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Tanquetazo



El Tanquetazo o Tancazo fue una sublevación militar en contra del gobierno socialista de la Unidad Popular (UP) del presidente Salvador Allende, en Chile. Ocurrió el 29 de junio de 1973, y fue liderado por el teniente coronel Roberto Souper, del Regimiento Blindado N.º 2.

Se le denominó "Tanquetazo" porque en la intentona se usaron primordialmente tanques y carros de combate pesados. La sublevación fue sofocada con éxito por los soldados leales al Comandante en Jefe del Ejército, Carlos Prats.

A principios de junio de 1973, el alto mando de las Fuerzas Armadas de Chile había perdido toda confianza hacia el gobierno de la Unidad Popular del Presidente Salvador Allende, que llevaba en el cargo desde noviembre de 1970. La victoria de la izquierda supuso un revulsivo para el país, que vivió un periodo de fuerte convulsión social. Para el resto del mundo, la victoria de Allende supuso un alejamiento de Chile de los postulados de Estados Unidos, en plena Guerra Fría, que lideraba el bloque capitalista, opuesto al bloque socialista capitaneado por la Unión Soviética. Desde entonces, el gobierno de EE. UU. intentó por diversos medios la caída del gobierno de la Unidad Popular, apoyando a la oposición.

En la mañana del 29 de junio de 1973, el Teniente Coronel Roberto Souper se presentó en el Regimiento Blindado N.º 2. Souper acababa de saber que lo relevarían de su mando por ser parte en la conspiración, y sería reemplazado por el Teniente Coronel Uros Domic.[1]​ Al llegar, comprobó que durante las horas previas los oficiales subalternos habían alistado la unidad. Estos oficiales le dieron a elegir entre liderar la acción planificada o ser arrestado, eligiendo Souper lo primero.

El oficial salió en una columna de dieciséis vehículos armados, incluyendo tanques M41 Walker Bulldog, y más de ochenta soldados. La columna avanzó rápidamente por la Avenida Santa Rosa, con dirección a Santiago centro. En su recorrido los tanques respetaron los semáforos, y uno de ellos se detuvo a recargar combustible en una estación de servicio -incluso pagándole al bencinero-.[2]​ La columna de tanques cercó el Palacio presidencial de La Moneda y el edificio del Ministerio de Defensa, apenas separados por la Plaza Bulnes. A las 8:58, los tanques abrieron fuego contra estos edificios. El palacio de gobierno recibió alrededor de 500 impactos de bala, mientras que la Guardia de Palacio, que disponía de armamento automático, disparó 480 balas de calibre 7,62 mm.[3]​ Los tanques sólo dispararon sus ametralladoras y no sus cañones, ya que los frenos de retroceso de éstos no disponían del líquido necesario.[4]

Un tanque irrumpió en la entrada principal del Ministerio, y con sus armas comenzó un ataque intenso contra las oficinas, con el objetivo de rescatar al capitán Sergio Rocha, uno de los detenidos a raíz de la conspiración.[5]​ El Sargento Rafael Veillena, de la Segunda División de Ejército, fue asesinado cuando miraba hacia afuera en su ventana del noveno piso. La ráfaga de las ametralladoras y de los tanques aterró los trabajadores y los empleados en el área, que a esa hora hacían sus trabajos. Una de estas balas mató a una mujer que trabajaba en la sede principal del Banco del Estado de Chile, cerca del ministerio. En la calle Agustinas, el camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen filmó su propia muerte a manos de un grupo de soldados sublevados.

Inmediatamente al conocer la noticia, el comandante de la guarnición de Santiago, general Mario Sepúlveda Squella, llamó a Guillermo Pickering, comandante de los institutos militares, solicitando a tropas leales sofocar la rebelión. Después de asegurar a estas tropas, llamó al Comandante en Jefe del Ejército de Chile, General Carlos Prats, ya con un plan listo para neutralizar a las fuerzas de Souper. El General Prats lo aprobó inmediatamente y, pocos minutos más tarde, el general Sepúlveda Squella comenzó a colocar sus propias tropas.

Durante la mañana, Salvador Allende se dirigió al país desde su residencia presidencial en la Avenida Tomás Moro de Las Condes. A las 9:30, el presidente anunció su decisión de defender el gobierno constitucional contra un golpe de estado. Allende dijo por cadena radial:

Allende posteriormente se instalaría en la Dirección General de Carabineros, desde donde impartía órdenes.[4]

Mientras tanto, el general Prats fue a visitar a todos los regimientos militares próximos a Santiago para asegurar su ayuda contra el motín. El general encontró una cierta resistencia en la Escuela de Suboficiales, pues algunos de ellos no deseaban disparar contra compañeros de armas. Prats les expresó que era “una orden”, pues como Comandante en Jefe del Ejército tenía el deber de reprimir el movimiento sedicioso contra el gobierno, y los oficiales debían obedecerle. Después de un breve momento de indecisión, deciden apoyarlo, y a las 10:30 las unidades salen del cuartel.[6]

El General Prats condujo su automóvil hacia La Moneda, pensando que no era lógico que el Batallón Blindado N.º 2 estuviera solo en su aventura; por lo menos parte de otras unidades podían estar comprometidas o a la expectativa del resultado inicial.[7]​ De hecho, en la Escuela Militar, un grupo de alumnos le propuso al entonces teniente Miguel Krassnoff que se plegaran al levantamiento, ante lo cual Krassnoff debió ordenar el arresto de dos alféreces por insurrección.[8]​ Si no se lograba solucionar la situación, otras unidades se podrían plegar y la confusión provocaría reacciones en provincia, además de enfrentamientos entre las manifestaciones populares y acciones de elementos de izquierda y derecha. Prats se propone sofocar el motín antes de mediodía.

