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Sinfonía n.º 36 (Mozart)



La Sinfonía n.º 36 en do mayor, K. 425, denominada Linz, es una sinfonía compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart en 1783.

El verano del 1783, Mozart, casado desde hacía un año con Constanza Weber, marchó con ella de Viena en dirección a Salzburgo, a casa de su padre Leopold. Parece que tenía por objetivo mejorar las tensas relaciones entre su mujer y su padre, pero su tentativa no triunfó y en octubre decidió volver a Viena, decepcionado por la actitud de su padre. De camino, la pareja hizo escala en Linz; era el 30 de octubre.

En Linz fueron bien atendidos y Mozart fue invitado a dar el 4 de noviembre un concierto público en el teatro de la ciudad. El compositor, que estaba «de vacaciones», no traía ninguna partitura de sus obras. Como queda recogido en sus cartas, escribió a su padre que «estaba obligado a componer una sinfonía a todo trapo». No hace falta añadir que al anochecer del día del estreno, la sinfonía estaba acabada, las partituras copiadas y fue ejecutada probablemente sin ensayar. La sinfonía denominada «Linz» había nacido. Rápidamente se hizo muy popular y continúa siendo hoy una de sus obras sinfónicas más interpretadas.

Esta sinfonía adopta un esquema muy clásico, característico de las obras de Haydn y de las tardías de Mozart:

Esta obra está escrita para dos oboes, dos fagotes, dos trompas, dos trompetas, timbales y cuerdas.

La introducción del primer movimientos es un Adagio a la antigua, de factura claramente haydniana, que, como escribió un observador, «despierta la espera de algo exaltado». El Allegro cono spirito que le sucede es un ejemplo perfecto de la escritura clásica de una sinfonía. De proporciones rigurosas y de carácter alegre pero noble, oscila entre un sentimiento heroico y una gracia suave y espiritual, de forma que puede caer en una teatralidad decepcionante si está mal interpretado.

El segundo movimiento, en fa mayor, que a menudo se anota como Andante, es particularmente destacable por la multiplicidad de los temas secundarios, plenos de meditaciones interrogativas, al carácter tranquilizador y afectuoso, muy melódico.

El tercer movimiento, el Minueto, es particularmente formal y sin demasiado interés. Aunque es elegante y gracioso, no presenta ninguna originalidad musical. Constituye aun así un excelente contraste con el final.

El cuarto movimiento, el último, tiene un carácter apolíneo, y conduce la obra hacia el triunfo, y en este sentido se asemeja a la Sinfonía en re «Haffner» KV 385.



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