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Racismo



El racismo, según el diccionario de la Real Academia Española, está basado en la exacerbación del sentido racial de un grupo étnico que suele motivar la discriminación o persecución de otro u otros con los que convive. La palabra «racismo» designa también la doctrina antropológica o la ideología política basada en ese sentimiento.[1][2][3]​ Conforme a la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial aprobada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas el 21 de diciembre de 1965:

El primer artículo de la convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial (1965) define al racismo como:

Existen autores que proponen distinguir entre el racismo en sentido amplio del racismo en sentido restringido. En el primer caso, se trataría de una actitud etnocéntrica o «sociocéntrica» que separa el grupo propio del ajeno, y que considera que ambos están constituidos por esencias hereditarias e inmutables que hacen de los otros, de los ajenos, seres inadmisibles y amenazadores. Esta concepción de los demás conduciría a su segregación, discriminación, expulsión o exterminio y podría apoyarse en ideas científicas, religiosas o en meras leyendas o sentimientos tradicionales. Afirma también la superioridad intelectual y moral de unas razas sobre otras, superioridad que se mantiene con la pureza racial y se arruina con el mestizaje. Este tipo de racismo, cuyo modelo es el nazi y el racismo occidental en general, conduce a defender el derecho natural de las razas «superiores» a imponerse sobre las «inferiores».[6]​ El racismo en sentido restringido es una doctrina de apariencia científica que afirma la determinación biológica hereditaria de las capacidades intelectuales y morales del individuo, y la división de los grupos humanos en razas, diferenciadas por caracteres físicos asociados a los intelectuales y morales, hereditarios e inmutables.

Otorgar o retener derechos o privilegios basándose en la raza o rehusar asociarse con personas por su raza se conoce como discriminación racial.

Las actitudes, valores y sistemas racistas establecen, abierta o veladamente, un orden jerárquico entre los grupos étnicos o raciales, utilizado para justificar los privilegios o ventajas de las que goza el grupo dominante.

Buraschi y Aguilar (2019) definen el racismo como "un sistema de dominación y de inferiorización de un grupo sobre otro basado en la racialización de las diferencias, en el que se articulan las dimensiones interpersonal, institucional y cultural. Se expresa a través de un conjunto de ideas, discursos y prácticas de invisibilización, estigmatización, discriminación, exclusión, explotación, agresión y despojo”.[7]

Para combatir el racismo, la Organización de Naciones Unidas adoptó en 1965 la Convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial y estableció el día 21 de marzo como Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial.

El historiador israelí Benjamin Isaac ha propuesto una definición de racismo que permite identificar formas premodernas de mismo ya que no se sustenta en la idea del determinismo biológico.[8]

En 2004 el historiador israelí Benjamin Isaac publicó el libro The invention of Racism in Classical Antiquity que levantó una gran controversia porque en él afirmaba que, aunque «el racismo no existía en la Antigüedad clásica, bajo la forma moderna de un determinismo biológico», «ciertos rasgos característicos del racismo se encuentran ya en los textos de la literatura antigua, y las lecturas que han sido hechas sobre ellos en períodos ulteriores de la historia occidental les han conferido, bajo diferentes formas, una influencia que no hay que pasarla por alto».[8]​ Isaac afirmaba la existencia de un «pensamiento racista pre-moderno» entre los griegos y los romanos antiguos por lo que la «genealogía» del racismo en Occidente se podía «rastrear» hasta «la Antigüedad clásica».[9]

Entre los «rasgos característicos del racismo [que] se encuentran ya en los textos de la literatura antigua», Isaac ha señalado el determinismo medioambiental ampliamente admitido a partir de mediados del siglo V a.C. y que fue desarrollado por Aristóteles en el siglo siguiente en su Política.[10]​ Según Aristóteles el medio ambiente ideal en el que vivían los griegos les predisponía a gobernar a los pueblos menos favorecidos por la naturaleza.[11]​ Sin embargo, como ha destacado Maurice Sartre, las teorías que griegos y romanos desarrollaron para justificar la dominación sobre otros pueblos, «nunca desembocaron en políticas de exterminio, ni de exclusión deliberada. ¡Bien al contrario! Los griegos y los romanos permitieron muy ampliamente la integración de los “bárbaros”».[12]

Isaac también ha señalado como otro rasgo «proto-racista» el mito de la autoctonía de la polis de Atenas, según el cual los atenienses ocupaban la tierra en la que vivían desde el inicio de los tiempos, por lo que sus linajes eran puros. Según Isaac, «esta valorización de la sangre pura mantiene con el racismo moderno una innegable proximidad».[11][13]​ Sin embargo, los historiadores contrarios a las tesis de Isaac citan a Isócrates que dio una definición del griego que privilegiaba la cultura en detrimento del nacimiento: «Se llama griegos más bien a las gentes que participan de nuestra educación más que a los tienen el mismo origen que nosotros».[14]

Los historiadores que se oponen a las tesis de Isaac niegan que se pueda aplicar al mundo greco-romano el concepto de «raza» y por tanto difícilmente se le puede imputar a la Antigüedad clásica el origen del racismo en Occidente. [15]​ Paulin Ismard lo afirma con rotundidad: «El pensamiento de la alteridad entre los autores griegos no ha dado lugar a la elaboración de ideologías raciales. La invocación regular del genos (el linaje, o la filiación) o de la ‘’eugenesia’’ (el buen nacimiento) para identificar grupos y comunidades no ha desembocado en la construcción de categoría raciales coherentes».[16]​ Lo mismo afirma Christian Geulen: «No puede hablarse de nacimiento del racismo a partir del espíritu de la Antigüedad». «Ver un peligro para la propia cultura en la existencia en sí de comunidades culturales ajenas dentro de las fronteras del Imperio, era extraño a la imagen propia tanto de los romanos como de los griegos».[17]

