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Santa Alianza



La Santa Alianza (en alemán, Heilige Allianz; en ruso, Священный союз, transliterado como Sviashchenny soyuz o, de manera académica, como Svejaščennyj Sojuz) fue un punto celebrado, por iniciativa de Alejandro I de Rusia, entre Austria, Rusia y Prusia, el 26 de septiembre de 1815 en París (Francia), tras la batalla de Waterloo. Los tres monarcas invocaron los principios cristianos, previendo mantener en sus relaciones políticas los «preceptos de justicia, de caridad y de paz»,[1]​ con el objetivo de contener el liberalismo y el secularismo que se había implantado en Europa fruto de la Revolución francesa. En su pacto ellos se comprometían a intervenir donde fuera necesario para defender la legitimidad monárquica y los principios del absolutismo y sofocar cualquier movimiento revolucionario. Se suele confundir a menudo con la Cuádruple Alianza (1815), que incluye a Inglaterra.

Es un acuerdo internacional particular, ya que se basa en el Cristianismo y, aunque aceptaba la adhesión de otras casas reales cristianas afines a esta causa, dejaba deliberadamente fuera a potencias como el Imperio otomano o Gran Bretaña.

Tradicionalmente la historiografía española ha considerado que la Santa Alianza, en el Congreso de Verona, dio el mandato a Francia para invadir España y acabar con el trienio liberal durante el reinado de Fernando VII de España.[2]​ Ese mandato se concretaría en un supuesto acuerdo secreto que condenaría a todo régimen liberal y la libertad de prensa, pero ese acuerdo solo se refleja en la historiografía española, sin existir en ningún archivo. Algunos historiadores españoles, como Jerónimo Bécker,[3]​ consideran que es posible que se trate de una falsificación, mientras que la historiografía no española da por seguro la falsificación.[4]​ Para Renouvin existió al menos el mandato de la Santa Alianza, que no de la Cuádruple dado el rechazo inglés a una intervención, tanto en Verona en 1822 como antes en Troppau y Laibach para dar carta blanca a Austria en las revueltas italianas. Sin embargo estos mandatos solo sancionaban una intervención que se produciría de todas formas dados los intereses particulares de Francia y Austria en España y los estados italianos.[5]

La "Santa Alianza" se reunió en el año 1818 en un congreso en Aquisgrán, pactando medidas contra los "demagogos y revolucionarios" en los Estados de Alemania, así como la retirada de sus tropas de suelo francés y adhiriendo a Gran Bretaña a sus políticas, aunque el gobierno británico presidido por George Canning eludió todo acuerdo concreto para ayudar a la Alianza en cualquier intervención militar, sea con dinero, buques, o tropas. La Santa Alianza intentó contener las revoluciones de 1820 sin éxito.

Del mismo modo, en el Congreso de Troppau, en el Congreso de Laibach (ambos en 1820) y en el Congreso de Verona (de 1822) se consagró un "derecho de intervención" inspirado por el príncipe Metternich por el cual las grandes potencias europeas lucharían contra brotes de liberalismo en cualquier país del continente al constituir estos una "amenaza a la paz europea". Con eso admitía la Alianza tácitamente que Austria envíe tropas para sofocar revueltas liberales en el Reino de las Dos Sicilias y en el Reino de Piamonte (en 1820), y luego que Francia elimine toda huella de su pasado "revolucionario" enviando tropas contra los liberales de España para reponer a Fernando VII como rey absoluto en 1823.

En ambas crisis Gran Bretaña rehusó intervenir en favor de la Alianza al juzgar que sus intereses (esencialmente de comercio internacional) no estaban siendo afectados y que la movilización de sus tropas era determinado por su parlamento y no solo por el rey, en tanto Gran Bretaña no era una monarquía absoluta como Austria, Rusia o Prusia.

Por este mismo motivo el gobierno británico también rechazó ayudar a la Alianza cuando ésta autorizó en Verona una intervención para restablecer el dominio de los Borbones sobre España y también sobre sus provincias en América, en tanto Gran Bretaña mantenía lucrativo comercio con la antigua América española y temía que una reacción de España patrocinada por la Alianza le trajera competidores a un lucrativo mercado. En tanto Austria, Prusia, y Rusia carecían de una flota de guerra que desafiara la negativa británica (y su dominio en las aguas del Atlántico) los planes de la Alianza se redujeron a restaurar el absolutismo de Fernando VII en la España metropolitana.

A largo plazo, la Alianza fracasó ante las políticas dispares de sus integrantes. Así, al estallar la guerra de independencia de Grecia en 1821, la Alianza se pronunció contra los rebeldes griegos pero Gran Bretaña y Francia apoyaron informalmente a los griegos para salvaguardar sus propios intereses en el Mediterráneo, zona donde Austria y Prusia tenían escaso poder e influencia.

Ante ello, Rusia empezó a mostrar grandes dudas sobre la conveniencia de la posición de la Alianza de no intervenir en Grecia y tras la muerte del zar Alejandro I en 1825, su hermano y sucesor Nicolás I determinó apoyar también a los griegos sublevados para debilitar al Imperio Otomano y evitar que británicos y franceses fuesen los únicos aliados de Grecia. Esto mostró una fractura irremediable en la Alianza, que prácticamente quedó inactiva desde entonces.

La Alianza generalmente se asocia con la alianza posterior, Cuádruple Alianza, que incluía al Reino Unido y (desde 1818) a Francia con el objetivo de defender el acuerdo de paz europeo y el equilibrio de poder en el Concierto europeo celebrado en el congreso de Verona.




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