Hay 4 clases de producto:

siendo la clase I la de menor riesgo y la III la de mayor riesgo.

Para poder comercializarse en Europa un producto sanitario precisa ostentar el marcado CE de conformidad. La evaluación de conformidad la realizan los Organismos Notificados que son en general entidades de certificación (por ejemplo: BSI, DNV, SGS, TÜV) o bien Autoridades Sanitarias (por ejemplo: AEMPS, INFARMED)

Los productos sanitarios se encuentran recogidos en el Real Decreto 1591/2009, de 16 de octubre, por el que se regulan los productos sanitarios.

Los productos que no tienen una finalidad sanitaria (no entran en la definición de producto sanitario o bien establecen indicaciones y finalidades que no están soportadas por una base científica) y no obstante ostentan el marcado CE de conformidad con las directivas de productos sanitarios y/o reivindican una aplicación médico-sanitaria, son productos fraudulentos y su comercialización y uso puede y debe ser denunciado a las autoridades sanitarias.

Cuando una persona es víctima de una enfermedad grave (como el cáncer, el VIH, etc.), en su desesperación, tiende a creer en cualquier producto milagro que le pongan a su alcance. La Food and Drug Administration advierte duramente del engaño que ello supone.[5]



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