Esto último también ha sido destacado por Maurice Sartre que pone como el «mejor ejemplo» al Imperio Romano ya que «funcionó como una formidable máquina de integrar, incluidas poblaciones que tenían una reputación detestable». «La integración a la antigua fue mucho más de lo que se cree respetuosa de las culturas indígenas: convertirse en “griego” o en “romano” nunca acarreó el abandono de tradiciones ancestrales». Sin embargo, Sartre valora positivamente el libro de Benjamin Isaac ya que, «desvelando esta cara oscura del pensamiento antiguo», «ayuda a comprender mejor los mecanismos del pensamiento racista a través del tiempo».[12]​ El mismo matiz apunta Christian Geulen: que los griegos y romanos no construyeran un pensamiento ni una praxis racista «no significa que haya que excluirlos de la historia del racismo».[18]

El cristianismo aportó un nuevo concepto, el universalismo, hasta entonces ajeno a la Antigüedad al considerarse la verdadera religión de toda la humanidad. De esta forma la división entre griegos/romanos y «bárbaros», propia de la Antigüedad, fue sustituida por la diferenciación entre los que ya formaban parte de la comunidad cristiana, los bautizados, y «los todavía no cristianos» (los paganos).[19]​ Un grupo especial lo constituían los judíos ya que eran la cuna de la religión cristiana y por tanto no eran perseguidos, pero solo «conllevados» que no tolerados como lo demostrarían los pogromos que sufrieron sobre todo a partir del siglo XIV. Las regiones desconocidas de la Tierra en el imaginario del Occidente medieval aparecían pobladas por seres fabulosos no destinados a la salvación. «En esta cosmovisión difícilmente puede percibirse una dimensión racista», ha afirmado Christian Geulen, quien añade que en cuanto a «los conflictos políticos medievales, apenas puede hablarse de motivos racistas reconocibles».[20]

Por otro lado, en el Islam medieval la maldición de Cam, convenientemente reelaborada, fue utilizada para justificar la esclavitud de los negros al señalarlos como los descendientes de Cam que, según el relato bíblico, se había mofado de su padre Noé cuando lo encontró borracho y desnudo y Noé furioso había maldecido al hijo de Cam, Canaan, a ser «para sus hermanos el esclavo de los esclavos». En la Biblia nada se decía del color de la piel de Cam (en realidad se trataba de justificar la esclavitud de los cananeos, los grandes enemigos de Israel), pero en el siglo III el padre de la Iglesia Orígenes añadió a la maldición el prejuicio de la piel al afirmar que los hijos de Cam estaban abocados a una vida degradante marcada por la oscuridad (en sentido espiritual) y asoció a los etíopes, descendientes del hijo maldito de Noé, a los negros. En la Alta Edad Media los etíopes serán considerados el espíritu del mal que se opone al del ángel. Sin embargo, será el gran erudito árabe Al-Tabari el que en el siglo X afirmó claramente que la maldición de Cam había acarreado el ennegrecimiento de su piel por lo que sus descendientes eran los negros que estaban condenados a la esclavitud.[21]

El concepto de «raza» aparece y se desarrolla en España de manera simultánea a los procesos de conquista del sur de la península ibérica y de América.[22]

El Imperio Español en América sostuvo que existían tres razas puras (blanca, negra e indígena) y una serie de «cruzas» entre personas de diferentes razas, también llamadas «castas» (mestizos, chinos, zambos, mulatos, salto atrás, etc.)[23][24]

El sistema español de clasificación racial de las personas en América fue una evolución de la doctrina de limpieza de sangre que había aparecido en España en el siglo XIV para segregar en la península ibérica a la población conversa de judíos y musulmanes o moros (judeoconversos y moriscos), creándose una diferenciación entre «cristianos viejos» y «cristianos nuevos».[25][26][27]

En América, la clasificación de las personas según su pertenencia racial que hizo el Imperio Español conformara un sistema jerárquico de estratos sociales en el que los hombres blancos estaban en la cima y las mujeres negras en la base, según la pureza o impureza de su sangre que se establecía según su raza o su cruza racial.[24][28][29][30][31]

El sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel sostiene que el racismo aparece con la conquista europea de América a partir de 1492 y que es un proceso constitutivo del fenómeno de la colonialidad:

En el siglo XIX, de la mano de los estudios científicos biológicos y antropológicos, se desarrolló una concepción racista con apoyo en la ciencia occidental. Estos estudios científicos sostuvieron que la especie humana estaba dividida en cuatro razas, nombradas a partir del «color» de piel: raza blanca, raza negra, raza amarilla y raza cobriza.

El racismo científico europeo fue intensamente usado en la segunda mitad del siglo XIX por las potencias europeas para justificar el colonialismo, jingoísmo y genocidio, en varias partes de América, África, Asia y Oceanía. Entre ellas puede mencionarse el «reparto de África» legalizado en la Conferencia de Berlín de 1884-1885, en la que doce países europeos, el Imperio otomano y los Estados Unidos se consideraron a sí mismos con derechos territoriales exclusivos sobre el continente africano, ignorando a los pueblos que lo habitaban. Entre otros muchos actos inspirados y legitimados por la filosofía racista pueden mencionarse, la apropiación en 1885 como propiedad privada de Leopoldo II de Bélgica del Estado Libre del Congo, en el que impuso un régimen esclavista y genocida; la conquista de la notable ciudad de Tombuctú por Francia en 1893 y la destrucción de su cultura varias veces centenaria; la conquista y destrucción del Reino de Dahomey en 1894 por Francia; la conquista de Madagascar por Francia en 1895; la conquista y destrucción del Reino de Benín en 1897 por Gran Bretaña; la apropiación por parte del empresario y mercenario británico Cecil Rhodes de lo que a su muerte se llamaría Rhodesia; la Conferencia de Algeciras de 1906, en la que las potencias europeas consideraron que Marruecos debía ser un «protectorado» de España y Francia; la matanza por inanición y envenenamiento del agua de las poblaciones Herero y Namaqua en el Desierto del Namib, entre 1904 y 1907, por parte de los colonizadores alemanes, considerado el primer genocidio del siglo XX; etc.

