El período apostólico o edad apostólica de la historia del cristianismo se considera tradicionalmente como el período de los Doce Apóstoles, y estaría datado entre la gran comisión de los apóstoles por las apariciones de Jesús en Jerusalén hacia el año 30 d. C. hasta la muerte del último de los apóstoles, que se cree fue la de Juan el Apóstol en Anatolia hacia el año 100 d. C. Tradicionalmente se ha creído que los apóstoles se dispersaron desde Jerusalén. Se trata de una época de especial significado para la tradición cristiana, al ser la etapa en la que vivieron los apóstoles directos de Jesucristo. Entre las fuentes primarias que reflejan la era apostólica se cuentan las cartas auténticas de Pablo de Tarso y el libro de los Hechos de los Apóstoles. Los Hechos transmiten un conjunto de informaciones sobre la vida de los apóstoles y las primeras comunidades cristianas en los años siguientes a la muerte de Jesús. Tradicionalmente atribuidos a Lucas el Evangelista, su valoración historiográfica es, sin embargo, controvertida: no se pone en cuestión el cuadro general que muestra el libro de los Hechos, pero al confrontar de cerca este escrito con las cartas auténticas de Pablo de Tarso, aparecen ciertos matices o ausencias en el campo de los acontecimientos. Por otra parte, las cartas auténticas de Pablo son un conjunto de escritos neotestamentarios conformado por las siguientes obras: la Primera epístola a los tesalonicenses, la Epístola a los filipenses, la Primera epístola a los corintios, la Segunda epístola a los corintios, la Epístola a los gálatas, la Epístola a Filemón, la Epístola a los romanos. Este corpus de epístolas auténticas es único en más de un sentido:
De acuerdo a diversos estudiosos,[cita requerida] los seguidores de Jesús estaban formados principalmente por sectas judías apocalípticas durante la época del Segundo Templo del siglo I. Algunos cristianos primitivos eran estrictamente judíos, como los ebionitas y los primeros líderes de Jerusalén, siendo todos ellos llamados colectivamente judeocristianos. Durante este período eran liderados por Santiago el Justo. Pablo de Tarso, comúnmente conocido como san Pablo, persiguió a los primeros judeocristianos, hasta que se convirtió y comenzó su labor misionera entre los gentiles, por la que se lo conocería posteriormente con el título de «apóstol de los gentiles» o «apóstol de las naciones». Según el Oxford Dictionary of the Christian Church y diversos biblistas, la influencia de Pablo sobre el pensamiento cristiano es más significativa que la de ningún otro autor del Nuevo Testamento. Tras la Destrucción del Segundo Templo en el año 70 d.C., o al menos tras la Revuelta de Bar Kokhba del 132, Jerusalén dejó de ser el centro de la Iglesia cristiana. En el siglo II, el cristianismo se estableció como una religión predominantemente gentil y se expandió por el Imperio Romano y más allá.
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