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Metro (ferrocarril)



El Metro (apócope de ferrocarril metropolitano) es un sistema de trenes urbanos ubicado dentro de una ciudad y su área metropolitana. Se caracteriza por ser un transporte masivo de pasajeros en las grandes ciudades, uniendo diversas zonas y sus alrededores, con alta capacidad y frecuencia y de forma segregada a otros sistemas de transporte. Los ferrocarriles metropolitanos se construyen de forma subterránea o en superficie, aunque la mayoría de sistemas utilizan modelos mixtos donde se combinan tramos en ambas modalidades.

Estos sistemas operan sobre distintas líneas que componen una red, deteniéndose en estaciones no muy distanciadas entre sí y ubicadas a intervalos generalmente regulares.

El metro es un sistema de transporte más rápido y con mayor capacidad que el tranvía o el tren ligero, pero no es tan rápido ni cubre distancias de largo alcance como el tren suburbano o de cercanías. Es indiscutible su capacidad para transportar grandes cantidades de personas en distancias cortas con rapidez, con un uso mínimo del suelo. Pese a que la tendencia expansiva de las redes de metro de las grandes ciudades las ha llevado a conectar con otros núcleos de población periféricos del área metropolitana, el tipo de servicio que prestan sigue siendo perfectamente independiente y distinguible del que prestan otros sistemas de transporte ferroviarios.

La palabra "metro" es apócope de "metropolitano" (del latín metropolitānus), concretamente la primera línea subterránea del mundo fue el Metropolitan Railway en Londres. Paradójicamente, el metro más antiguo en el dominio lingüístico español es el Subte de Buenos Aires, por subterráneo.

La denominación "subte" o "subterráneo" se utiliza con exclusividad en Argentina, mientras que en otras se usa la palabra metro, tal y como se conoce en los demás países de habla hispana, tomada de la denominación de la primera red de Francia, en París.[cita requerida]

Metro es también el término más utilizado en el mundo para denominar a este sistema de transporte. Otros nombres usados en inglés son subway (sobre todo en Estados Unidos y Canadá), underground y tube; U-Bahn en alemán; metropolitano o metrô en portugués, metropolitana o metro en italiano y chikatetsu en japonés, entre otros.

En 1843, el inglés Charles Pearson propuso, como parte de un plan de mejora para la ciudad de Londres, abrir túneles subterráneos con vías férreas. En 1853, tras 10 años de debates, el parlamento inglés autorizó la propuesta y en 1860 comenzó la construcción: el 10 de enero de 1863 abrió la primera línea de metro con locomotoras de vapor. El primer metro del mundo fue el subterráneo de Londres (denominado Metropolitan Railway), inaugurado en 1863 con seis kilómetros de longitud.[2]​ En años sucesivos fue extendiéndose, de forma que en 1884 formaba un anillo de aproximadamente veinte kilómetros. A continuación se le añadieron líneas radiales, en parte a cielo abierto y en parte en túnel, para constituir el Metropolitan and District Railway. Las locomotoras eran de vapor. Posteriormente se comenzó la excavación de túneles en forma de tubo (de allí la denominación inglesa Tube) y se electrificaron las líneas.

La siguiente ciudad en tener metro fue Nueva York, cuya línea más antigua, que estaba totalmente separada del tráfico, la West End de la BMT, estuvo en uso desde el mismo año que el Subterráneo de Londres: 1863.

En 1896, Budapest (con la inauguración de la línea de Vörösmarty Tér a Széchenyi Fürdő, de cinco kilómetros) y Glasgow (con un circuito cerrado de 10 km) fueron las siguientes ciudades europeas en disponer de metro. La tecnología se extendió rápidamente a otras ciudades en Europa y luego a los Estados Unidos, donde se ha construido un elevado número de sistemas.

A partir del siglo XX comenzó la expansión por Latinoamérica, Oceanía, África y Asia, donde el crecimiento ha sido más grande en los últimos años. Más de 160 ciudades tienen sistemas de tránsito rápido, con un total de más de 8000 km de vías y 7000 estaciones. Otras veinticinco ciudades tenían nuevos sistemas en construcción en 2009.

