Tomás Gutiérrez cumple los años el 7 de marzo.
Tomás Gutiérrez nació el día 7 de marzo de 1817.
La edad actual es 207 años. Tomás Gutiérrez cumplió 207 años el 7 de marzo de este año.
Tomás Gutiérrez es del signo de Piscis.
Tomás Gutiérrez nació en Majes.
Tomás Gutiérrez (Majes, Arequipa; 7 de marzo de 1817-Lima, 26 de julio de 1872) fue un militar y político peruano que dirigió un golpe de estado contra el presidente José Balta y Montero, y ocupó de facto la Jefatura del Estado del Perú, del 22 al 26 de julio de 1872. Fue asesinado por una turba enfurecida, en pleno centro de Lima.
Arriero de profesión, se enroló en el ejército y poco a poco fue escalando los diferentes grados militares, a partir de la década de 1850. Sus tres hermanos menores (Silvestre, Marceliano y Marcelino) siguieron su ejemplo, aunque sin llegar a distinguirse, como si lo hizo Tomás.
En 1854 ascendió a sargento mayor de infantería y luego viajó a Arequipa para sumarse a la revolución que había iniciado el general Ramón Castilla. Participó en la marcha sobre Lima y por su destacada actuación en la batalla de La Palma, librada el 5 de enero de 1855, fue ascendido a teniente coronel.
Durante el segundo gobierno de Castilla luchó contra la revolución encabezada por Manuel Ignacio de Vivanco en Arequipa, que originó la sangrienta guerra civil peruana de 1856-1858. Por sus méritos en el asalto final de Arequipa fue ascendido a coronel, el 7 de marzo de 1858. Elegido diputado por la provincia de Castilla, concurrió a las legislaturas de 1858-1859. Participó en la campaña contra Ecuador.
Como jefe del batallón “Áncash”, respaldó a los gobiernos de los presidentes Miguel de San Román (1862-1863) y Juan Antonio Pezet (1863-1865). Se destacó luchando en defensa del gobierno de Pezet contra la revolución del coronel Mariano Ignacio Prado de 1865, por lo que fue ascendido a general. Mientras se efectuaba el avance de los revolucionarios hacia Lima, apaciguó a la población del Callao que se había pronunciado en favor del vicepresidente Pedro Diez Canseco, pero tras la caída de Pezet fue apresado y se le anuló su ascenso a general el 13 de diciembre de 1865.
Borrado del escalafón, se alistó como simple soldado en el Batallón Depósito y participó junto con sus hermanos en el combate del Callao del 2 de mayo de 1866. Finalizado el conflicto con España, se trasladó a Tarapacá y se sumó a la revolución que en defensa de la Constitución de 1860 encabezó el mariscal Castilla, quien lo ratificó como general y lo nombró comandante general de sus unidades de cazadores, en abril de 1867. Acompañó al mariscal en los últimos instantes de su vida, y frustrada la revolución por la muerte de aquel, volvió a Lima.
Poco después se sumó a la sublevación que estalló en Arequipa contra el gobierno de Prado y la Constitución de 1867, encabezada por el vicepresidente Pedro Diez Canseco, quien reconoció a Tomás como general. Contribuyó a la defensa de Arequipa ante el ataque de las tropas gubernamentales, y luego siguió a las tropas triunfantes de Diez Canseco, llegando al Callao el 22 de enero de 1868. Enviado a Chiclayo para combatir la revolución del coronel José Balta, no quiso usar las armas contra el pueblo, y retornó a Lima para dar cuenta de la situación.
Tras la elección de Balta como presidente e instalado el Congreso, el 12 de agosto de 1868, se declaró la nulidad de los ascensos otorgados por el presidente Pezet, y una vez más quedó rebajado al grado de coronel. El presidente Balta le nombró Inspector General del Ejército y propuso al Congreso su ascenso a general, pero no llegó a expedirse la ley respectiva. Pese a ello, Tomás dio un decidido apoyo al gobierno de Balta, y lo mismo hicieron sus hermanos, los coroneles Silvestre, Marcelino y Marceliano, que se hallaban al frente de los batallones que guarnecían Lima. Fue debido principalmente a este apoyo que el gobierno de Balta gozó de estabilidad, hasta antes del golpe que los mismos hermanos protagonizarían pocos días antes de finalizar el mismo.
Tomás Gutiérrez fue nombrado ministro de Guerra y Marina en 1872, hecho que fue recibido con alarma por el Partido Civil, de reciente fundación, el mismo que por entonces triunfó en las elecciones generales llevando a la presidencia al que sería el primer civil en ocupar el más alto cargo peruano: Manuel Pardo y Lavalle.
Corrían los últimos días del gobierno constitucional del coronel José Balta y Montero. Pardo era el ganador de las recientes elecciones y se esperaba un traspaso del mando presidencial sin mayores inconvenientes, a pesar de que, como era normal en esa época, siempre había rumores de complots y rupturas del orden constitucional. Sin embargo, antes que ocurriera dicho traspaso, el ministro de Guerra y Marina, coronel Tomás Gutiérrez, junto con sus tres hermanos, los también coroneles Silvestre, Marceliano y Marcelino Gutiérrez, propusieron a Balta perpetuarse en el poder por medio de un golpe de estado, desconociendo las elecciones. En un principio el presidente aceptó el plan, pero luego, por consejo de algunos allegados, como Enrique Meiggs, se negó a cometer tal ilegalidad. Ante tal situación los Gutiérrez planearon el derrocamiento de Balta. Contaban a su favor con un ejército de 7 000 hombres bien armados y con el apoyo de algunos políticos, como Fernando Casós.