Durante la colonización, al llegar al territorio norteamericano, Inglaterra utilizó el racismo para facilitar y legalizar la esclavitud. La esclavitud en los Estados Unidos comenzó con esclavos negros africanos y las personas de ascendencia africana y, ocasionalmente, con los amerindios. Una ley de Virginia de 1705 estableció que la esclavitud se aplicaría a aquellas personas de pueblos que no fueran cristianos. La mayoría de los esclavos eran negros, y estaban en poder de los blancos, aunque algunos norteamericanos nativos y negros libres también tenían esclavos. La esclavitud se prohíbe en los Estados Unidos en 1865, luego de la Guerra de Secesión, mediante la Decimotercera Enmienda.

Aun habiéndose eliminado la esclavitud, se siguió practicando la segregación durante casi un siglo, pero, como resultado de la lucha por el Movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos y del apoyo del Presidente John F. Kennedy y de Lyndon Johnson, se firma en 1964 la Ley de Derechos Civiles, en la que se prohíbe la aplicación desigual de los requisitos de registro de votantes y la segregación racial en las escuelas, en el lugar de trabajo y en las instalaciones que sirvieran al público en general («lugares públicos»), y, un año después, en 1965, la Ley de derecho de voto.

La evolución de la ideología racista en la cultura alemana tuvo su máximo desarrollo con el movimiento nacionalsocialista (nazismo), liderado por Adolf Hitler, que obtuvo la adhesión de una gran parte de la población alemana en las décadas de 1930 y 1940, hasta que colapsó con la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, en 1945. El nacionalsocialismo surgió como una ideología de superioridad de la llamada «raza blanca» y dentro de ella supremacía de una hipotética «raza aria», de la cual los alemanes, eran considerados su expresión más pura en el siglo XX. El racismo nazi estuvo dirigido principalmente contra las personas de origen judío y en segundo lugar contra las personas pertenecientes al pueblo gitano. El nazismo obtuvo también fuerte adhesión fuera de Alemania, en países como Estados Unidos, donde confluyó con el fuerte desarrollo del racismo estadounidense dirigido especialmente contra la minoría afroamericana; su principal empresario Henry Ford fue seguidor y ardiente difusor de la ideología nazi entre las personas de habla inglesa.

El judío internacional (1920), libro del famoso empresario estadounidense Henry Ford, fue de gran influencia en la expansión mundial del racismo y en la ideología nazi, determinando la persecución y asesinato de los alemanes de origen judío, y luego de otras minorías étnicas como los gitanos. Esta clase de ideas se manifiesta en el desplazamiento, internamiento, y, más tarde, el exterminio sistemático de un número estimado de 11 millones a 12 millones de personas. En medio de la Segunda Guerra Mundial, aproximadamente la mitad de esas víctimas son judíos en lo que es históricamente recordado como el Holocausto (Shoah), y otro grupo enorme de 100 000-1 000 000 de gitanos, que fueron asesinados en el Porraimos u «holocausto de los gitanos».

El apartheid fue un régimen de segregación racial implantado en Sudáfrica por colonizadores neerlandeses bóer o afrikaner, como parte de un régimen más amplio de discriminación política, económica, social y racial, de la minoría blanca de origen europeo sobre la mayoría negra aborigen, derivado a su vez del colonialismo. La palabra apartheid en afrikaner significa «segregación». En Sudáfrica, los colonizadores ingleses y franceses habían impuesto normas de discriminación racial desde comienzos del siglo XIX que continuó con los gobiernos «blancos» bóer.

El apartheid propiamente dicho se inició en 1948 con la toma del poder por parte del Partido Nacional. Este partido decidió implantar un régimen racista que consolidara el poder de la minoría blanca e impidiera el mestizaje de la población. Con ese fin sancionó en 1949 la Ley de Prohibición de Matrimonios Mixtos n.º 55/49, que prohibió los matrimonios de personas consideradas «blancas» con personas consideradas «no blancas». Al año siguiente la separación sexual de los habitantes, según el tono de piel, se completó con la Ley de Inmoralidad n.º 21 de 1950, que reguló la vida sexual de los ciudadanos, prohibiendo la «fornicación ilegal», y «cualquier acto inmoral e indecente» entre una persona blanca y una persona africana, india, o de color. Estas normas implantaron lo que se conoció como «pequeño apartheid».

En 1955 en un congreso llevado a cabo en Kliptown, cerca de Johannesburgo, varias organizaciones opositoras, incluyendo el ANC y el Congreso Indio, formaron una coalición común que adoptó la Proclama de Libertad, con el fin de establecer un Estado sin discriminación racial. Las luchas anti racistas fueron severamente reprimidas por el régimen bóer, incluyendo matanzas y detenciones masivas. Entre los líderes negros detenidos se encontraba Nelson Mandela que permaneció preso durante 27 años (1963-1990).

