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Rascacielo



Un rascacielos es un edificio particularmente alto y continuamente habitable. A menudo también se denomina rascacielos a aquellos edificios que destacan por su altura sobre los de sus alrededores; esto último se fundamenta en la definición del Consejo de Edificios Altos y Hábitat Urbano (CTBUH):

También existen criterios basados en altura, clasificándolos en cuatro categorías de forma que un rascacielos tendría que tener al menos 100 metros de altura,[2]​ y un rascacielos alto, 150 metros de altura.[3]​ También se ha definido como superalto al que llega a los 300 metros de altura, y mega alto al que supera los 600 metros.[4]

La razón de su construcción suele ser el máximo aprovechamiento económico del suelo. Por ello, suelen encontrarse múltiples rascacielos agrupados en las zonas comerciales o residenciales de grandes ciudades, donde el valor del suelo es elevado. Sin embargo, en el caso de los grandes rascacielos, la motivación económica suele ser en realidad inexistente, pues el exceso de altura conlleva gastos todavía mayores. En estos casos la motivación es puramente publicitaria, ya que estos grandes edificios, en especial si logran la etiqueta de «edificio más alto» (de la ciudad o país), adquieren relevancia y notoriedad, y dotan de una imagen de poder y pujanza económica a sus propietarios.

Estas agrupaciones de rascacielos suelen dibujar una línea de horizonte característica de muchas ciudades, como Nueva York, Chicago, Shanghái, Dubái, Hong Kong, Panamá, Doha, São Paulo o Singapur.

Creados en Chicago (Estados Unidos), y perfeccionados en Nueva York, los rascacielos fueron una creación estructural que revolucionó el panorama urbano de los últimos cien años, siendo hoy día un símbolo de modernidad en todo el mundo. El elemento principal que permitió el desarrollo de los rascacielos fue el ascensor, si bien otros avances técnicos posibilitaron el progresivo aumento de altura. Entre ellos destacan el acero, el hormigón armado, el vidrio, y la bomba hidráulica. Antes del siglo XIX los edificios de más de seis plantas eran raros, ya que su excesiva altura los hacía poco prácticos. Además, los materiales y técnicas necesarios para construir un rascacielos son notablemente diferentes de los empleados en edificios convencionales.

Los primeros rascacielos aparecieron a finales del siglo XIX en ciudades con altos índices de población como Nueva York,[5]​ Londres o Chicago. Sin embargo, los constructores de Londres y Chicago se encontraron con normas que limitaban su altura, y en la Europa continental hubo dudas acerca de su seguridad frente a incendios o a su estética, por lo que en los primeros años del siglo XX Nueva York fue la ciudad pionera en este tipo de construcciones.

El primer edificio considerado como rascacielos fue el Home Insurance Building, diseñado por el estadounidense William Le Baron Jenney. Fue construido entre 1884 y 1885 en Chicago y constaba de diez plantas. No obstante, hoy en día su altura no resulta impresionante y, de hecho, si fuera construido en la actualidad no sería considerado rascacielos. Otro posible candidato a primer rascacielos sería el World Building, de 20 plantas y construido en Nueva York en 1890. Sin embargo, para los estándares modernos, el primer rascacielos auténtico sería el Park Row Building de Nueva York, con 30 plantas, construido en 1899. En Europa el primer rascacielos fue el Witte Huis construido en Róterdam, Países Bajos, en 1898 en estilo Art Nouveau con 43 metros y 10 pisos. En 1911 se construyó el Royal Liver Building en Liverpool, Reino Unido, de 90 metros y 13 pisos, considerado uno de los primeros rascacielos construidos completamente en hormigón. Las Torres Kungstornen terminadas en 1925 en Estocolmo se consideran los primeros rascacielos modernos de Europa, aunque solo llegan a 61 metros. Otros primeros rascacielos fueron el Edificio Telefónica, construido en Madrid, entre 1926 y 1929 con 89 metros y 15 pisos, el Boerentoren en Amberes, Bélgica, de 1932 con 87,5 metros y 26 pisos (ampliado posteriormente) y la Torre Piacentini en Génova, Italia, de 31 pisos y 107 metros de altura, construida entre 1935 y 1940.