El General Prats salió de su coche cerca del palacio presidencial llevando un subfusil Thompson. Una gran cantidad de curiosos se había juntado cerca de La Moneda, mirando nerviosos el movimiento de tropas. El Coronel Julio Canessa llegó con las fuerzas de la Escuela de Suboficiales, y Prats pidió que se desplegaran sus hombres y que emplazara artillería pesada por la Alameda. Prats realiza “un riesgo calculado”, decidiendo hablar directamente con los soldados amotinados en un esfuerzo por evitar un enfrentamiento. Tomando esta línea de conducta, Prats intentó prevenir una confrontación larga con víctimas militares y civiles innecesarias. Según sus Memorias, Prats narra: “Decido avanzar, entonces, acompañado solo por el Subdirector de la Escuela, Teniente Coronel Osvaldo Hernández, por el Capitán Roger Vergara y el sargento Primero Omar Vergara. El Capellán Villaroel, muy conmovido, nos da la absolución”.[9]

A las 11:10, Prats y sus hombres se encaminan resueltamente hacia el tanque más próximo a ellos. El comandante del tanque apunta con su ametralladora, pero no dispara. Prats le ordena bajar del tanque e identificarse, indicando que cumpla sus órdenes y se rinda a los efectivos de la Escuela de Suboficiales. Sucesivamente se repite esta acción con los otros tanques y carros de combate, hasta que al llegar al tanque del Teniente Garay, éste se resiste a cumplir las órdenes de Prats, retrocediendo y apuntando al General. En ese momento, el Mayor Osvaldo Zavala salta por detrás de Garay apuntándolo en la sien y lo desarma.[9]

El rescatado capitán Rocha asumió el mando de los sublevados y se enfrentó a efectivos del Regimiento "Tacna", siendo herido.[10]​ Algunos de los tanques huyeron, pero Souper con un grupo de tanques y carros se mantuvo al sur de la Moneda. Sin embargo, después de la llegada de refuerzos del Regimiento de Infantería N° 1 "Buin" conducidos por el general Augusto Pinochet, Souper huye en su tanque hacia el sur de Santiago, seguido por sus hombres. Prats ingresa a La Moneda y cruza hacia la puerta principal del lado norte; al ver a Prats, Pinochet lo abraza.[11]​ El General Pickering había despejado a los rebeldes del sector occidental del palacio presidencial. Salvador Allende llega a La Moneda cerca del mediodía, siendo recibido por el General Prats. El "tanquetazo" había terminado.

Souper se entregó en la tarde de ese día, después de que unidades del regimiento "Tacna" cercaran el batallón en el que se refugió. Otros oficiales militares implicados eran René López, Edwin Dimter, Antonio Bustamante, Mario Garay, Carlos Martínez, Raúl Jofré y José Gasset.

Durante la tarde del día 29, el Presidente Allende convocó a una manifestación frente al Palacio de La Moneda. Salió al balcón acompañado de los tres Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, lo que generó una molestia generalizada entre los demás uniformados.[12][13]

En la ocasión, Allende dijo:

El mismo día, Allende solicitó al Congreso autorización para declarar a todo o parte del territorio nacional bajo estado de sitio por hasta seis meses.[14]​ Días después solicitó en una reunión del Consejo Superior de Seguridad Nacional la renuncia del General Director de Carabineros, José María Sepúlveda, a quien responsabilizaba de que a la Guardia de Palacio y la Escuela de Carabineros no se les hubiera ordenado combatir a los sublevados, aun cuando Sepúlveda se encontraba en esos días en Europa en viaje oficial. Se le convenció de que esperara su regreso, y finalmente no se le pidió la dimisión.[15]

Entre las medidas de seguridad adoptadas con posterioridad al hecho, se propuso que la Guardia de Palacio dispusiera de armamento anti-blindaje.[16]

El mismo día 29, la sede del periódico opositor El Mercurio fue allanada por personal de la Policía de Investigaciones.[17]​ Rato después, frente al edificio se concentraron varios grupos pro-UP, que debieron ser dispersados por Carabineros.[17]​ Alentados por el Presidente Allende y por la central sindical CUT, los dirigentes de los cordones industriales tomaron más de 350 fábricas.[18]

Muchos líderes del Frente Nacionalista Patria y Libertad (organización de extrema derecha involucrada directamente en los acontecimientos) se vieron obligados a asilarse en la embajada del Ecuador, pudiendo salir del país una semana después gracias a salvoconductos otorgados por el gobierno.[19]​ Entre ellos se encontraba el jefe nacional del movimiento, Pablo Rodríguez Grez.[19]

Menos de tres meses después, ocurrió el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 liderado por Augusto Pinochet, el cual sí consiguió derrocar al gobierno de Allende. A diferencia del "tanquetazo", en el golpe de septiembre hubo total cohesión no sólo en el Ejército, sino que entre las tres ramas de las Fuerzas Armadas más el Cuerpo de Carabineros.

Según el general Pinochet, el "Tanquetazo" había servido para que los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas pudieran medir la capacidad de las fuerzas paramilitares pro-UP, registrar el tipo de armas que éstas usaban, y comprobar que los llamados de Allende al pueblo a defender el gobierno prácticamente no habían tenido eco".[20]



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