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Raza



En biología, raza se refiere a los grupos en que se subdividen algunas especies sobre la base de rasgos fenotípicos, a partir de una serie de características que se transmiten por herencia genética.[1]​ El término raza comenzó a usarse en el siglo XVI y tuvo su auge en el siglo XIX, adoptando incluso una categoría taxonómica equivalente a subespecie. En 1990, el Congreso Internacional de Botánica eliminó el valor taxonómico de raza. A pesar de ello, su uso se mantiene en la lengua común y es muy frecuente cuando se trata de animales domésticos.

En el caso del ser humano (Homo sapiens) algunos especialistas afirman que es inadecuado el uso del término raza para referirse a cada uno de los diversos o diferentes grupos humanos,[2]​ y se considera que es más apropiado utilizar los términos etnia o población para definirlos. Más aún, los científicos consideran que para referirse a seres humanos, biogenéticamente, las «razas» no existen,[3]​ tratándose solo de interpretaciones sociales.[4]

Según la Real Academia Española la definición de «raza» es:[5]

Mientras que «etnia» significa:[6]

El concepto de raza se desarrolló durante la segunda mitad del siglo XIX cuando A. De Candolle recoge al término, ya antiguo en los trabajos de horticultura, en sus Leyes de nomenclatura (1867). De Candolle estableció categorías infraespecíficas en las especies cultivadas, semejantes a las que tenían las especies silvestres. Así, la raza (= proles, 'stirps') la equiparó a la subespecie, y la subraza (subproles), a la variedad.

A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX aparecieron una serie de floras donde el empleo de raza como categoría taxonómica es casi constante y con sentidos diversos. Georges Rouy (1851-1924) opina que las razas (= 'forme') tienen unos caracteres cuantitativos constantes y están sometidas a un aislamiento estacional, altitudinal, geográfico, edáfico, etc.; por ello situó esta categoría, igual que hicieron P. Ascherson, P. Graebner y H. Engler, entre la subespecie y la variedad. Este concepto de raza se emplea por algunos autores posteriores para definir subespecies. J. Briquet utilizó el término raza como sinónimo de la variedad en las especies cultivadas, y G. Sampaio como categoría intermedia entre la especie y la variedad.

Ante el empleo de raza tanto para las plantas cultivadas como para las silvestres, el Congreso Internacional de Botánica de 1905, celebrado en Viena, eliminó de las primitivas Leyes de Nomenclatura de De Candolle el artículo referente a las variaciones de las plantas cultivadas, desaconsejando el empleo de raza y subraza como categorías taxonómicas.

En animales, su uso actual está restringido a los animales domésticos. El ser humano ha ido dominando los animales desde el Neolítico, y a lo largo de la historia, ya sea para aprovechar su carne y otros derivados (leche, lana, huevos, etc.), servicios de fuerza (caballos, bueyes, elefantes) o por su compañía como mascotas. Es así que las razas animales se han manipulado por selección y cruzas, incluso con técnicas como la inseminación artificial. Tiene gran importancia en Veterinaria, Ganadería y Zootecnia; justamente zootecnia en inglés se traduce breeding ('raza=breed) pues la raza es importante para la obtención del óptimo rendimiento de la crianza. Actualmente existe preocupación en la preservación de las razas animales en peligro de extinción.

En antropología física o antropología clásica, raza se ha empleado históricamente en la diferenciación de los seres humanos por sus características fenotípicas. Sin embargo, a partir de los años 1950 y 1960 el término comenzó a ponerse en cuestión con el advenimiento de la genética humana y de las nuevas corrientes antropológicas. Hoy existe un amplio consenso científico de que no existen razas humanas en un sentido biológico.[7][8]

Es actual en el contexto del debate acerca de la existencia o no de las razas en Homo sapiens y el término raza es aún usado en el uso popular o coloquial y cada vez más desaconsejado en el lenguaje científico. En su lugar, como ya se mencionó anteriormente, se prefiere el uso del término etnia o población. Tal y como comentó la antropóloga estadounidense Ruth Benedict: “En la historia mundial, quienes han contribuido a la construcción de una misma cultura no son necesariamente de una sola raza, y no todos de una misma raza han participado de una cultura. En el lenguaje científico, la cultura no es una función de la raza”. No debe perderse de vista que el concepto de etnia es un concepto de tipo -emic, que puede usarse de manera no ambigua, mientras que el concepto raza pretendía ser un concepto de tipo -etic que como tal no resultó válido al ser difícil precisar el límite de una raza a la luz de los hallazgos genéticos.