A partir de los años 20 y 30 comenzaron a aparecer rascacielos en ciudades de Iberoamérica Montevideo, Buenos Aires, La Paz, São Paulo, Ciudad de México, Caracas, Ciudad de Panamá, Santiago de Chile, Bogotá y también en Asia (Shanghái, Hong Kong, Tokio, Taiwán, entre otros.).

Tras la Segunda Guerra Mundial la Unión Soviética planificó la construcción de ocho grandes torres; las torres de Stalin, siete de las cuales fueron llevadas a cabo. El resto de Europa comenzó también a construir grandes edificios: en Madrid se construye el primer edificio de más de 100 metros en 1950 (Edificio España).

Otro rascacielos notorio es la Torre Willis, terminada en 1976. Mide hasta su techo 442 m, pero contando sus antenas, alcanza los 527 m. Las Torres Petronas son las torres gemelas de más altura en el mundo, con 452 metros. El Shanghai World Financial Center tiene una altura de 492 m, siendo el más alto sin contar las antenas. El Taipei 101 alcanza los 502 m, y 529 contando la antena. Pero, desde principios de 2010, el edificio más alto del mundo es el Burj Khalifa, de 163 pisos,[6]​ que se eleva hasta los 828 m y está ubicado en Dubái, la ciudad más poblada de Emiratos Árabes Unidos.

Las 10 ciudades con mayor número de rascacielos son:[7]

Las torres no son propiamente rascacielos, pues sólo están habitadas parcialmente, pero durante mucho tiempo han rivalizado con los rascacielos por obtener el récord de altura: en los años 1970 se terminó la Torre CN, que superaba por pocos metros a la Torre Ostankino moscovita, de los años 1960. Ambas fueron superadas por la Torre de televisión de Cantón, inaugurada el 29 de septiembre de 2010, que fue superada luego por la Tokyo Sky Tree, finalizada el 29 de febrero de 2012.

La principal ventaja de los rascacielos es la de obtener una gran cantidad de superficie útil en un espacio de suelo reducido. Este suele ser el motivo por el que los promotores inmobiliarios deciden emprender este tipo de obras, ya que la posibilidad de vender o alquilar una gran cantidad de viviendas u oficinas suele compensar el enorme costo de construir estos edificios.

La razón por la que las empresas tienden a agruparse en estos edificios es que la concentración de personas y servicios en un área reducida permite una mayor eficiencia económica. La concentración de sus empleados en un único edificio permite a las empresas obtener un mayor rendimiento, ya que se hacen innecesarios los viajes o los envíos por correo o por servicios de mensajería. Por las mismas razones, la concentración de un número elevado de empresas facilita los intercambios entre ellas. Esto, por supuesto, podría hacerse en edificios de menor tamaño, pero los rascacielos permiten que esto se dé en el centro de las grandes ciudades, donde los medios de transporte público facilitan el acceso a empleados y clientes.

Además, esta concentración permite la utilización de medios de transporte público como el metro en lugar del automóvil o el autobús, con lo que esto supone en la reducción de contaminación atmosférica. Relacionado con lo anterior, los medios de transporte verticales (ascensores y escaleras mecánicas) son más eficientes que los medios de transporte horizontales (automóviles, autobuses, etc.). De esta forma, el consumo energético derivado del transporte se reduce.

Pero existen también inconvenientes: la alta concentración de población que suponen los rascacielos exigen grandes inversiones en infraestructuras de transporte, instalaciones de suministro de agua, electricidad, comunicaciones, saneamiento, etc. Instalaciones cuyo coste recae en las instituciones municipales, que a cambio cobran grandes cantidades de dinero para otorgar ese tipo de licencias.

Existen también problemas derivados de su gran altura:

Se recoge, en forma de tabla, una lista de los diez edificios más altos del mundo en los últimos sesenta años, analizadas cada diez años.


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