El primer tren subterráneo del mundo hispanoparlante fue el de la ciudad de Buenos Aires, inaugurado en 1913 y antecediendo al de Madrid por espacio de seis años, con la Línea A que circula por debajo de la avenida Rivadavia, con estación inicial en Plaza de Mayo (véase más abajo).

El Reino Unido es pionero en el transporte público sobre carriles. El Metro de Londres, el primero y el más antiguo del mundo, funciona desde enero de 1863. El Metro de Newcastle fue inaugurado en 1980, 117 años después de la inauguración de la Línea Metropolitana en Londres.

"Tünel", la corta línea de metro que une los barrios de Karaköy y Beyoğlu -entonces, durante la época otomana, más conocidos como Galata y Pera, respectivamente- en el lado europeo de Estambul, y la primera experiencia de transporte público subterráneo en Turquía, fue inaugurada el 17 de enero de 1875, siendo segundo en antigüedad en Europa.[3]

Actualmente funcionan sistemas de metro en cuatro ciudades del país: Adana, Ankara (Ankara Metrosu y Ankaray), Esmirna y Estambul.

Una línea del Metro de Estambul conocida como Marmaray es un metro intercontinental, uniendo Europa y Asia por debajo del estrecho de Estambul.

La primera línea del Metro de París fue inaugurada en 1900; este sistema fue la primera red de metro en Francia y el sistema de metro con más estaciones de Europa. Este sistema se expandiría a 14 líneas antes de la Segunda Guerra Mundial. Francia abrió otros dos sistemas de metro en la década de 1970 (el Metro de Lyon en 1974 y el Metro de Marsella en 1977); en 1983, el Metro de Lille fue abierto como el primer sistema de VAL en el país, que fue sucedido por el Metro de Toulouse (en 1993) y el Metro de Rennes (en 1999).

La primera línea del Metro de Roma, el primer sistema de metro en Italia, abrió en el febrero de 1955. El Metro de Milán sería inaugurado en 1969. Las redes del metro en ambas ciudades se expandieron rápidamente en los años antes de la Copa Mundial de Fútbol de 1990. Después del torneo, la expansión del metro en Italia continuó; el Metro de Nápoles abrió en 1993, y el Metro de Catania abrió en 1999. En el siglo XXI un total de dos sistemas de metro fueron inaugurados: el Metro de Turín en febrero de 2006 (días antes de los Juegos Olímpicos de Turín 2006) y el Metro de Brescia en marzo de 2013 (se pospuso la inauguración de este sistema debido a problemas en la construcción).

El primer país de América que inauguró un sistema de metro es los Estados Unidos. El primer ferrocarril elevado del Metro de Nueva York abrió en 1878, siendo gestionado por la Manhattan Railway Company. Este sistema tuvo cuatro líneas elevadas en Manhattan y el Bronx, y se expandió rápidamente hasta 1903, cuando la compañía Interborough Rapid Transit (IRT) adquirió ambas líneas elevadas y comenzó la construcción de la primera línea subterránea de la ciudad, que fue inaugurada en el 27 de octubre de 1904. La corporación Brooklyn-Manhattan Transit (BMT) abrió su primera línea elevada en 1885 y se expandió al servicio subterráneo en 1908. En 1913, la IRT y el BMT anunciaron una gran ampliación del sistema, que llevó el servicio subterráneo a Brooklyn y a Queens en una primera fase. Como resultado del crecimiento de la red subterránea, la IRT y el BMT empezaron a cerrar numerosos ferrocarriles elevados en Manhattan y Brooklyn. Algunas líneas elevadas en el Bronx y Queens se enlazaron con los trenes subterráneos, pero la mayoría de los ferrocarriles elevados de Nueva York se demolieron entre 1934 y 1950, cuando se pusieron en servicio las líneas de la división IND.