Estados Unidos y los países de Europa Occidental toleraron el apartheid durante las décadas de 1950, 1960 y 1970, debido a que Sudáfrica había adoptado una posición abiertamente anticomunista. Por el contrario, los países del bloque comunista liderado por la Unión Soviética, denunciaron desde un inicio al apartheid como un régimen racista incompatible con los derechos humanos. A partir de la década de 1970, el régimen sudafricano comenzó a ser rechazado por la opinión pública mundial y la mayor parte de la comunidad internacional, y su apoyo comenzó a limitarse a los Estados Unidos, Israel y las dictaduras iberoamericanas de ese momento (Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, etc).

Los conceptos de raza, nación y clase han sido elementos centrales para diversas interpretaciones y respuestas a la opresión sudafricana. Asimismo, destacan el papel de elementos que considera centrales para explicar este fenómeno de la opresión, como sería el caso de la ideología. En el caso sudafricano se destaca el enfoque racial que ha derivado en la exclusión de los blancos de las luchas de liberación contemporánea y enfatizan la educación política sobre la organización.[33]

Tras conocerse las atrocidades cometidas por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, la noción biológica de «raza» quedó deslegitimada, aunque no completamente al principio,[34]​ y con ella el racismo científico.[35][36]​ También tuvo gran importancia ―mayor aún, según Christian Geulen―[34]​ el cambio de modelo de las ciencias humano-biológicas, ya iniciado antes de la guerra, que supuso el paso de la eugenesia a la genética y que fue definitivo cuando en 1953 se descubrió la estructura del ADN.[37]

La Unesco, organismo internacional fundado en noviembre de 1945, declaró a la «raza» «la plaga del mundo» que había conducido a la humanidad a la catástrofe y en el acta de constitución condenó «el dogma de la desigualdad de las razas y los hombres». El antropólogo estadounidense de origen suizo Alfred Métraux, dirigente de la organización, le encargó a Claude Lévi-Strauss un ensayo que se convertirá en su célebre obra ‘’Raza e Historia”. Publicada en 1952 constituirá un punto de inflexión fundamental sobre el tema al hacer de la raza un concepto totalmente ilegítimo para pensar las diferencias humanas: solo existe una raza, la raza humana, con sus diferencias culturales.[38]​ A partir de entonces el término «raza», si es que se utiliza, se entenderá como una categoría social y no como un hecho natural.[39]​ Se alcanzó así un «consenso antirracista relativamente amplio», aunque no cristalizó hasta los años 1960, impulsado por los diferentes los movimientos sociales de la década entre los que destacó el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos que contribuyó «de forma notable a deslegitimar el racismo en la conciencia mundial». «El racismo se consideró un fenómeno anticuado, reaccionario y esencialmente premoderno».[40]

La UNESCO puso como modelo el Brasil «mestizo», el país que habría superado las diferencias raciales y puesto fin al racismo ―una valoración que será puesta en duda años después―, mientras que el contramodelo será la Sudáfrica del apartheid, un país que iba «al revés de la historia» al aplicar una política declaradamente racista, lo que le supondrá su progresivo aislamiento internacional.[41]

En la década de 1950 se extiende la visión optimista de que una vez deslegitimado el concepto de raza ―la ausencia de razas humanas es una verdad científica admitida y proclamada―[39]​ la extensión de la educación será suficiente para hacer desaparecer el racismo. El número de julio-agosto de 1950 de El Correo de la UNESCO así lo declara en su primera página: «Los científicos del mundo entero denuncian un mito absurdo… el racismo».[38]​ Una comisión de la UNESCO dirigida por el antropólogo estadounidense Ashley Montagu propone en 1950 que se deje de utilizar el término «raza» sustituyéndolo por la expresión «grupo étnico». El psicólogo canadiense Otto Klineberg propone a su vez como prioritario deshacer la ilusión de la «pureza racial». Siguiendo esta misma línea los historiadores franceses Lucien Febvre y François Crouzet escriben un ‘’Manual de historia de la civilización francesa” titulado «Somos mestizos» (“Nous sommes des sang-mêlés”) pero que solo será publicado muchos años más tarde, aunque algunos extractos del mismo aparecieron en una revista alemana en 1953. El libro-manual estaba destinado a los profesores y a los alumnos de secundaria con la finalidad de desarrollar la idea de que la humanidad es «una gran familia de pueblos unidos, y no un campo cerrado para batallas raciales que disfrazan (mal) horribles conflictos de interés». En uno de sus capítulos se decía: «Bienaventurada la nación que no es “pura”. Porque en la variedad extrema de tipos de individuos que la componen, podrá encontrar ciudadanos y ciudadanas capaces de hacer frente a todas las dificultades, a todas las pruebas que la vida reserva a un grupo de hombres organizados en nación. Y tanto mejor para ella».[42]

Hubo países que fueron más allá del ámbito educativo ―como Francia mediante la ley Pleven aprobada en 1972― y consideraron el racismo, no una opinión sino un delito.[39]​ En otros países como Estados Unidos las opiniones racistas eran legales pero existía una presión social que las reducía a los círculos de los supremacistas blancos. [39]

Sin embargo, el racismo biológico, a pesar de que estaba desacreditado, no desapareció del todo después de 1945. En 1947 el historiador francés Louis Chevalier explicaba que Francia tenía unos «valores raciales» que había que defender contra las «minorías extranjeras» que habían causado tanto mal al país. En 1950 el premio Nobel de física William Shockley proponía esterilizar a los negros por razones eugenésicas. En 1994 Richard Herrnstein y Charles Murray publicaban ‘’The Bell Curve’’ en el que explicaban los resultados menos buenos de los escolares negros por deficiencias intelectuales innatas. En 2007 el bioquímico estadounidense James Dewey Watson afirmó que la inteligencia de los africanos era inferior a la de los occidentales. Como ha destacado Pap Ndiaye, «la llama mediocre del racismo biológico no ha sido mantenida más que por ideólogos de extrema derecha».[43]​ En una encuesta de 2020 solo el 8% de los franceses consideraba que existían «razas superiores a otras».[41]

