Se denominan venenos de animales las sustancias tóxicas producidas por animales.
La capacidad de formación de sustancias tóxicas que poseen los animales es muy reducida y por ello los tipos de venenos animales existentes en la Naturaleza son poco numerosos. La capacidad de segregar sustancias tóxicas puede constituir una poderosa arma ofensiva, en cuyo caso el veneno es segregada generalmente por glándulas que se hallan en conexión con los dientes (vertebrados) o con las piezas bucales (artrópodos). En otras especies, por el contrario, el veneno tiene una misión defensiva; en este caso, la sustancia tóxica segregada se pone en contacto con espinas y otros dispositivos que de forma pasiva protegen a la presunta víctima. Igualmente, el veneno puede almacenarse en los propios tejidos del animal, con lo cual su carne o su sangre resulta tóxica y es temida o despreciada, según el caso, por sus enemigos.
Es interesante reseñar la distribución en la serie animal de las especies venenosas, pues desde un punto de vista filogenético parece un carácter más bien primitivo, de forma que se halla ausente en los grupos más evolucionados.
En los vertebrados inferiores se hallan representados con esta propiedad los grupos de los peces, anfibios y reptiles. En las aves, solamente se conocen a Ifrita kowaldi y algunas especies del género Pitohui, y en los mamíferos únicamente tiene esta facultad el Ornithorhynchus anatinus perteneciente al grupo de los monotremas, que es el más primitivo de los mamíferos.
Dado el número de especies de invertebrados que existen, la proporción de las venenosas resulta aún más pequeña. Así, en los moluscos, solamente puede citarse a los gasterópodos del género Murex (M. brandaris y M. trunculus), en los cuales las glándulas productoras de la púrpura segregan también un activo veneno, y los Conus, algunos mortales.
Desde el punto de vista químico, así como atendiendo al mecanismo de acción, pueden hacerse varias clasificaciones de los venenos animales conocidos. Uno de los primeramente referidos es la tetradotoxina, citado por Tahara en 1910; constituye el compuesto responsable de la toxicidad por ingestión de los peces tetraodontiformes. Su fórmula general es: C11H17N3O8. Su toxicidad depende del tejido ingerido -el hígado y los ovarios son los órganos donde alcanza una mayor concentración- y resulta letal en un porcentaje muy elevado de intoxicaciones. Ha sido hallada también en la piel, el músculo y la sangre de algunos caudados (Fuhrman, 1962). Su acción afecta a la conducción del impulso nervioso y a la contracción muscular. En el bloqueo del nervio es 150.000 veces más efectiva que la cocaína, por lo cual podría usarse como anestésico local, pero se difunde por todo el organismo, resultando muy peligroso.
Aparte de esta toxina, existen otras en los peces y, en general, debe indicarse que la toxicidad de una especie puede deberse a tres causas: 1) por toxicidad intrínseca, como acontece en los Tetraodontidae; 2) por putrefacción bacteriana, lo cual puede afectar a cualquier tipo de pescado; y 3) por toxicidad adquirida al poseer ciertos microorganismos (dinoflagelados que producen v. como la saxitoxina).
En general, los venenos de los peces están emparentados desde un punto de vista químico con los glucósidos saponínicos. Los venenos de los anfibios, con excepción de las especies que poseen tetrodontoxina, son sustancias de naturaleza esteroidea, como las bufotoxinas. En los sapos existe otro tipo de sustancias venenosas, como la bufotenina, derivado metilado de la serotonina. La propia serotonina se encuentra en el veneno del escorpión y en los de otros animales.
El veneno de las serpientes (por ejemplo, cobra, víbora, serpiente de cascabel) contiene, en general, toxinas proteicas, de tipo enzimático (lipasas y proteasas), juntamente con otras sustancias. Estas enzimas provocan cambios importantes en ciertos compuestos químicos de la sangre de la víctima, los cuales son la causa de trastornos que pueden ser mortales.
El mecanismo de la toxicidad es específico. La mayoría ejercen una acción en la sangre, hemolítica, coagulante o anticoagulante. Otros tienen su acción en el hígado o en el riñón, destruyendo las células. Algunos, como la saxitoxina y la tetrodotoxina, producen el bloqueo de la conducción en el nervio y en el músculo. Las dosis letales de los venenos más activos son del orden de las centésimas de miligramo por kilo de peso corporal.
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