Así lo manifiesta también Michel Wieviorka: «la idea de raza en sí misma es falsa: todos los hombres y todas las mujeres pertenecen a una sola especie, la especie humana. Para un especialista en genética, la idea de raza no se sostiene. (…) Los que hablan de razas... son racistas».[9]

Sin embargo, aunque esta puede parecer la opinión mayoritaria y la que transciende al público general a través de los medios, la afirmación no es siempre cierta. Encuestas entre científicos especialistas muestran que unas veces la mayoría de ellos sostiene la existencia de las razas humanas como algo biológico y en otras encuestas sucede lo contrario. En una encuesta de 2001, a la pregunta, ¿está de acuerdo con la siguiente afirmación?: “Hay razas biológicas en la especie Homo sapiens”, el 69 % de los antropólogos físicos estadounidenses y el 80 % de los antropólogos sociales encuestados respondió negativamente,[10]​ mientras que otra encuesta de 2001 entre antropólogos polacos solo el 25 % rechazaba el concepto de raza.[11]​ En otra encuesta anterior (Lieberman et al. 1992), el 85 % de los biólogos y el 64 % de los psicólogos evolutivos encuestados respondían afirmativamente a la misma cuestión.

También el antropólogo Vincent Matthew Sarich de la Universidad de California en Berkeley aboga por seguir utilizando el término «raza» aplicado a los seres humanos.[12]

Imperfecto como las viejas ideas sobre razas, los estudios genómicos modernos revelan un panorama sorprendente, atractivo y diferente sobre la diversidad genética humana. Somos, en promedio, alrededor del 99,5 % genéticamente similares entre unos y otros. Se trata de una nueva cifra, frente a la estimación anterior de 99,9 %. Para poner en perspectiva lo que puedan parecer diferencias minúsculas, somos alrededor del 98,5 % similares, tal vez más, a los chimpancés, nuestros parientes evolutivos más cercanos.

Sin embargo destaca que en la prehistoria sí existieron diferentes especies de seres humanos, los cuales incluso convivieron en el mismo periodo de tiempo con el H Sapiens. La evidencia genética actual apoya y refuerza la hipótesis de que el H. sapiens surgió en África y convivió y sustituyó a los Homo sapiens arcaicos en ese continente, y posteriormente al emigrar fuera de África, también habría convivido con el Homo erectus, el Homo neanderthalensis y el Homínido de Denísova en Europa y Asia; y que antes de finalmente haber sustituido a estas especies, habría existido una introgresión e hibridación con ellas, las que aportaron genes y fenotipos nuevos a los seres humanos que salieron fuera de África. Actualmente las últimas investigaciones indican que dentro de la historia evolutiva humana además de haber habido introgresiones en varias ocasiones con los Homo sapiens arcaicos (hace unos 340.000 años aprox);[14]​ además al salir el H. sapiens de África, existió posteriormente una hibridación con otras especies “razas” homínidas más antiguas, tales como el Homo neanderthalensis (de un 1 % a un 4 % de genes neandertales por persona, y de un 20 % en su sumatoria del porcentaje total de genes dentro del genoma de la población actual, principalmente en Europa);[15]​ e igualmente hibridación con el Homínido de Denísova (la población local que vive actualmente en Papúa Nueva Guinea, en el Sudeste Asiático, le debe al menos el 3 % de su genoma por persona a los Homínidos de Denisova).[16]

Respecto a las razas, las declaraciones científicas que quizás gozan de más autoridad son las de un grupo de expertos reunidos por la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). En 1950, 1951, 1964 y 1967 se celebraron reuniones en las que un grupo internacional de antropólogos, zoólogos, médicos, anatomistas y otros promulgaron de común acuerdo cuatro declaraciones sobre las razas. La última enfatizaba los tres puntos siguientes:[17]

A “Todos los seres humanos que viven hoy día pertenecen a la misma especie y descienden del mismo tronco.”

B “La división de la especie humana en ‘razas’ es en parte convencional y en parte arbitraria, y no implica ninguna jerarquía en absoluto. [...]”

C “El conocimiento biológico actual no nos permite imputar los logros culturales a las diferencias en el potencial genético, sino que solo deberían atribuirse a la historia cultural de los diferentes pueblos. Los pueblos del mundo actual parecen poseer igual potencial biológico para alcanzar cualquier nivel de civilización.”



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