En el castellano, los archisílabos o palabras alargadas son palabras alargadas innecesariamente. Por ejemplo, «la finalización» en vez de «el final». Son fruto de una manía lingüística, el sesquipedalismo o polisilabismo. El habla sesquipedálica se considera un defecto de la lengua, pues resulta pretencioso y farragoso. Muchas, sin embargo, están aceptadas por la Real Academia Española y en los distintos diccionarios, siendo meras redirecciones a la palabra original. Algunos archisílabos, a pesar de ser más largos, han llegado a sustituir en el habla coloquial a su palabra madre, que era más corta. En ciertos casos, la archisilabización no es errónea y enriquecen el vocabulario, añadiendo un nuevo componente semántico.
Un método común es añadir sufijos redundantes. P. ej., -logía como en «metodología» en vez de «método», -iedad como en «obligatoriedad» en vez de «obligación» o -idad como en «funcionalidad» en vez de «función».
Muchas de estas expresiones surgen en el lenguaje político, burocrático o administrativo, así como en la jerga empresarial, en un intento de autoridad, formalidad y culteranismo que deviene pomposo, exagerado y altisonante. P. ej., «periodo vacacional» en vez de «vacaciones». Otros surgen en los medios de comunicación y el márketing, también con la misma intención. P. ej., «dinos qué es lo que opinas» en vez de «dinos qué opinas», «precipitaciones en forma de nieve» en vez de «nieve».
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