El Metro de Chicago abrió su primera línea elevada en 1892, e inauguró el servicio subterráneo en 1943. Las ciudades de Filadelfia (con la SEPTA, que abrió en 1907) y Boston (con la MBTA, que abrió en 1901) también construyeron ferrocarriles elevados; pero finalmente la última línea elevada de la MBTA cerró en 1987.

El Metro de Toronto, que abrió en 1954, fue el primer sistema de metro en Canadá.

El primer país del hemisferio sur que construyó su propia red de subterráneo fue Argentina, inaugurándose en el año 1913 el Subte de Buenos Aires. Hasta 1944, se pusieron en servicio 5 líneas (Línea A en 1913, Línea B en 1930, Línea C en 1934, Línea D en 1937 y Línea E en 1944). En 2014, la red de subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires transportó 222 millones de pasajeros.[11]

Los primeros proyectos para un metro en Argentina se remontan a 1886, cuando una casa comercial solicitó al Congreso de la Nación construir un "tranvía subterráneo" entre la Estación Central del Ferrocarril (que se hallaba junto al ala norte de la Casa Rosada) y la Plaza Once. En 1889 Ricardo Norton solicitó la concesión a perpetuidad para instalar dos ferrocarriles subterráneos: uno desde la Estación Central hasta Plaza Lorea, y desde allí hasta Once. El otro uniría Plaza Constitución con la intersección de Lima y Avenida de Mayo. Estos dos ferrocarriles estaban planeados para tener doble vía y luz eléctrica.

En este mismo año, un tal Barrabino propuso al Concejo Deliberante de la ciudad construir un tranvía que circulase algunos tramos bajo tierra, pero el Ministerio del Interior le negó a la Intendencia la facultad de dar concesiones para construir en el subsuelo de la ciudad. Por este motivo, los proyectos posteriores se presentaron directamente al mencionado ministerio. Cuando en 1894 se decidió emplazar el edificio del Congreso en su lugar actual, la idea del subterráneo resurgió, pues se buscó acortar el tiempo de viaje entre la Casa Rosada y el Congreso (con el mismo fin también se pensó en construir un tranvía aéreo eléctrico que fuera por la Avenida de Mayo). Miguel Cané, quien fuera Intendente de Buenos Aires (1892-1893), también expresó en 1896 la necesidad de construir un subterráneo similar al de Londres.

Más de cinco décadas después, la Ciudad de México planificó su propia red en 1969 (Metro de la Ciudad de México) construyendo e inaugurando 3 líneas: la línea 1 de Zaragoza a Chapultepec; la línea 2 de Tacuba a Taxqueña: y la línea 3 de Tlatelolco a Hospital General. En la misma década, el Metro de Montreal fue inaugurado también con tres líneas; como resultado, la ciudad de Montreal fue la segunda ciudad de Canadá con un sistema de metro.

Ya en la década de 1970, le siguieron en Brasil las redes de metro de São Paulo en 1974 y Río de Janeiro en 1979. En Santiago de Chile se inauguran en 1975 la línea 1 de San Pablo a Moneda, y en 1978 la línea 2 de Los Héroes a Lo Ovalle, del Metro de Santiago. El primer sistema de metro de la costa oeste de los Estadios Unidos fue el BART; este sistema, que conecta las ciudades de Oakland y San Francisco, California, abrió en 1972. La primera línea de la red del metro de la capital de los Estados Unidos (Metro de Washington) fue inaugurada en 1976; un sistema similar en Atlanta abrió en 1979.

En los años 1980, se produjo un cierto auge de este sistema de transporte:

Durante los años 1990, se construyó el metro de Medellín, se terminaría en 1991 el de Monterrey en México y se construirían otras 3 líneas en la Ciudad de México, así como la ampliación de muchas redes ya existentes.

En la década de 2010 surgieron los siguientes proyectos:

La mayoría de los trenes de ferrocarriles metropolitanos son de unidades de tren eléctricas, con longitudes de dos a más de diez coches. La electricidad para las motorizaciones eléctricas es provista por un tercer carril o catenaria. Otro sistema de propulsión en algunos trenes es el motor lineal.

