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Teoría poscolonial



El poscolonialismo, también conocido como teoría poscolonial, trata de un conjunto de teorías que lidian con el legado de la colonización española y portuguesa desde el siglo XVI hasta el siglo XIX, o con la británica y francesa durante el siglo XIX. Como teoría literaria, o postura crítica, trata la literatura producida en países que fueron o son aún colonias de otros países. También analiza los efectos del conocimiento producido en los países colonizadores sobre los países colonizados, o sus habitantes. La teoría poscolonial formó parte de las herramientas críticas de los años 1980. Esta trata muchos aspectos de las sociedades que han sufrido el colonialismo: el dilema de constituir una identidad nacional al despertar del yugo colonial, la manera en la que los escritores de países colonizados intentan articularse e incluso celebrar sus identidades culturales y reclamarlas a los colonizadores, los modos en que el conocimiento de los países colonizadores ha coadyuvado a elaborar una determinada subjetividad en los colonizadores (la perpetuación de las imágenes de los colonizados como seres inferiores), pero también el modo en que ese conocimiento ha generado también revueltas anticoloniales.

Desde el punto de vista de su recepción académica, el término poscolonialismo fue utilizado de tres formas diferentes, aunque estrechamente relacionadas, durante las últimas dos décadas del siglo XX. En su acepción temporal, aparece como un período histórico iniciado en 1947 con la descolonización de África y Asia, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, cuando se quebrantaron los fundamentos geopolíticos del orden colonialista establecidos por Europa desde el siglo XVI. Los procesos emancipatorios en Asia y en África, la aparición de los nacionalismos del “Tercer Mundo" y su inscripción ambigua en las zonas de influencia definidas por la Guerra Fría. En su acepción discursiva, el poscolonialismo hace referencia a las literaturas producidas en los territorios ocupados durante la etapa colonialista.

En Los condenados de la tierra (1961), el psiquiatra y filósofo Frantz Fanon analizó y describió médicamente la naturaleza del colonialismo como esencialmente destructiva. Sus efectos sociales —la imposición de una identidad colonial subyugante— son perjudiciales para la salud mental de los nativos que fueron sometidos a las colonias. Fanon escribió que la esencia ideológica del colonialismo es la negación sistemática de "todos los atributos de la humanidad" del pueblo colonizado. Tal deshumanización se logra con la violencia física y mental, mediante la cual el colono quiere inculcar una mentalidad servil a los nativos. Para Fanon, los nativos deben resistir violentamente el sometimiento colonial. Por lo tanto, Fanon describe la resistencia violenta al colonialismo como una práctica mental catártica, que purga el servilismo colonial de la psique nativa, y restaura el respeto por sí mismo al subyugado. Así apoyé el Front de Libération Nationale (FLN) en la guerra de Argelia (1954-62) por la independencia de Francia.[1]

Como praxis poscolonial, los análisis de Fanon sobre la salud mental del colonialismo y el imperialismo y las teorías económicas de apoyo derivaron en parte del ensayo El imperialismo, fase superior del capitalismo (1916), donde Vladimir Lenin describió el imperialismo colonial como una forma degenerada del capitalismo. que requiere un mayor grado de explotación humana para garantizar un beneficio constante para la inversión.

Albert Memmi fue un autor y teórico de origen franco-tunecino. En "Retrato del colonizado, precedido por el retrato del colonizador" (1957), Memmi escribe los efectos psicológicos de colonialismo sobre el colonizado y el colonizador. El argumento es en la tradición intelectual de post-Saussurian estructuralismo de sentido, reclamando que el sentido de “colonizado” y respectivamente “colonizador” depende en la relación a su opuesto.[2]​ Memmi argumenta que las características adscrita al colonizado por el colonizador son contradictorios; y en ocasiones inusuales cuando características positivas son adscrita (el ejemplo de Memmi es la hospitalidad árabe), estas son explicadas como derivadas de otra características negativas, como la estupidez.[3]​ En esta obra, Memmi adopta un lenguaje y método semejante de psicoanalista Jacques Lacan en su seminario VII.[4][5]

Para describir la "relación social binaria" de nosotros-ellos con la que Europa occidental intelectualmente dividió el mundo —en el "Occidente" y el "Oriente"—, el crítico cultural Edward Said desarrolló las denotaciones y connotaciones del término orientalismo (un término de la historia del arte para las representaciones y el estudio del Oriente). Este es el concepto de que las representaciones culturales generadas con la relación binaria de nosotros-ellos son construcciones sociales, que son mutuamente constitutivas y no pueden existir independientemente una de la otra, porque cada una existe a causa de y para la otra.[6]