En 1972 la socióloga francesa Colette Guillaumin constató que la deslegitimación del racismo biológico no había supuesto la desaparición del racismo y propuso el concepto de «racismo sin razas» para designar una forma persistente de rechazo al otro que no se basa en un discurso biológico puro y duro sino en la denuncia de costumbres y culturas tan radicalmente distintas que sería imposible que pudieran vivir juntas. Fue así como se asentó el concepto de racismo «cultural», racismo «diferencialista» o «neoracismo».[41]​ En 1984 el ensayista franco-tunecino Albert Memmi escribió:[44]

El racismo cultural «no se basa en una jerarquía racial biológica (que toma la precaución de condenar en general), sino en diferencias culturales consideradas como irreductibles y antagónicas entre los grupos, y de las cuales el grupo dominante debería de protegerse, si no quiere desaparecer».[45]​ «Los racistas culturales consideran que los “otros” tienen globalmente modos de vida diferentes e inferiores a los suyos, que vienen de sociedades atrasadas, que tienen prácticas culturales heredadas de tiempos oscuros de la humanidad, de las cuales puede a veces brotar algún destello de creatividad, pero que siguen siendo inferiores a los suyos».[45]​ «En la determinación de aquello de lo que hay que protegerse, de lo que hay que mejorar y de lo que hay que defender, ya no se sitúa en primer plano la raza, sino la cultura, la sociedad, la nación o simplemente la forma de vida propia».[46]

De acuerdo con María Dolores París Pombo, en su artículo titulado "Estudios sobre el racismo en América Latina",[47]​ publicado a través del Departamento de Relaciones Sociales, de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, se pueden distinguir dos tipos de ideología racista en América Latina, los cuales tienen orígenes históricos distintos:

En la actualidad, la región no cuenta con ningún grupo que se autodenomine de forma oficial como racista y difunda sus "creencias" o perspectivas con este enfoque de manera expresa; sino que este tipo de personas se manifiestan de forma más difusa en diversos estratos sociales, donde se encuentran presentes de forma cotidiana las categorías raciales como base para la valoración sociocultural.[48]

Asimismo estas pueden verse reflejadas en elementos cotidianos y comúnmente aceptados por la población en general como en el caso de la presencia de referencias estéticas muy marcadas dentro de la publicidad, en los medios de comunicación, en las relaciones interpersonales, familiares, etc. hasta formas de referirse al aspecto físico de las personas en el mercado laboral: la "buena presentación" necesaria para ocupar puestos que implican contacto directo con clientes o el público en general. En estos casos, suele ocurrir que aquel individuo clasificado como "el indígena" o "el negro", tiene menores posibilidades de ascender en el ámbito laboral, el acceso a puestos políticos importantes en el ámbito nacional, desempeño educativo o el éxito cultural.[48]

El origen del racismo en Ecuador se da en la época de la conquista, es decir entre los siglos XV y XVI, ya que en estos siglos se establecieron relaciones de dominación política y subordinación socio-cultural. Desde ese momento los grupos no europeos son considerados inferiores y no racionales de acuerdo a su tradición cultural y a sus características físicas.[49]

En la sociedad ecuatoriana existe en el imaginario social, a manera de patrones de comportamiento que posibilitan la segregación de personas étnica y racialmente diferentes. Esta segregación en la mayoría de los casos se da por el prejuicio social o por el objetivo de preservar el estatus quo que es manejado por un grupo demográficamente mayoritario que maneja distintos puestos de poder dentro de la sociedad. En el Ecuador no existen legislaciones que legitimen el racismo, pero tiene prácticas que sí lo hacen y además han sido justificadas desde las instituciones estatales, gubernamentales y por los medios de comunicación.[50]

Todo esto se debe a que el proceso de construcción de la identidad ecuatoriana se ha estructurado erróneamente a base del color de la piel y la apariencia física. Esto es respaldado gracias a que en la imagen publicitaria siempre se impone el ideal del “blanco” que no representa la realidad ecuatoriana. A manera de construcción del sentido de nación ecuatoriana ha sido un proceso contradictorio ya que por un lado se promueve la noción de ciudadanía, participación e igualdad constitucional, pero, por otro lado, en la práctica, se mantiene la intolerancia étnico-cultural hacia los grupos indígenas y afro-ecuatorianos.[51]

La variedad socio cultural de Ecuador ha generado un sistema de clasificación en lo que se considera “normal” y que los grupos como los afros ecuatorianos o los indígenas no entran en la escala de normalidad. Esta práctica es el “etno-centrismo” que es parte de todo grupo socio cultural, sin embargo, este proceso se vuelve negativo cuando se ve las diferencias físicas del otro con intolerancia y se vuelve realmente negativo cuando se intenta eliminar estas diferencias, o, por ende, eliminar a los grupos sociales que corresponden a las características del otro.[51]​ La discriminación y el racismo contra los afroecuatorianos están relacionados con la pobreza y exclusión. Según el PRODEPINE, el 92.7% de ellos no tienen acceso a los servicios básicos. El censo del 2001 revela que este pueblo registra un índice de NBI superior al 70% frente al 45% de los blancos y del 61.3% nacional, su analfabetismo supera el 10.5% frente al 5% de los blancos y 9% nacional. Mientras que la tasa de asistencia a la universidad apenas no supera 7 puntos respecto a 19 de los jóvenes blancos y de 14 del promedio nacional.