La mayoría circulan en vías férreas de acero convencionales, aunque algunos utilizan neumáticos de goma, como el Metro de Montreal. Los neumáticos de goma posibilitan circular por pendientes empinadas, pero generan mucho ruido, tienen mayores costes de mantenimiento y son menos eficientes energéticamente. También pierden la fricción cuando las condiciones climáticas son húmedas o heladas, estando limitado su uso en superficie en el Metro de Montreal.

El tamaño de la tripulación ha disminuido a través de la historia con algunos sistemas modernos con plena operación automática del tren (ATO) (como los sistemas VAL, SAET, el sistema de AnsaldoBreda o el SelTrac) que permiten el funcionamiento del tren sin conductor. Algunas redes que utilizan este sistema son el Metro de Copenhague, el Metro de Rennes, el Docklands Light Railway de Londres, las línea 1 y línea 14 del Metro de París, las líneas L9, L10 y L11 del Metro de Barcelona y las líneas 3, 6 y 7 del Metro de Santiago de chile. Otros trenes siguen teniendo conductores, aun cuando su único papel es abrir y cerrar las puertas de los trenes en las estaciones, como el Tren Urbano de San Juan y el Metro de Santiago de Chile.

En el metro se utiliza el sistema de medición neta (net metering en inglés), como en el caso de España, para no derrochar electricidad.

Sin embargo no todas las ciudades del mundo pueden contar con este tipo de transporte, en ciudades con suelo débil (falto de consistencia) y situadas en zonas sísmicas su costo se elevaría casi un 300% de lo que costaría construir este en otra ciudad. El caso del metro de Sevilla, por encontrarse el nivel freático demasiado alto además del tipo de terreno marismeño, también supuso una dificultad técnica añadida.

Aunque existen ferrocarriles urbanos cuyo trayecto transcurre total o parcialmente en la superficie, como el de Medellín, el concepto de metro se asocia generalmente a ferrocarril subterráneo, solución que fueron progresivamente adoptando las ciudades que no la habían adoptado originalmente, debido a varios motivos, entre los que pueden estar la superioridad en el orden de la calidad estética y ambiental del trazado subterráneo, así como la falta de terreno disponible o la carestía del suelo en las grandes ciudades.[13]

Cuando el metro circula a cielo abierto, generalmente se colocan las vías sobre plataformas metálicas o de hormigón elevadas unos cuatro o cinco metros del suelo,[14]​ de forma que el metro no interfiera con el tráfico de las calles. No obstante, su ruido puede resultar molesto para los vecinos, así que en algunas ciudades, como en Santiago de Chile o París, los trenes que circulan por las líneas de metro que transcurren parcialmente a cielo abierto están dotados de coches con rodadura férrea o de acero, lo que confiere un silencio y confort de marcha considerables. En otras, como Praga, el trayecto sobre la superficie se realiza dentro de tubos elevados.

A partir de la electrificación de los ferrocarriles, el metro se ha convertido en un medio de transporte eléctrico en todo el mundo. En algunos casos la corriente es conducida por unas catenarias por encima del tren (a veces rígida, como en Madrid, más eficientes) y, en otros, existen vías especiales destinadas a esta tarea en los laterales del trayecto (como es el caso, por ejemplo, de los metros de Londres o de Santiago).

En los últimos años los operadores de sistemas de ferrocarril metropolitano se han lanzado a la construcción y explotación de líneas de metro ligero, que por sus peculiares características de construcción y explotación se consideran independientes de las líneas convencionales.

Las redes de metro tienen una gran frecuencia que obliga a instalar complejos sistemas de control con los que se busca entre otros objetivos:

Los sistemas de protección y control más frecuentes son:

Se pueden utilizar varios sistemas al mismo tiempo. Por ejemplo, los metros que circulan con un sistema ATO de conducción automática suelen estar protegidos continuamente por un sistema ATP.



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