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Sentido común



La expresión sentido común describe las creencias o proposiciones que se alimentan por la sociedad (familia, clan, pueblo, nación o entera humanidad).

Henri Bergson define al sentido común como "la facultad para orientarse en la vida práctica"[1]​. E. Mora-Anda dice que el sentido común nos ahorra tonterías: calcula lo probable y lo improbable, lo razonable y lo absurdo. No se atiene a reglas, sino a lo que puede funcionar; no es perfeccionista, sino que prefiere "lo razonable", también analizado por Lin Yutang en "La Importancia de Vivir". Para Trout y Rivkin, el sentido común es una facultad esencial de la persona: «una facultad que posee la generalidad de las personas, para juzgar razonablemente las cosas». Yash, Hipat Roses e Imeld lo definen como «el don provisto para saber distinguir todo lo que nos rodea: el bien, el mal, la razón y la ignorancia.».[2]

De una manera más sencilla, se comprende por sentido común a una manera de no pensar y de no analizar crítica o científicamente hechos y fenómenos de la sociedad, dados como naturales y concretos sin investigaciones metodológicas previas[3]​. Al aceptar estos hechos sin argumentos, escapan al rigor científico y a toda clase de análisis críticos.[4]​ Dado que lo «común» (a diferencia de los cinco sentidos establecidos), no es parte de lo cognitivo (natural), sino una construcción social. El sentido común es la antítesis al pensamiento crítico.

Andrés Zambrano. Define el sentido común, no como una antítesis del pensamiento crítico y/o científico, eso es como decir que "debemos ser tontos por no defender nuestros intereses". No tiene sentido pensar que un pensamiento crítico este en controversia con el sentido común, al contrario este pensamiento es parte fundamental de esa racionabilidad colectiva y que termina imponiendo el sentido común y está basado en el conocimiento, la ciencia y la tecnología; y no solo en una sola racionalidad preconcebida, elevando nuestra conciencia hacia una forma de vida trascendente y universal.

Es importante tener en cuenta, que popularmente se dice que todos tenemos un sexto sentido o percepción extrasensorial, que nos da cierto nivel conciencia sobre lo que pasa o puede suceder y que podemos hacer que pase a través de nuestra propia percepción consiente o inconsciente. Este sexto sentido, si es la antítesis al pensamiento racional, ya que se basa en el supuesto y el uso de poderes sobrenaturales para obtener conocimiento, como son la precognición o la clarividencia.

El Séptimo Sentido: Por esto debemos pensar que el sentido común es el séptimo sentido que se basa en el conocimiento de lo que es bueno y malo. Por eso es que es, el menos común de los sentidos, porque por el afán de sobresalir y en algunos casos por sobrevivir, muchos lo pierden, cayendo en la cultura de la corrupción (Mentir, robar, matar y codiciar) dejando de lado razonar, compartir, educar y ser íntegros.

{Andrés Zambrano. 29/09/2020}

Para Reid los principios del sentido común "son universales y fijos, no sujetos a crítica o renovación". En cambio Popper reconoce que los contenidos del sentido común "sí están sujetos a cuestionamiento y cambio". Por su parte, Vico señala "la dependencia del sentido común a sus contextos culturales específicos".[5]

En la acepción clásica de la filosofía Aristotélico-Tomista (y en la misma etimología del término), el sentido común se refiere a la reunión de las impresiones de los diversos sentidos; tanto los externos (vista, audición, tacto, gusto y olfato), como de los sentidos internos (cogitativa, la memoria y la imaginación). El sentido común reúne la información de todos los sentidos, y esta reflexión ayuda a distinguir lo verdadero de lo falso, o lo bueno de lo malo. Sin depender de un conocimiento esotérico, investigación o estudio, el sentido común es el primero de los sentidos internos y que los clasifica en sentido común, imaginación, memoria y estimativa-cogitativa en el hombre. El sentido común no es el «buen sentido», «común» a todos los hombres, es decir, la inteligencia en su actividad espontánea, o la razón en el sentido cartesiano de poder distinguir lo verdadero de lo falso. Aunque sea una acepción corriente, esta asimilación supone un cambio de significación con respecto a la doctrina clásica, que configura el sentido común como un sentido, una función del conocimiento sensible: su objeto no es abstracto y, por tanto, no es una función intelectual.