Actualmente existe un reconocimiento pluricultural y multi-étnico en Ecuador, aunque se mantienen estructuras del Estado unitario ecuatoriano que hace imposible el ejercicio del derecho a la diferencia cultural y la constitución de una sociedad intercultural. Se mantiene un discurso de pluriculturalidad que es utilizado por los grupos dominantes como una estrategia de usurpación simbólica.[52]

En muchos países hoy en día está penalizado el racismo desde penas menores hasta mayores, considerando esta discriminación como delito, lo mismo que sucede por orientación sexual, cultural u otra característica. Algunos la penalizan con sanciones como puede ser el cobro de multas con dinero o hasta penas privativas de la libertad.

Miguel Hidalgo y Costilla, padre de la patria mexicana, emitió el Decreto contra la esclavitud, las gabelas y el papel sellado el 6 de diciembre de 1810 en la ciudad de Guadalajara, aboliendo la esclavitud.

En España no se abolió totalmente la esclavitud hasta el 7 de octubre de 1886. Si bien en el territorio peninsular se abolió en 1838, persistió y se toleró legalmente en las colonias amparada por la presión de las «Ligas Nacionales» que la defendían con argumentos patrióticos, hasta la creación de la figura transitoria del patronato y su definitiva abolición en 1886.[53]

La esclavitud se prohíbe en los Estados Unidos de América en 1864 luego de la Guerra de Secesión mediante la Decimotercera Enmienda.

La segregación o separación racial es la separación de espacios, servicios y leyes para las personas de acuerdo a su ascendencia. Fue practicada en muchos lugares del mundo hasta mediados del siglo XX.

En 1868 que se derogaron las leyes segregacionistas que limitaban los derechos civiles de los afrocubanos bajo las antiguas Leyes de Indias, hasta entonces el código legal vigente en Cuba, con la abolición de los "Estatutos de limpieza de sangre".

En los Estados Unidos, se prohíbe en 1964 la aplicación desigual de los requisitos de registro de votantes y la segregación racial en las escuelas, en el lugar de trabajo e instalaciones que sirvan al público en general («lugares públicos») y en 1965 la Ley de derecho de voto.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada en 1948, indica que "toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza", siendo uno de los documentos más relevantes contrarios a la discriminación y segregación racial.

Es gracias al avance de las diferentes ciencias y al retroceso progresivo del oscurantismo social, moral y religioso, que desde el último cuarto del Siglo XX, existe un estigma social asociado con los que se describen a sí mismos como racistas. Las causas son varias, incluido el progreso social y tecnológico, pero principalmente la atención generada por los crímenes cometidos por británicos y españoles contra los habitantes de las Antillas y las Américas, el comercio de las naciones europeas con esclavos africanos, norteamericanos contra las naciones amerindias del continente, los turcos con el exterminio de los armenios, o con Alemania nazi contra judíos, gitanos y otros, y el horror causado por el Japón imperial en Corea, China y otros lugares, y los avances en las conquistas sociopolíticas de los afroamericanos en EE. UU.

Así que la identificación de un grupo o persona como racista tiene una carga de valor sumamente negativa. El último país en declararse oficialmente racista ha sido Sudáfrica que en 1990 modificó su sistema de apartheid por presiones internas y externas.

La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948) y la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (1965) son los instrumentos internacionales fundamentales para comprender la aspiración humana de erradicar el racismo. Con el objeto de reafirmar el compromiso de los Estados con la eliminación de la discriminación racial y la realización efectiva del principio de igualdad en la región en el marco del Cuadragésimo Tercer Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos se lleva a cabo la Convención Interamericana contra el Racismo, la Discriminación Racial y Formas Conexas e Intolerancia (2013), este instrumento consolida estándares internacionales en la materia, y avanza en la definición legal de formas contemporáneas de racismo.

El Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial se celebra el 21 de marzo de cada año. Ese día, en 1960, la policía abrió fuego y mató a 69 personas en una manifestación pacífica contra la «ley de pases» del apartheid que se realizaba en Sharpeville, Sudáfrica. Al proclamar el Día en 1966, la Asamblea General instó a la comunidad internacional a redoblar sus esfuerzos para eliminar todas las formas de discriminación racial.[54][55]​ Desde entonces, el sistema del apartheid en Sudáfrica ha sido desmantelado. Leyes y prácticas racistas se han suprimido en muchos países, y se ha construido un marco internacional para luchar contra el racismo, guiado por la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial.

Se considera en medios científicos que el concepto actual de raza es una creación europea que se desarrolló como respuesta y justificación a su expansión imperial durante los siglos XVI al XX[cita requerida].

El concepto de raza, como demostración de la superioridad o inferioridad de ciertos grupos humanos, evolucionó progresivamente durante ese periodo hasta niveles muy sofisticados y eruditos para convertirse en una verdadera pseudociencia que más recientemente adquirió nombres como «etnografía» o «antropología física». El auge de estas doctrinas ideológicas disfrazadas de ciencia no han sido insignificantes y han resultado en regímenes tan destructivos como la Alemania Nazi o el Apartheid.