Notablemente, "Occidente" creó el concepto cultural de "Oriente", que según Said impidió que los pueblos de Medio Oriente, del subcontinente indio y de Asia, pudieran expresarse y representarse como pueblos discretos y culturas. El orientalismo de esta manera fundió y redujo el mundo no occidental en una entidad cultural homogénea conocida como "el Este". Por lo tanto, al servicio del imperialismo colonial, el paradigma orientalista de nosotros-ellos permitió a los eruditos europeos representar al mundo oriental como inferior y retrógrado, irracional y salvaje, en oposición a una Europa occidental que era superior y progresista, racional y civil, lo opuesto al Otro Oriental. La tesis de Said en Orientalismo (1978), representa el orientalismo como un estilo de pensamiento "basado en la antinomia de Oriente y Occidente en sus visiones del mundo, y también como una 'institución corporativa' para tratar con Oriente".[7]

Al establecer la definición postcolonial del término subalterno, la filósofa y teórica Gayatri Chakravorty Spivak advirtió contra la asignación de una connotación demasiado amplia.

Spivak introdujo además los términos esencialismo y esencialismo estratégico para describir las funciones sociales del postcolonialismo. El término esencialismo denota los peligros inherentes a revivir las voces subalternas de manera que sobre-simplifiquen la identidad cultural de grupos sociales heterogéneos y, por lo tanto, creen representaciones estereotipadas de las identidades de las personas que componen un determinado grupo social. El término esencialismo estratégico denota una identidad subalterna temporal y esencial utilizada en la praxis del discurso entre los pueblos. Ocasionalmente el esencialismo puede ser aplicado —por las propias personas descritas— para facilitar que su comunicación subalterna sea escuchada y comprendida. Un esencialismo estratégico es captado y aceptado más fácilmente por la mayoría popular, en el curso del discurso intergrupal. La distinción importante, entre los términos, es que el esencialismo estratégico no ignora la diversidad de identidades (culturales y étnicas) en un grupo social, sino que, en su función práctica, el esencialismo estratégico minimiza temporalmente la diversidad intergrupal para respaldar de manera pragmática la identidad de grupo.[8]

En The Location of Culture (1994), teórico Homi K. Bhabha argumenta para ver el mundo como un composito de culturas discretas y desiguales, en vez de ver el aspecto humano del mundo, perpetua la creencia en la existencia de gentes y lugares imaginarios como “Cristiandad” opuesto a él“mundo islámico”, o el “primer mundo” el “segundo mundo” y el “tercer mundo”. A oponerse a tal reduccionismo lingüístico y sociológico, la práctica de postcolonialismo establece el valor filosófico de lugares intelectuales hibrida, donde el equívoco abroga nociones de verdad y de autenticidad; por eso, hibridismo es el condición filosófico que opone, más en serio, la validad ideológico de colonialismo. [9]

El término «poscolonialismo» generó un gran debate durante aproximadamente 25 años en Latinoamérica. El desfase histórico en el que se encuentra inmerso hizo que la gran crítica Latinoamericana se preguntara por la aplicabilidad de este término, dado que en materia de investigación, el objeto de estudio y la realidad del fenómeno, estaban más arraigados a culturas asiáticas, oceánicas y africanas, que poco o nada conectaban con la realidad de Latinoamérica. Para lograr resignificar el Poscolonialismo entendido en primera instancia como momento histórico (SXIX-SXX), se debe primero establecer la diferencia entre sus implicaciones en la construcción histórica y las articulaciones descolonizadas de la crítica poscolonial. En el caso de América Latina, las elites organizadas post-independencia constituyeron ciertos colonialismos internos, sometiendo y marginando a comunidades negras e indígenas. Entonces hablar de Poscolonialismo sugiere acercarse a los fantasmas de los pasados coloniales y entenderlo como un dualismo teórico en el que críticos asiáticos, africanos y oceánicos también aprendan algo sobre lo que en Latinoamérica implicaron las prácticas de resistencia y los debates sobre imperialismo.

Ahmad. A. In Theory. 'Classes, Nations and Literatures. Londres: Verso. 1992



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