Delimitado así el sentido común podemos pasar a examinar su naturaleza y sus funciones con más detalle. Como todos los sentidos es una potencia pasiva, es decir, que no opera hasta que no es excitado por el objeto. La información en su estado puramente termodinámico, hace perder recursos al objeto que pierde su discretismo ante el observador. El objeto como tal no se transforma al conocerlo, sino que lo enfoca y lo delimita en su campo de acción. Las propiedades no observadas sencillamente pasan desapercibidas, ejerciendo una influencia discreta entre ambos objetos, cuyas propiedades irán emergiendo en función de si el objeto es capaz de irse adaptado a la interacción dinámica con dicho objeto. Por 'abrirse' una vía de comunicación, el objeto aparenta ser a nuestro sentir lo ideal para la consecución del objetivo. Se irá alejando, o no, de ese estado ideal en función de que se vayan conociendo el resto de propiedades. Por ello, cuando un acontecimiento sucede en el universo... ¿Qué orden ha seguido? ¿Causa - efecto? ¿O quizá porque el efecto es el ideal, se persigue la causa?. Este principio hace replantearse si de verdad existe una línea del tiempo predominante en el universo objetiva, o es más bien orquestada por los elementos que interaccionan, quedando sujeta a los estados de energía de cada sistema interactuante, siendo las propiedades internas de estos sistemas un elemento más capaz de modificar dicho flujo temporal al adoptar posiciones o roles adaptados a las previsiones.[6]

Hay que señalar que según un sentido está más alejado del objeto, y según sus funciones vayan siendo más complejas, su capacidad de «error» es mayor. Así, el sentido común puede «equivocarse» más que los sentidos externos. Pero su objeto lo capta más «abstractamente» y, por tanto, de modo más perfecto.

Dentro de la dinámica metabólica del cerebro, los sentidos internos que desencadenan la dinámica con el medio, sensaciones menos elaboradas y más simples, generan una cascada de pulsos neuronales, los cuales solo llegan aquellos de los que requieren nuestra atención porque así se nos ha educado, porque está en peligro la vida o damos importancia relevante a cierta parte del medio en el que nos desenvolvemos. Dada la estrecha conexión e interdependencia dentro de la que actúan los sentidos, el sentido común cumple una función clave: por una parte unifica y regula la multiplicidad sensorial de los sentidos externos; y, por otra, sirve de enlace entre estos y los sentidos internos.

El conocimiento que proporciona los sentidos menos desarrollados y elaborados tienen por objeto una cosa distinta del sentido común; su objeto son las sensaciones de los demás sentidos externos aunque no en el mismo plano que ellos, ya que su función no versa sobre los objetos exteriores sino sobre nuestra sensación de los objetos. Viene a ser como la raíz y principio de la sensibilidad externa, radix et principium sensuum externorum.

Para reflexionar tenemos la capacidad de recordar, valorar y establecer una acción con conocimiento, o sea a conciencia. Pues el sentido común es un conocimiento más dentro de nuestra dinámica en el medio.

Las funciones que tradicionalmente se le atribuyen son:

Un punto a determinar con precisión es si deduce especie expresa -como el resto de los sentidos internos-, o solo especie impresa -como los sentidos externos-; los textos clásicos dejan abiertos interrogantes a este respecto.

Pero el sentido común no solo es activo por estas funciones, sino -y esto es muy importante- porque regula la «atención sensorial», mediante la cual el sujeto dirige el oído, la vista, etc., hacia el estímulo, para sentirlo mejor.



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