Según el terapeuta estadounidense Albert Ellis desde la psicología cognitiva, el racismo es un mecanismo de prejuicios que surgen por conveniencia, para discriminar, descartar o dominar a otras personas o aceptarlas preferentemente, sin tener remordimientos y sin reflexionar si eso bueno o malo o si es una opinión subjetivo u objetiva. Ordinariamente es una actitud hostil o favorable hacia una persona que pertenece a un grupo social. En la mayor parte de los casos se da por hecho que existe una inferioridad natural o genética en el grupo segregado, o bien, una circunstancia cualquiera que estable la inferioridad de sus integrantes. También es común se ponga un acento en las diferencias culturales, lo que explicaría la inferioridad o superioridad de los otros. Se tratan de alteraciones en la mente humana que son moderadamente difíciles de eliminar y llevan a una distorsión de la percepción o a una distorsión cognitiva, a un juicio impreciso o a una interpretación ilógica. Según la psicología cognitiva, el racismo es un apasionamiento subjetivo a favor o en contra de algo sin que existan argumentos suficientes para sustentar esta posición. Un sesgo es un error en el procesamiento de la información y hace que las personas tengan distorsiones cognitivas. Para poner a prueba las ideas racistas las personas deben someter a sus propios pensamientos a la prueba de la racionalidad, funcionalidad y objetividad.

En 1899 apareció el poema La carga del Hombre Blanco del escritor indo-inglés Rudyard Kipling, quien recibiera el premio Nobel ocho años después, en donde convoca al «Hombre Blanco» a conquistar y asumir el gobierno del mundo, como un servicio a las personas «no blancas», aun sabiendo que ello traería «el odio de aquellos que custodiáis».[56]

En 1911 la 14ª edición de la Enciclopedia Británica adoptó la ideología racista al sostener que «el Negro es intelectualmente inferior al caucásico».[57]

Ya en la década de 1930, apareció en Francia la popular tira cómica Las aventuras de Tintín, de Hergé, portadora del pensamiento racista que había encarnado en el pensamiento occidental, especialmente notable en historias como Tintín en el Congo (1930-1931) o La oreja rota (1935).

En 1899 la ideología racista se consolidó con la publicación del libro Los Fundamentos del Siglo XIX del inglés Houston S. Chamberlain. Profundizando las ideas de Gobineau, Chamberlain acentúa el papel de los pueblos germánico-nórdicos, como representantes auténticos de la hipotética «raza aria», y por lo tanto superiores a todos los demás. Chamberlain sostiene que la entrada de los pueblos germanos en la historia, alrededor del año 1200, significó «el ascenso de un nuevo mundo», la civilización europea, y que ese proceso histórico, aún en marcha, consiste en el «ascenso gradual de un mundo teutónico» en el que los elementos extraños no teutónicos serán hundidos como si fueran barcos piratas.[58]

En las grandes potencias de la época aparecieron autores que intentaban demostrar que la «raza superior» eran los sajones (Gran Bretaña y los Estados Unidos),[59]​ los celtas (Francia),[60]​ y los teutones (Alemania). Varios pensadores británicos de la época utilizaron el racismo para justificar el Imperio Británico, como Thomas Henry Huxley (La Lucha por la Existencia en la Sociedad Humana,[61]​ 1888), Benjamin Kidd (Evolución Social,[62]​ 1894), P. Charles Michel (Una visión biológica de nuestra política internacional,[63]​ 1896), Charles Harvey (La Biología de la Política Británica,[64]​ 1904).

En 1902, el novelista estadounidense Thomas Dixon, Jr., publicó Las manchas del leopardo: un romance sobre la carga del Hombre Blanco - 1865-1900,[65]​ primera novela de una trilogía racista basada en la ideología de supremacismo blanco, que incluiría también The Clansmen (El hombre del Clan), en la cual se glorifica al Ku Klux Klan. Sobre esa trilogía, D. W. Griffith filmó en 1915 la película El nacimiento de una nación.

En 1885 el antropólogo haitiano Anténor Firmin publicó su tratado De l´egalité des races humaines, (De la igualdad de las razas humanas), en respuesta al famoso libro de Gobineau (De la Inegalité des races humaines),[66]​ y al colonialismo, en momentos en que los europeos se repartían África en la Conferencia de Berlín, ignorando a sus habitantes. Precursor del pensamiento antirracista y de la antropología moderna, la obra de Firmin sería ignorada por los académicos europeos durante décadas, hasta que el colapso moral del Holocausto, obligara a las potencias del mundo a asumir una posición pública contraria al racismo.

También hubo películas y telenovelas que muestran la realidad del racismo, en el caso del cine estadounidense, ciertos productores cinematográficos han sido acusados de racistas al poner a personajes antagónicos como negros, asiáticos, hispanoamericanos incluso hasta los indígenas de Norteamérica. También algunas telenovelas, sobre todo mexicanas, brasileñas, colombianas, venezolanas y entre otros, que han procurado superar el racismo como por ejemplo poniendo como protagonista principal a una mujer humilde de sector rural y que llega a la ciudad en busca de un futuro mejor y los antagonistas son los de clase social alta quienes promueven la discriminación y al fin la muchacha logra igualarse al nivel de sus contrincantes. Una de las telenovelas que ha tratado de superar estas barreras racistas es la de Niña moza, una muchacha hija de terratenientes y de clase alta quien lucha a favor de los esclavos para abolir la esclavitud y reconocer los derechos de libertad de los afroamericanos.

En primer lugar hay que hacer referencia que la educación no solo engloba a los centros educativos, sino que también a las familias ya que los padres son los primeros educadores. Cabe destacar que en 1933, la familia era la institución más importante como socializadora en la igualdad y solidaridad. Con esto, se ve reflejado que la educación en casa influye más de lo que pensamos en las creencias del niño, ya sea negativa o positivamente.

No obstante, centrándonos en los centros educativos, los inmigrantes sufren un periodo de adaptación. La mayor parte de los inmigrantes llegan al país huyendo de su situación económica del país de origen. Una de las mayores dificultades que se encuentran al llegar es el idioma o lengua, y es ahí donde las escuelas deben poner en marcha métodos útiles para su aprendizaje. No solo la lengua es uno de los factores que no conocen, sino la cultura ya que tienen otra forma de vivir o de ser, y puede provocar un choque cultural.

