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Sonata para piano n.º 13 (Beethoven)



La sonata para piano n.º 13 en Mi bemol mayor Op. 27 n.º 1 de Ludwig van Beethoven fue compuesta entre 1800 y 1801 y está dedicada a la Princesa de Liechtenstein.

Al igual que la conocida sonata para piano "Claro de Luna", junto con la cual fue publicada bajo el mismo número de catálogo, esta lleva el título "Quasi una Fantasia" ("Casi una fantasía). El término, que hace referencia al distanciamiento de la forma respecto de la sonata clásica de Mozart y Haydn, fue utilizado por Beethoven con cierta libertad. Si bien sonatas anteriores, como la n.º 12, o las de su último periodo, como la n.º 28, también introdujeron cambios en el género, llevaron otros títulos,[1]​ tales como "Große Sonate für das Hammerklavier".

Dura aproximadamente 15 minutos.

El Opus 27 n.º 1 consta de cuatro movimientos:

El primer movimiento es probablemente el que más claramente muestra el carácter fantasioso del Op. 27. En lugar de un Allegro de sonata, Beethoven compuso un andante en forma de rondó A-B-A'-C-A"-Coda, en mi bemol mayor, donde todos los temas son binarios. La veloz sección C, en Do mayor y tiempo de Allegro introduce en el centro del rondó una mezcla de velocidades inusual.

Es un Scherzo en modo menor, un perpetuum mobile armónico antes que melódico. . Le sigue un rítmico Trío en modo mayor y una repetición variada de la primera sección en la cual la mano izquierda toca una corchea a destiempo. El scherzo en Do menor concluye en la tonalidad de La mayor (procedimiento que será más frecuente en las composiciones tardías de compositor) en attaca subito, que liga al segundo movimiento con el tercero.

Es un adagio en ritmo 3/4 de 26 compases en La bemol mayor. Aunque posee carácter propio, es en definitiva una introducción al último tiempo, al que conduce mediante la indicación attacca. La relación entre estos dos movimientos es más evidente aun cuando antes de la coda del Allegro Vivace, Beethoven retorna, aunque en otra tonalidad, al Adagio.

Es un allegro de sonata en mi bemol mayor, sin repeticiones, que al igual que buena parte de la obra de Beethoven es antes rítmico que melódico. A un desarrollo que inicia como la exposición le sigue la recapitulación. Antes del final y durante ocho compases se vuelve al tema del adagio, esta vez modulado a la tónica, el cual conduce a la veloz coda.



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