El 22 de julio de 1872, Silvestre Gutiérrez, a la cabeza de dos compañías del batallón «Pichincha», penetró en el Palacio de Gobierno y apresó al presidente Balta. Enseguida fue a la Plaza de Armas, donde se hallaba su hermano Marceliano al mando del batallón «Zepita»; ambos declararon destituido al presidente Balta y proclamaron a Tomás Gutiérrez como General del Ejército y Jefe Supremo de la República.
Ese mismo día, Tomás Gutiérrez solicitó la subordinación de las Fuerzas Armadas y, especialmente, de la Marina. Sin embargo, al día siguiente los jefes de marina suscribieron un manifiesto a la Nación en el que hacían explícita su decisión de no apoyar al gobierno de facto:
Firmaron dicho manifiesto marinos notables como Miguel Grau, Aurelio García y García, entre otros. El presidente electo, Manuel Pardo y Lavalle, fue trasladado por Melitón Carvajal a la fragata Independencia, que lo transportó a Pisco, salvaguardando así su persona.
Mientras tanto, el pueblo limeño mostraba su desacuerdo con el motín militar. Aunque en un inicio los pobladores no intervinieron directamente, con el correr de las horas varios grupos de ciudadanos salieron a las calles, vociferando contra los Gutiérrez y alentando la revuelta. La situación fue tornándose cada vez más violenta.
El 26 de julio, Silvestre Gutiérrez fue asesinado mientras iba a tomar el tranvía en la Estación de San Juan de Dios (hoy Plaza San Martín). En represalia, Marceliano Gutiérrez, que custodiaba a Balta en el cuartel de San Francisco, ordenó asesinar al mandatario preso, aunque tal aseveración no ha sido probada. Lo cierto es que Balta fue acribillado a balazos por tres fusileros, mientras descansaba en su lecho después de haber almorzado, y la noticia de su muerte corrió rápidamente por toda Lima.
Viendo que el ambiente se había encendido en su contra, Tomás Gutiérrez dejó Palacio de Gobierno y se trasladó al cuartel de Santa Catalina, donde se hallaba su hermano, el coronel Marcelino Gutiérrez. Allí sufrió el asedio de la población. Ambos hermanos decidieron entonces abandonar el cuartel en la noche, en medio del fuego de fusiles y cañones. Mientras tanto, el otro hermano, Marceliano, se dirigió al Callao, donde murió combatiendo contra el pueblo sublevado, el mismo 26 de julio.
Mientras que Marcelino se refugiaba en la casa de una familia amiga, Tomás, de manera temeraria, huyó por las calles de Lima, con el rostro cubierto y con sombrero de paisano, gritando "Viva Pardo" con la intención de pasar desapercibido, sin embargo tropezó con un grupo de oficiales y civiles capitaneados por el coronel Domingo Ayarza quien lo reconoció inmediatamente. Al ser apresado, afirmó que había sido incitado a rebelarse por prominentes políticos y militares, los cuales lo abandonaron y aseguró no saber nada del asesinato del presidente Balta. Avanzaron unas cuadras, mientras eran seguidos por una turba que vociferaba amenazas, y al llegar a la plazuela de La Merced, los militares que lo apresaron no pudieron protegerlo más e ingresaron a Tomás en una botica, cerrando enseguida las puertas. La muchedumbre rompió las puertas y buscaron a Tomás, al que encontraron escondido en una tina; allí mismo lo mataron de un disparo, para luego sacar el cuerpo a la calle. Allí, el cadáver fue desvestido y abaleado, y alguien le cortó el pecho desnudo con un sable mientras decía, aludiendo a la banda presidencial:
Enseguida fue arrastrado a la plaza y colgado de un farol frente al Portal de Escribanos. Horas más tarde le hizo compañía, colgado de un farol cercano, el cadáver de su hermano Silvestre, llevado desde la iglesia de los Huérfanos. Las casas de los hermanos fueron reducidas a escombros.
Al amanecer del día 27, ambos cuerpos aparecieron colgados de las torres de la Catedral, desnudos y cubiertos de horrorosas heridas, a una altura de más de 20 metros; un espectáculo nunca antes visto en la capital. Horas después fueron rotas las sogas que los sostenían, cayendo los cuerpos al piso, que se estrellaron contra las baldosas. Luego se quemó a los dos despojos humanos en el centro de la plaza y en la tarde fue arrojado al fuego un tercer cadáver, el de Marceliano, traído desde el Cementerio Baquíjano y Carrillo del Callao.
Días después, Manuel Pardo hizo su entrada apoteósica en la capital y asumió el mando de la Nación el 2 de agosto de 1872.
El único de los hermanos Gutiérrez que consiguió salvarse fue Marcelino, el más apacible de los hermanos, que se refugió en una casa amiga y logró así salvarse de la furia del pueblo limeño. Capturado días después, purgó prisión durante algún tiempo y salió libre por una ley de amnistía; luego participó en la defensa de Lima, durante la Guerra del Pacífico, luchando en la batalla de San Juan y Chorrillos y en la batalla de Miraflores, en 1881. Falleció en 1904.
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