Tras esto, las personas tienen que socializar, y la escuela es un factor esencial y una oportunidad para que los niños o jóvenes comiencen a relacionarse. Sin embargo, en muchas ocasiones los inmigrantes tienen dificultades tanto con los compañeros, como con algunos profesores, lo que daría a lugar a una formación de un grupo de iguales del mismo lugar de origen o de inmigrantes. En las propias escuelas hay discriminación y racismo, las víctimas en muchas ocasiones prefieren acudir a colegios donde el porcentaje de inmigrantes sea alto para así no sentirse incómodo. Además, cabe destacar que prefieren acudir a centros públicos que a privados, ya que en estos encuentran más actitudes racistas. Todas estas actitudes, comentarios o acciones racistas los jóvenes las suelen realizar en grupo o no en solitario. Muchas de las víctimas del racismo prefieren callarse y otros prefieren decírselo a profesores. Además, existen prejuicios o estereotipos acerca de las posibilidades académicas y futuro de los inmigrantes.

El bullying relacionado con el color de piel aumenta en las estadísticas mientras en los colegios se sigue minimizando. La ausencia de protocolos específicos hace más dura la batalla de madres, hijos e hijas que sufren este acoso.[67]

Además de las formas clasistas de racismo existen otras menos conocidas como el racismo aversivo, la mestizofobia y el racismo oculto.

En 1986, dos psicólogos sociales, Samuel L. Gaertner y John F. Dovidio, acuñaron el término "racismo aversivo" para definir el racismo de quienes no se consideran racistas. Se caracteriza de un racismo no explícito y que por su naturaleza sutil y ejecución no “a sabiendas” aparece diluido. Es el de aquellos que comienzan sus frases con un "Yo no soy racista, pero...". O de quienes hacen bromas racistas como si no tuvieran consecuencias. Pero las tiene: produce en sus víctimas una gran indefensión y frustración.[68]​ También se ha denominado microrracismo. Impide, por ejemplo, que en el ámbito escolar se puedan mezclar personas de ascendencias iberoamericana y española.[69]

Una forma menos conocida de racismo es la creencia de que el mestizaje produce individuos inferiores a la «raza pura» (degeneración), defendido por Louis Agassiz, como Gobineau sostuvo.

Una forma moderna de racismo, como reacción al racismo contra los negros, los indios y asiáticos, es negar la identidad mestiza y la defensa de las poblaciones mezcladas más por su color oscuro de piel que por su condición mestiza. En este racismo, las poblaciones mestizas son tratadas como negro, indio o blanco, negando su peculiaridad.[70][71]

El racismo oculto es una forma de racismo no explícita que busca la extensión y legitimación del racismo. Entre las variantes más comunes de racismo oculto se encuentran las pseudociencias sociales y médicas mencionadas arriba, la argumentación política en contra de determinados grupos humanos bajo pretextos culturales o étnicos y la manipulación de datos estadísticos con el fin de inferir indirectamente la inferioridad de unos grupos humanos sobre otros. Cabe mencionar al respecto que una de las formas más ominosas de racismo oculto es la relación post-facto y no causa-efecto entre pertenecer a una «raza» o «etnia» determinada y la pertenencia a una clase social.

La clasificación de las personas como perteneciente a una u otra raza ha sido ampliamente usada y aún lo es para mantener a grupos humanos en situación de sometimiento, a condiciones de vida de opresión, ignorancia y dependencia, y acusar a estos grupos de ser inferiores cuando sólo son víctimas y no causas del problema. Así mismo esta clasificación se usó y se utiliza para mantener la posición de mayor poder de otros grupos dentro de la escala social, estableciéndose un círculo vicioso de retroalimentación entre estatus socioeconómico y pertenecía a ciertas «razas». Este mecanismo se alimenta a sí mismo y se tiende a perpetuar ad infinitum hasta que sobrevengan cambios inevitables en la sociedad.

Algunos conceptos como la discriminación racial y la xenofobia están relacionados con el racismo aunque no lo son propiamente.

Es un concepto que suele identificarse con el de racismo y que lo abarca, aunque se trata de conceptos que no coinciden exactamente. Mientras que el racismo es una ideología basada en la superioridad de unas razas o etnias sobre otras, la discriminación racial es un acto que, aunque suele estar fundado en una ideología racista, no siempre lo está. En este sentido hay que tener en cuenta que la discriminación racial positiva (cuando se establecen discriminaciones con el fin de garantizar la igualdad de las personas afectadas), constituye una forma de discriminación destinada a combatir el racismo.

El prejuicio es una actitud social propagada entre la gente por una clase explotadora, a fin de estigmatizar a algún grupo como inferior, de modo que tanto la explotación del grupo como la de sus recursos pueda justificarse. Roger Bastide distingue el prejuicio de raza de los otros prejuicios que son: prejuicio de color, de clase y cultural.[72]

El racismo suele estar estrechamente relacionado y ser confundido con la xenofobia, es decir el «odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros».[73]​ Sin embargo existen algunas diferencias entre ambos conceptos, ya que el racismo es una ideología de superioridad, mientras que la xenofobia es un sentimiento de rechazo; por otra parte la xenofobia está dirigida solo contra los extranjeros, a diferencia del racismo. El racismo también está relacionado con otros conceptos con los que a veces suele ser confundido, como el etnocentrismo, los sistemas de castas, el clasismo, el colonialismo y el machismo.



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